Crudo y bello
Entrevistas / Burrito Panza

Crudo y bello

Fernando Fuentes — 12-11-2011
Fotografía — Archivo

Desde Albacete Burrito Panza describen desde lo sonoro emociones sencillamente reales, estamos ante un nuevo naturalismo pop, crudo vs. bello.

Sólo hay que rascar la superficie, escarbar un poco, para ver que lo doméstico puede ser tan doloroso como una guerra, y Albacete tan infernal como Nueva York. Un plato puede llevar tabasco y azúcar. Basta de metáforas. Se escribieron canciones en momento de dolor, eso es todo. Y todo esto, y mucho más, lo dicen ellos mismos. Se reúnen un grupo de buenos amigos –Carlos Flan, José Manuel Mora y Carlos Cuevas- que además son enormes músicos, y así tranquilamente, y en casa, nace Burrito Panza. “Así fue, empezamos a tantear algunas canciones que tocábamos en casa y otras que iban surgiendo en el local de ensayo. Por supuesto nos une una amistad de muchos años y una manera de entender la música”. Familia es una palabra que repiten casi de forma constante en sus entrevistas, notas de prensa, letras, etcétera. Pero, ¿de veras se consideran así? ¿Incluyen a Joaquín Pascual, a Fernando Alfaro y a Carlos Sánchez en esta gran foto familiar? “Por supuesto. Nos une, aparte de una gran amistad, el vínculo de haber compartido miles de momentos tanto dentro de este mundillo, como en otros ajenos a él”. Lo que parece claro escuchando a Burrito Panza es que describen desde lo sonoro emociones sencillamente reales, estamos ante un nuevo naturalismo pop, crudo vs. bello. “En la emisión de la música y sobre todo en su recepción se generan emociones, inevitablemente. Buenas, malas, leves, intensas. Saber que no es la peor, la indiferencia, con los tiempos que corren, nos debería bastar”. Esta banda es ya la tercera generación de proyectos sonoros de alta enjundia que surgen de una matriz de la relevancia e influencia de los míticos Surfin Bichos -entendiendo que la segunda fueron Mercromina y Chucho- y así parecemos estar ante un manantial albaceteño inacabable de música, sonidos, letras. Tras veinte años de estar en la primera línea del pop nacional podemos afirmar, y lamentar, que prácticamente ningún ex miembro de Surfin Bichos puede vivir solamente de lo que le genera su talento; ante esta injusticia ellos lo tienen claro. “Nunca ha sido una pretensión, ni hemos querido vivir de la música a costa de vender nuestra alma al diablo”. Paladeando sus canciones se atisba que aquí hay pocas bromas, y se respira un peligro inminente. Ni siquiera los toques de soleada bossa nova lo edulcoran lo suficiente como para no quitarle nunca el oído de encima, y menos darle la espalda. Las letras son una montaña rusa emocional, igual hay un rollo amistoso diletante, que se monta parda un segundo más tarde, tan real como la vida misma. Son un ejercicio de valentía literaria impresionante, eso queda claro tras la primera escucha. “Nos da miedo el dolor de los que queremos, pero mostrarnos como somos no nos asusta en absoluto”. También parece claro que estamos ante un disco que no está hecho para ganar pasta; es algo casi realizado por amor al arte musical… pero, ¿eso no proporciona al artista una libertad tan ilimitada como quizás peligrosa? “Nosotros nos obligamos a ser honestos en ese aspecto; sentir y amar lo que hacemos es primordial, pues sin esa base seríamos incapaces de transmitir nada. El día que perdamos esa perspectiva por dinero, reconocimiento, buenas críticas u otras mierdas, esto se acabará. La libertad no la consideramos peligrosa, sino vital e irrenunciable”.

2 comentarios
  1. Una entrevista cojonuda para una banda cojonuda.

  2. La sombra de los Surfin es felizmente alargada...

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