Love At The End Of The World

Con este suman ya cuatro los discos de estudio del canadiense Sam Roberts, nombre del cantautor canadiense que empezó a sonar en nuestro país gracias a su anterior trabajo, “Chemical City" (Universal/Bittersweet, 06). Aun desde el lado más modesto, Roberts avanza a pasos de gigante gracias al carisma que demuestra trabajo tras trabajo. En “Love At The End Of The World” regresa con un sonido primordialmente clásico, influencias de rock al más puro estilo sesentas y setentas. La polivalencia del disco se hace evidente cuando incluso hallamos canciones que harían feliz a cualquier niño con camiseta de rayas y zapatillas AllStars. A pesar de todo, predominan instrumentos como harmónicas, teclados y guitarras que dibujan armonías sólidas sin que, en ningún caso lleguen a sonar estridentes. Para abrir el disco se escoge la canción que da título al disco, pieza de melodías oscuras pero estribillo muy pegadizo. Tras romper la barrera del Indie, el disco llega al rock’n’roll gracias a “Fixed To Ruin”, justo cuando empiezan a intuirse pinceladas country y detalles de blues. “Them Kids”, por carácter actual, se convierte en el primer single y detalles como los coros hacen ganar en carácter y solidez. A veces se intuyen The Byrds, a veces The Beatles y hasta me atrevería a decir que se podría llegar a establecer alguna similitud con Paul Weller, si le quitásemos, a éste último, el espíritu soulero.