Haciendo honor al título del octavo álbum de los madrileños Habeas Corpus, justicia sería el que, con un disco como éste, tuvieran de una vez por todas el reconocimiento que merecen dentro del panorama estatal. Y más que nada, porque su combinación de metal, hardcore y punk –y también algo de hip-hop- ha logrado elevar las cotas de calidad dentro de un sector de público en que lo predominante son las bandas urbanas y el punk callejero.
No hay más que reconocer su actitud perseverante y su empeño en sacar adelante un discurso, acostumbradamente punzante a la hora de combatir el sistema, que se traduce en un sonido que siempre ha logrado destacar por sus eficaces resultados. Como en este caso. En el que estos trece nuevos temas (entre los que destaca alguna que otra bala mortal como “Ni una más” o “Brutalidad policial”), acompañados de sus elementos característicos (guitarras afiladas, coros demoledores, rítmicas potentes y voz desgarradora), son más que inmejorables argumentos para indicarnos que estamos frente a uno de sus mejores discos. Por supuesto, otro firme candidato a engrosar las listas de lo mejor del año estatal.
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