De nuevo, nos enfrentamos a la adicción y la hipnosis que supone asistir a un encuentro con Guadalupe Plata. Alrededor de una hora y veinte de concierto continuado en el que las pausas para discursos eran inexistentes. Los rostros de los seguidores permanecían boquiabiertos ante tal frenetismo y los cuerpos se movían al ritmo de la música sin darse apenas cuenta.
Es increíble lo que consigue la banda jienense en cada una de sus citas. Que en esta ocasión además era doble, ya que el 4 volvieron a llenar la Sala But de su enorme energía. Marcados por su nuevo lanzamiento, aunque todos los temas sonaran como grandes clásicos del grupo. La técnica de adaptar lo fresco al formato de los directos del pasado les funciona a la perfección. Potentes, pegajosos, perfeccionistas… Los fans de toda la vida coreaban las letras como locos y los nuevos curiosos acabaron transformándose en auténticos creyentes. Y es que, una vez que entras en la burbuja que genera la banda sobre el escenario, y te dejas llevar, compruebas que los viajes de Guadalupe Plata son intentos, se pasan volando y enganchan de una forma brutal.
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