Nick Cave. Letras Obra Lírica Completa 1978-2019
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Nick Cave. Letras Obra Lírica Completa 1978-2019

8 / 10
José Martínez Ros — 20-10-2020
Empresa — Libros del Kultrum

“Para mí, la música no tiene mucho sentido hasta que le pones la letra. Escribir letras siempre ha sido mi principal actividad” dijo Nick Cave en una entrevista. La poesía y la música nacieron a la vez y, por lo que sabemos, durante siglos y milenios caminaron unidas: la poesía era, de forma literal, la palabra cantada. Sin embargo, en cierto punto, sus rumbos se separaron: a pesar de los festivales de spoken word y los recitales, que tratan con más o menos suerte devolverla a su origen, la poesía es ahora un género literario, y su ritmo y su música es puramente verbal, y se captan en el silencio blanco del papel. No hay muchas dudas de que el australiano Nick Cave es el responsable, junto a su banda, The Bad Seeds, de algunas de las canciones más poderosas y enigmáticas de la música contemporánea. En ellas, como en cualquier gran canción, la música y la letra funcionan juntas, como una unidad expresiva inseparable; y más en el caso que nos ocupa, donde hay que unir el talento de otros componentes del grupo, como su habitual compinche, Warren Ellis, y la propia fuerza del intérprete y su particular presencia escénica. Pero, además de como curiosidad para fans, ¿tienen valor sus letras, separadas de todo apoyo? Los autores de los dos prólogos, dos de los más brillantes escritores británicos actuales, Andrew O’Hagan y Will Self, creen que sí. Y nuestra respuesta también es positiva.

En gran parte, el valor de las canciones de Nick Cave estriba en su variedad. Podemos encontrar las amorosas, llenas de detalles tiernos y surrealistas que se leen como un himno dedicado a un ser humano real, a alguien situado en el corazón y la mente de su autor como “Into my Arms” o la fantástica “West Country Girl”, que Nick Cave cita al inicio de una conferencia incluida en el libro. Pero también a algunas baladas hipnóticas, terriblemente siniestras, como la incomparable “Where The Wild Roses Grow”, que parece reconstruir algún oscuro crimen sucedido en la Australia rural. Tenemos narraciones desquiciadas, que proceden de la angustia y la desorientación del sujeto contemporáneo, como su “Higgs Boson Blues”, que parece su respuesta al legendario “Subterranean Homesick Blues” de Dylan. Y también puras expresiones de sublime lirismo, sucesiones de imágenes alucinadas que escapan de toda interpretación, pero que resuenan profundamente en nuestro interior (véase su bellísima “The Rider”, compuesta para la banda sonora del western “The Proposition” (05), del cual también fue responsable del guion o casi toda su última obra, Ghosteen, del año pasado). Por supuesto, no todas sus canciones funcionan tan bien como las citadas, como piezas autónomas, sin el fondo musical, pero el conjunto demuestra que, sin duda, Nick Cave es mucho más que un autor de buenos temas de rock. Y además, el placer de poder oír de nuevo sus grandes canciones mientras leemos y releemos sus letras, y apreciamos las sutilezas de su escritura, convierte este libro en un complemento magnífico para sus seguidores. La traducción de Miquel Izquierdo prima la naturalidad, casi siempre con éxito, aunque en ocasiones se excede con los coloquialismos.

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