Tampoco es extraño comprobar que los propios Parker y Sparhawk se unen en algunas canciones del disco para dar apoyo moral a un Nathan Amundson, máximo responsable de Rivulets, al que presentimos herido y descorazonado en gran parte de los pentagramas de este álbum homónimo falto de luz y vida. Un disco que, sin aportar absolutamente nada nuevo, consigue hilvanar una propuesta sin fisuras ni afectación malsana. En ningún momento se regocija en la desgracia.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.