Orca
Discos / Gus Dapperton

Orca

7 / 10
Raúl Julián — 24-09-2020
Empresa — AWAL/Popstock!
Género — Pop

Tras un par de discos publicados en otros tantos años, ‘Where Polly People Go To Read’ (AWAL, 19) y el presente ‘Orca’ (AWAL, 20), resulta difícil concretar si la música de Gus Dapperton es un producto para post adolescentes como él o si, por contra, el neoyorquino podría estar señalando el futuro inmediato del indie-pop de aspecto analógico. Quizás esa dualidad y su consiguiente halo de contradicción, misterio y confusión sea parte de su encanto, en un hipnotismo que Gus Dapperton despliega definitivamente en este segundo álbum. De hecho, las propias cualidades de la obra pueden generar argumentos en ambos sentidos, en un elepé copado por pop plastificado, con presencia destacada de sintetizadores y teatral que parece alcanzar el infinito desde la misma habitación del autor.

‘Orca’ presenta momentos algo forzados en apoyo de una pose impuesta de antemano, caso de “Antidote”, “My Say So” (junto a Chela) o la final “Swan Song”. Pero también incluye pequeñas joyas que señalan a un creador diferente y definitivamente inspirado, muchas de las cuales se focalizan en una primera mitad más que notable. En este grupo entrarían la espléndida “Bottle Oponer” abriendo la referencia, “First Aid”, o los singles “Bluebird” –que prueba que la sombra de Prince sigue siendo muy alargada– y “Post Humorous” –preciosa y rabiosa a partes iguales–. Unas destacadas a las que cabría añadir, ya en el tramo final, las intensas “Grim” y “Medicine”. La secuencia completa de diez temas no concluye si el asunto se apoya demasiado en postureo del músico (que tiene en el dramatismo de The Smiths uno de sus referentes), o si el asombro que generan algunas piezas debería desatar cierta euforia. Pero lo que parece claro es que, en base a este nuevo trabajo auto producido, el de Brooklyn esquiva diametralmente la indiferencia y resulta de todo menos inocuo.

Y es que en realidad el cantante, vanguardista y algo andrógino, tiene todo de cara para levantar pasiones encendidas en uno u otro sentido, con una imagen cuidada, llamativa y siempre extrema que de paso nos recuerda al gran Patrick Wolf. Gus Dapperton bien podría ser, en definitiva, uno de los paradigmas de la próxima modernidad, en base a las pinceladas de talento que ha ofrecido en cada una de sus entregas. Aunque también corre el riesgo de quedarse en la enésima promesa cargada de potencial que finalmente resulta devorado por su propio personaje, en un riesgo inherente al juego en el que está inmerso. Contando con solo veintitrés años de edad, toca esperar para ver cómo (y en qué dirección) enfoca los próximos pasos de su carrera. De momento y si hay que apostar, yo me arriesgaría a su favor.

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