No hace falta irse muy lejos, por lo menos no para deshacerse en elogios con propuestas arriesgadas que consigan sus objetivos sin caer en el snobismo o en ridículas demostraciones de virtuosismo que a nadie engañan. Intensidad ruidista, pasajes apacibles aún con una ceja de alerta levantada, slowcore con pedigree y arrebatos de pasión sólo desbocada en apariencia.
lo:muêso) lo han conseguido a la segunda: un verdadero ciclón de emociones se agolpa alrededor de las canciones que el verano pasado se fueron a grabar con el bueno de Lluís Cots (Madee). Detrás de títulos tan retorcidos como “Le Coach Potato Retrofrêak” no se esconde otra cosa que escurridizo hardcore a la D.C., la suntuosidad lo pringa todo en “3l 3er g3m3l0”, “L´Smolarêk Firmamento” podría estar perfectamente firmada por Lalo Schifrin jugando a ser Lee Ranaldo, sigue habiendo ecos de Standstill en “Dancin´ Like Robots”, el conjunto no suena tan cercano a Girls Against Boys como su debut y la furia diseminada por todo el disco -y palpable en especial en piezas como el pulso furibundo de “OJ Da Jazen” o “Tourgonette”- les otorga la validez de prefijos y sufijos arties con todo merecimiento. El caos controlado merece siempre la pena.
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