El nadador
Entrevistas / Caribou

El nadador

Javier López — 27-05-2010
Fotografía — Archivo

Dan Snaith jugó a ser Phil Spector en “Andorra”. Lo hizo de lujo, pero el proceso le dejó agotado. En este "Swim” se ha dejado llevar y ha creado con mayor libertad. Ha plasmado un sinfín de influencias (pop, disco, house, psicodelia…) en un disco primaveral, repleto de buenas melodías y ritmos y percusiones frutales.

Dan Snaith es de esa clase de músicos a los que hay que admirar. Un tipo al margen de modas, meticuloso en su trabajo y que sabe divertirse en el estudio. Nada de auras ni trendysmos. Solo música. De todos los estilos, de todas las épocas... “Estoy excitado con mi nuevo trabajo, porque es un álbum raro. Es música de baile pero a la vez es pop, disco, psicodelia, tropicalia… Aunque hay un montón de influencias, lo que he intentado ha sido plasmar mi propio sonido, no quería que la gente que escuchase el disco dijese: ‘ah, este tema se parece a tal o cual banda…’ He querido sonar a mi mismo”. Con “Andorra” le llovieron los claveles, pero no ha querido repetir la fórmula. “’Andorra’ fue concebido y producido de manera más pop y eso repercutió en el resultado. Es un disco que suena a ‘wall of sound’ y su producción fue muy compleja. Esta vez he simplificado el proceso y no me he fijado ningún objetivo concreto. Con ‘Andorra’ ya conseguí lo que quería, la gente me entendió: ‘ok, a este tío le molan los sesenta, sabe hacer música con ese sabor…’ Pero esta vez he dejado a un lado la nostalgia para crear mi propia estética sonora”. Para ello cambió sus patrones de trabajo. “Mi anterior álbum lo compuse de manera clásica. Escribía la melodía al piano o la guitarra y luego la producía y arreglaba. En este disco he coqueteado con el azar. Comenzaba con un loop, un sonido de sinte o una trompeta (“Kaili”) y jugaba y experimentaba hasta que el tema se construía por sí sólo, sin tener una meta concreta. Por eso el disco suena tan diverso, porque empezaba cada pista de manera distinta a la anterior y eso me ha permitido no anclarme en patrones”. El proceso de producción ha transcurrido, como siempre, en su casa, durante el último año y pico. Una zambullida diaria en samples exóticos, siempre en continuo abordaje entre sonidos sintéticos y orgánicos, hasta conseguir esa extraña calidez, esa textura primaveral, acuosa, selvática, que destilan cada uno de sus tracks. Escuchen el single “Odessa”, “Bowls” o “Jamelia” con colaboración de Luke Lalonde (Born Ruffians) y me darán la razón. “Trabajo a fondo los samples hasta conseguir resonancias hermosas… También he tonteado con un sintetizador modular al final de la producción del disco, pero no mucho, porque no tenía ni idea de cómo funcionaba, ya que me basto con los instrumentos virtuales y los tradicionales (bajo, guitarra, batería…). Quizá para mis trabajos futuros lo aproveche más”. La conversación acerca de su método de trabajo nos lleva al siempre interesante tema de la soledad en el estudio y la carencia de segundas opiniones cuando la inspiración desaparece o las cosas se encallan. “Es un tema interesante. Una cosa clave en los proyectos de un solo miembro es el tiempo y la perspectiva. Hay veces que hago un tema en un día y pienso: ‘esto es algo grande’. Luego vuelvo a él una semana después y pienso: ‘¡menuda basura!…’. A veces pasa al revés, vuelvo a una idea que había dado por muerta y consigo construir algo bueno. Aún así cuento con algunos jueces que me dan su valiosa opinión de vez en cuando como Jeremy Greenspan de Junior Boys, quien también me ha ayudado a mezclar el disco, Kieran (Four Tet), Joe Goddard de Hot Chip, o mi mujer, que me escucha cada día. Realmente sus opiniones son clave, ya que no puedo interactuar tan rápido como una banda…”. Es inevitable trazar conexiones entre la música de Caribou con la de sus amigos, todos ellos conforman la elite del mejor pop electrónico actual. “Compartimos mucha música y vivencias y eso se traslada a nuestros trabajos. Por ejemplo, Kieran y yo hemos estado pilladísimos con Ron Hardy últimamente y eso ambos lo hemos reflejado en nuestros discos”. No me jodas, aquí me has roto. “Sí, sí… otra gran inspiración han sido las sesiones de Theo Parrish en el Plastic People de Londres, con las que he descubierto material alucinante. Y no solo yo, también Hot Chip o el propio Kieran. Si vas un día al club, seguro que nos verás allí de fiesta”. La fiesta no cesa para Dan. Éste 2010 lo ha bautizado como el ‘gig year’, porque después de una buena temporada en el estudio ha comenzado con muchas ganas su (extensísima) gira internacional. “¡Sí… llevo dos baterías en directo, todo el mundo me lo pregunta! (risas).

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