Desayuno Con Diamantes
Entrevistas / Catatonia

Desayuno Con Diamantes

Pablo G. Polite — 27-05-1999
Fotografía — Archivo

El mundo de la música encierra algunos de los grandes enigmas de la humanidad. ¿Cómo describir sino la ascensión de una banda como Catatonia? Si es que los galeses no salen de su asombro. Si «Mulder And Scally», single principal de su segundo disco, les encumbró a velocidad astronómica, con su nuevo álbum («Equally Cursed And Blessed») han copado ya la mayor parte de las portadas de las amarillistas publicaciones musicales británicas. Nada, otros galeses con suerte. Y van…

Revivir el pasado cuesta mucho menos cuando la fortuna sonríe. Retrocedes en el tiempo y todos los detalles, por insignificantes que parezcan, adquieren una dimensión, casi siempre desmesurada y alejada de la realidad, que nubla el verdadero recuerdo de lo acontecido. Pero así es el paso del tiempo: un juguete que moldear según vengan dadas, y que Catatonia, tras seis años, esculpe ya magistralmente, a su medida. La fama, digan lo que digan, lo justifica todo. Y si no que se lo pregunten a Catatonia, aquella banda galesa que de la noche a la mañana se despidió para siempre del anonimato sirviéndose de «Mullder And Scully», protagonistas del fenómeno televisivo «Expediente X», y de un puñado de temas que hicieron de «International Velvet» (98) el álbum del año allá en Inglaterra. Sólo un año después de aquel lanzamiento, salta a la vista que el éxito bendice a sus beneficiarios. Inmersos ahora en plena fase promocional de «Equally Cursed And Blessed», Cerys Matthews, cantante y líder de los galeses, y Owen Powell, guitarra, me reciben en la suite Sevilla del Hotel Calderón. Cuatro estrellas son testigos de esta entrevista. Aunque postrados cómodamente sobre mullidos asientos, sus caras no esconden el rigor de la noche barcelonesa, a la que al parecer ayer tomaron la medida. Pero así son las cosas, y lo que ahora toca es responder, no sin antes hincar el diente al desayuno que preside la charla. Sin impedimentos y a la carga. «For Tinkerbell Ep», debut de Catatonia en Crai, sello independiente de Cardiff, sirve de inicio.«Aquella era una discográfica especializada en conjuntos folk bastante locales que, de todos modos, nos dio a conocer más allá del sur de Gales. Hoy todavía el recuerdo mantiene cierto romanticismo, pues, no en vano, fue la plataforma idónea para llegar más lejos». Ni que lo digas. Una semana después, NME les otorgaba el premio de single de la semana, espoleando así la motivación de un grupo obstinado en superar barreras (y fronteras), y cuyos primeros pasos apuntaban alto y con toda firmeza. Y como siempre, todo tiene justificación. «En Gales, las perspectivas de futuro de cualquier joven dan pena. Trabajos chapuceros, condiciones laborales inadmisibles, y una vida que sólo encuentra alivio en los pubs y con cerveza en mano. Ya ves. Así que harta de especular, y mientras trabajaba en un supermercado, decidí que quería otra vida para mí». Dicho y hecho, poco después, conoce a Mark Roberts, guitarrista y compositor, e inician un reclutamiento que finiquitarían en breve para empezar a tocar y lidiar con una industria a la que no hacen ascos, a pesar de la poca atención que al principio les presta. «Convencer era un reto que el tiempo ha puesto de nuestro lado. La progresión de Catatonia ha sido escalonada. Trabajos en sellos independientes, giras locales, salto a una major, giras nacionales, y ahora promoción internacional y próxima gira a lo grande. Paso a paso y sin ninguna prisa. Hay que saborear cada cambio como si fuese el último. Nunca se sabe» . Extraña ese tono lapidario con que cierra la respuesta. No ha habido en su trayectoria tropiezos que pudieran comprometer en ningún momento el futuro del grupo y a estas alturas temer que los haya no viene a cuento. La precariedad de los pequeños sellos pronto quedó aparcada vía Blanco y Negro, que, en el 96, se hace con sus servicios, y con quien editan sucesivamente «Way Beyond Blue» (96), «International Velvet» (98) y el reciente «Equally Cursed and Blessed», en el que a modo de repaso analizan los vaivenes de la asunción del éxito con todo detalle, sinsabores incluidos. «Es inevitable sentir nostalgia al recordar nuestros primeros pasos: la ilusión, las metas propuestas, e incluso la falta de profesionalidad suplida con creces por nuestro entusiasmo. Aunque hoy, qué duda cabe, gozamos de una posición envidiable que nos ha llevado en volandas a la cumbre de nuestros deseos. Hemos tocado con Space, a quienes adoro desde la gira conjunta; y también con Tom Jones, paisano, ídolo de infancia y único músico galés conocido en los sesenta y setenta; además de empujar a grupos noveles que esperan emular nuestra trayectoria: desde Big Leaves, a Derrero o Topper (al parecer últimas revelaciones galesas)». De España, Cerys recuerda su paso por Ibiza el año pasado. En verano, aterriza en la isla en busca de su hermano y sin más referencia que San Antonio, gueto británico, lo encuentra en la primera taberna-karaoke en la que entra. Un amigo echa cinco duros a la máquina, y «Mulder and Scully» empieza a sonar, mientras ella toma la palestra y entona el tema que le diera fama. «Al acabar, el local estaba ya colapsado, y mi hermano mosqueado por haberle arrebatado la atención que él como buen payaso que es siempre reclama». Miserias de ser don-hermano-de. Algo que recalcar. «Cada banda tiene su propia historia». Pues muchas gracias, y sobre la mesa ni rastro ya del desayuno. «Equally Cursed And Blessed» está publicado por WEA.

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