New York, New York
Entrevistas / Blonde Redhead

New York, New York

Enrique Peñas — 11-06-2007
Fotografía — Archivo

Las comparaciones son odiosas, sobre todo primero te apadrina Steve Shelley (Sonic Youth) y más tarde te produce Guy Picciotto (Fugazi). Pero a la altura de un séptimo álbum, ésas son historias demasiado viejas. Hace tiempo que Blonde Redhead figuran como uno de los nombres fundamentales del underground neoyorquino, un status que consolidan con el recién estrenado “23” (4AD/Popstock).

Hay quien piensa que si hubiera que salvar una ciudad en el mundo, debería ser Nueva York. Por muchas razones, entre ellas porque permite con toda naturalidad que una estudiante japonesa de arte conozca a dos gemelos italianos y formen una banda que a la larga se convierte en una de las más significadas del panorama alternativo de Estados Unidos. Es la historia de Kazu Makino y Amadeo y Simone Pace, con quien hablamos en Madrid en una parada de un amplio tour promocional que refleja el creciente interés por la banda en Europa, sobre todo tras su fichaje hace un par de discos por 4AD. “Nueva York es una ciudad que te permite acceder a muchas cosas; a veces puede resultar difícil, pero siempre hay algo que te podrá inspirar. No sé si en otro sitio nuestra música sería la misma. En ‘Melody Of Certain Damaged Lemons’ (Touch & Go, 00) hay algunas canciones que escribimos estando en el campo, en Francia, y no sé decirte cómo suenan exactamente, pero seguro que hubieran sido de otra forma si las hubiésemos compuesto en Nueva York”. Simone Pace, batería de Blonde Redhead, se piensa las respuestas, trata de no dar pasos en falso por banal que pueda resultar la cuestión y mide sus palabras hasta el punto de conseguir que el silencio no resulte incómodo. Cuando ya habíamos dejado el tema y hablábamos de “Silently”, uno de los mejores temas de “23”, concluye: “Nueva York tiene un efecto en nuestra música, seguro”. Cerramos capítulo definitivamente y abrimos el de la producción, que por primera vez asumen ellos mismos después de varios discos en manos de Guy Picciotto. “Siempre se ha implicado mucho, era casi como el cuarto miembro de la banda, pero en esta ocasión nos apetecía hacerlo nosotros mismos. No queríamos restricciones de ningún tipo; teníamos muchas ideas que queríamos probar, y ésta era la mejor manera”.

"No sé si es nuestro disco más accesible, ya veremos, pero sí tratamos conscientemente de que fuese el más directo, más impulsivo"

Las mezclas las dejaron luego en manos de Alan Moulder, por lo que no parece casual que haya algunos pasajes de este álbum que remitan a My Bloody Valentine. “No sé si es nuestro disco más accesible, ya veremos, pero sí tratamos conscientemente de que fuese el más directo, más impulsivo. Por una parte hemos intentado que fuese menos abstracto que otros trabajos, y por otra que no hubiera elementos que pudieran distraer la atención”. Y así, lo que empezó siendo noise y se etiquetó también como post-hardcore ahora es pop con regusto shoegazer. “Bueno, creo que siempre ha habido algo de eso. ‘La mia vita violenta’ (Smells Like Records, 95) era, en cierto sentido, bastante pop”. Desde entonces han depurado su sonido, las melodías han ido ganando peso y a las guitarras se les han sumado los teclados como elemento estructural. “Tenemos una energía distinta. Hemos dejado que las cosas pasen de una manera más espontánea, que todo sonase natural aunque en realidad estuviese muy trabajado. Y eso también pasa con las melodías; no es que estén más definidas… son, no sé, más inmediatas. Bueno, sí, es más pop”. Quizá el toque justo para subir no uno, sino dos peldaños en esa carrera de fondo en la que llevan desde 1993. Mientras tanto, Kazu Makino colaboró en el último disco de TV On The Radio y Simone Pace trabaja en un proyecto con Laurie Anderson. Aprovecha uno de sus silencios para sacar una chuleta de la mochila y hacer recuento de las cosas que ha escuchado últimamente: Animal Collective, Interpol, The Knife, Thom Yorke, Marvin Gaye, The Cure, Ennio Morricone… Una de las virtudes de Blonde Redhead, especialmente en este trabajo, es que su sonido puede resultar previsible, pero en ningún caso obvio. Su único y accidentado paso por España, antes de su aparición en el pasado Primavera Sound, hay que buscarlo en 1999, “Ese primer contacto con España no fue precisamente una buena experiencia. Hicimos dos conciertos. El de Bilbao no estuvo mal, pero la gente estaba cenando mientras tocábamos y con ese ambiente era difícil transmitir algo positivo. Y lo de Barcelona fue un desastre, era un local pequeño, tuvimos que llevar todos los trastos andando un buen trecho y lo peor fue que había un problema con los micros, nos daban descargas, y al final tuvimos que envolverlos si queríamos acercarnos a ellos; para rematar, creo que no habría más de cinco personas en la sala… todo salió mal, así que era mejor dejarlo”.

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New York, New York
Entrevistas / Jesse Malin

New York, New York

Redacción — 05-03-2003
Fotografía — Archivo

Jesse Malin se puede permitir hacer lo que le venga en gana. Ha liderado durante una década a D-Generation, uno de los mejores grupos de punk-rock neoyorquino de los noventa. Cuando se hartó, escarbó en lo peor de la sociedad que le rodeaba y apareció con Bellvue. Ahora explota su faceta más íntima en solitario y con el apoyo de Ryan Adams en “The Fine Art Of Self Destruction” (Fargo/Discmedi, 02).

A tan entrañable artista se le ve venir enseguida. No se esconde. Si capta tus buenas intenciones te abre las puertas de su corazón sin dudarlo. Así es como te sientes cuando conversas con él a seis mil kilómetros de distancia, a través del fino hilo telefónico que separa tu casa de la suya. Bien al contrario de las nuevas estrellas de ese nuevo rock que parece estar tan de moda o de las rutilantes estrellas del nuevo metal, Jesse Malin es un libro abierto, una enciclopedia mundial de la anécdota.

“Se suponía que debíamos ser los nuevos Guns´N´Roses, pero nos quedamos con D-Generation”

Tras verle en un papel de personaje huraño y en estado degenerativo en “Al límite” de Martin Scorsese, nos temíamos lo peor, por suerte sus canciones y su conversación nos descubren que estamos ante una persona calmada y vital a la vez. Empieza hablándonos de la hospitalidad de New York, de cómo la gente se muestra cada día más humana y más humilde, algo que quizás no se le haya pegado a su amigo Ryan Adams. Y es que es precisamente el ex Whiskeytown quien le ha propulsado como cantautor y quien ha compartido su tiempo con él en The Finger, banda a lo Black Flag con un disco publicado –y totalmente agotado, dicho sea de paso-. “Nos conocimos después de un concierto de D-Generation. Me dijo que era fan del grupo y, después de hablar un rato con él, descubrí que era cierto. Quedamos para trabajar juntos en el futuro, así que cuando se vino a vivir a New York empezamos a quedar. Ahora, además de colaborar, somos buenos amigos”. Me pide que le disculpe un momento. A los dos minutos vuelve y me cuenta que era Adams, que debían ajustar algún detalle para su viaje a Europa (que les acercaría hasta Madrid hace unas semanas). Aunque su carrera en solitario es, en estos momentos de promoción, lo principal, decidimos volver a hablar de D-Generation. “Éramos una banda increíble, pero todo llega a su fin. En cierto momento, debía aclarar mi vida y D-Generation no era el lugar adecuado para hacerlo, aunque sigo manteniendo una buena amistad con todos ellos. Se suponía que debíamos ser los nuevos Guns´N´Roses, pero nos quedamos con D-Generation”. Ya le gustaría a muchos de esos cachorros que se dan a conocer con la etiqueta de sensaciones del nuevo rock neoyorquino tener un diez por ciento de clase, actitud y canciones que aquellos. Sin embargo, Jesse Malin es todo un caballero y defiende incluso a esos grupos, a sus vecinos. “Me gustan todos esos grupos que han salido de estas avenidas. La irrupción de The Strokes me parece muy interesante, ya que es una invitación a que muchos otros consigan tener carreras de éxito”. Como la que esperamos pueda tener él. “Mi única obsesión es conseguir que esto sea como tener una banda. Quiero que el grupo que me acompaña se identifique al máximo con el proyecto y que en el futuro se nos pueda reconocer como una banda real y consolidada”. Así lo deseamos nosotros también.

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