A estas alturas la mayoría ya sabrán que «Shulamith» era el nombre de la activista feminista radical canadiense, Shulamith Firestone, quien falleció el pasado año y cuya sombra se proyecta a lo largo de las doce canciones del disco. Dosis de realidad, sentimientos de asfixia, declaraciones de amor casi beligerantes, frustración y rabia envueltos en capas y capas de sintetizadores, dobles baterías, sensuales bajos y la tuneada voz de Channy Leaneagh. Todo –o casi todo- fluye en medios tiempos que, por desgracia terminan por parecerse entre ellos. Salvo contadas excepciones como la electrizante “Chain My Name”, “Spilling Lines” o la hipnótica “Tiff”, junto a Bon Iver. Sin romper el trazo de su debut, “Give You The Ghost”, los de Minnesota pulen detalles y dejan entrever influencias como el trip hop de Portishead en “Vegas” o el R&B. Un segundo largo que esconde más de lo que enseña y que será capaz de desafiar a los oyentes con cada nueva escucha.
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