Xoel López devolvía la música en directo a Zamora, sólo un par de días después de que Los Enemigos hiciesen lo propio en el Auditorio del Ruta de la Plata, aunque en este caso al amparo de la bonita Plaza de la Catedral y ante un aforo de cuatrocientas personas venido de antemano. Las comparaciones son odiosas pero, en ocasiones y por pura proximidad, resultan también inevitables. Es verdad que, ya de inicio, el vistoso estilo del vocalista resulta bastante más apropiado que el áspero rock castizo de los madrileños a la hora de superar las imposiciones actuales. Pero no es menos cierto que el gallego también supo adaptarse al medio con efectividad, intención y buen gusto.
Porque, ante la frialdad y confusión mostrada por Josele Santiago y compañía en la nueva normalidad, Xoel López apostó por perpetrar desde el inicio un manto de calidez con la idea de mantenerlo a lo largo de toda una velada que, desde ya, debe calificarse como encantadora. Buenas vibraciones que encontraron empatía en un público ganado de antemano, al que le costó poco claudicar frente a la actuación de un cuarteto (en ocasiones quinteto) que convirtió la limpieza de formas de cada uno de sus elementos en protagonista principal. Sucedió desde el exquisito estado vocal del autor (al que añadir las preciosas colaboraciones de Ede) y hasta una instrumentación siempre bien medida y alejada de excesos, que cuenta con el eterno Charlie Bautista tras los teclados y Adrián Seijas a la batería. El pop a medio camino entre lo poético, lo exótico y la canción tradicional de Xoel López fue así ejecutado y presentado con sonido cristalino e implicación, convirtiendo la noche en una celebración (sentada, pero celebración al fin y al cabo) ininterrumpida. Un triunfo al ritmo marcado por temas como la inicial “Lodo”, “Joana”, la colorida “Jaguar”, “Tierra”, la pegadiza “Hombre de ninguna parte”, “Madrid”, “Patagonia”, esa canción venganza tan certera que es “Todo lo que merezcas”, “Buenos Aires” o la fiesta final de “Tigre de Bengala”, además de recuperaciones de Deluxe como “Quemas” (en boca de Ede) y “El amor valiente”.
Una bonita selección capaz de sosegar la zozobra derivada de la incierta situación actual durante algo más de hora y media, con mención especial para los organizadores y su intachable gestión del asunto. La versión en directo de Xoel López nunca defrauda, independientemente de la fidelidad con la que el espectador siga (o no) la carrera discográfica del cantante. Pero éste ha desarrollado una carrera férrea y, sobre todo, cuidada en extremo, desde que Deluxe empezase a despuntar cuando el coruñés todavía era estudiante en la vecina Salamanca y hasta la actual madurez en la que se encuentra inmerso, esa que tanto le favorece. Por eso, entre otras cosas, su concierto convenció sobradamente a todos, fieles y paganos.
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