Los buenos contactos
Entrevistas / Beth Orton

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Redacción — 01-10-1999
Fotografía — Archivo

Beth Orton no es la artista perfecta. Cuando se dio a conocer junto a los Chemical Brothers y a William Orbit, ya hubo quien sintió curiosidad. Y hubo recompensa. «Trailer Park» (Dedicated, 1996), y «Best Bit Ep» (1997), fueron una poderosa presentación en la que Beth juntaba sin reparos su pasión por Nick Drake y Rickie Lee Jones, con electrónica adecuada y chispeante. Se habló de trip-hop, en general, y luego de cosas extrañas como post-folk o trip-folk, y se resaltaron sus mañas para rodearse de héroes suyos como Terry Callier, o de supuestos midas como Dave Boulter (Tindersticks) o Martin Duffy (Primal Scream). Entonces Beth sí era una artista perfecta, se adaptaba a los nuevos tiempos y conseguía quitarle el polvo al folk. Lo que pasa con los artistas perfectos es que dejan de serlo en cuanto se apartan de lo que se espera de ellos. Y Beth se ha apartado. Pero no ha jugado al oscurecimiento forzado, ni a limar asperezas; sino que ha aclarado su lenguaje tanto que seguirla metiendo en el saco de los artistas perfectos del momento sería una simpleza. Y a pesar de que sigan levantando sospechas tantas amistades, en «Central Reservation» (Arista-Ariola, 1999) hay mucha más Beth Orton que antes, y que echen una mano Ben Watt, David Roback, Terry Callier, Dave Friedman o Dr. Robert es producto de una grabación relajada a la que iban acudiendo amigos de amigos (y parientes) a respaldar el diferido nacimiento de una flor pequeña del folk que sabe muy bien el tiempo que habita. Aunque sea una extraña. Léela a ella ahora. «Está muy bien que me pregunten cómo es mi música, pero me cuesta mucho responder, y eso es buena señal. Así que seguro que tiene que ser mucho más difícil para los demás. Y es halagador cuando la gente encuentra definiciones extrañas… ¡Ya sé que me comparan con Rickie Lee Jones! Pero eso es muy arrogante y nada acertado». La colaboración de Ben Watt. «Me encanta como productor. Pero no sé si revivo el estilo primitivo de Everything But The Girl. No me interesaron hasta que Ben no empezó a grabar beats». ¿Demasiados nombres ilustres alrededor? «No son tan importantes, porque han trabajado mucho menos que Ted Barnes (guitarra), o Will Blanchard (batería), que son determinantes, y ningún periodista los cita. Estoy harta de eso. Toco con quien siento que debo tocar, porque quiero ser libre para buscar un sonido determinado». ¿Y Terry Callier? «Es un hermoso y conmovedor ser humano cuyo tiempo no debería pasar, como el de Marvin Gaye. Cualquiera que le escuche por primera vez, será automáticamente un fan suyo». Su tristeza-esperanzada. «Necesitaba hacer algo realmente honesto. Sentí las canciones de una manera diferente, y pude ser más sincera. A pesar de guardar grandes secretos». Uno puede ser la inspiración que encontró corriendo por las calles de Bogotá. Otro es la colaboración en el nuevo disco de Beck. Pero eso mola, eso la hace una artista perfecta, y en «Central Reservation», hay humanidad hecha música, con sus fallos. Esa es la actitud, no al revés.

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