El perro del mar

Único concierto en España de la linda y lánguida sueca de El Perro del Mar. Con una hora de retraso, amenizada acertadamente con los grandes éxitos de los Beach Boys, subió al escenario Sarah Assbring, acompañada de tres tristes tipos de estudiado desaliño, enfundados en trajes oscuros con corbata negra y camisa blanca. En una hora escasa repasó casi por completo su último trabajo, de título homónimo. Soltó todos sus “hits” al principio, aunque en ningún momento bajó el interés, ni la belleza, ni la intensidad que, por otro lado, tampoco fue tanta. Entre los primeros, “Party”, “Coming Down The Hill” o “I Can’t Talk About It”, dulces y dolorosos. Hubo bis y se atrevió con “I Found A Reason”, de la Velvet Underground, poniendo en “Loaded” a una Nico sin voz de camionera. La sensación en un concierto de El Perro del Mar es rara. Es rara porque, pese a la voz aterciopelada de Assbring y el límpido y delicado sonido de cada tema, parece que cada nota que canta le duele infinitamente, mientras a todos los que están abajo se les dibuja una sonrisa perpetua y se balancean en la inercia hipnótica de unos ritmos suaves y unas melodías que aportan una especie de paz culpable. Y es que su sufrimiento es tan intenso que llega a ser casi esperpéntico. Esta sueca tiene aún mucho que ofrecer, mucho más que indagar, dejar en un segundo plano los momentos de tortura suprema y seguir por la rama más folk, mezclada con los Beach Boys menos experimentales o toda la exhuberancia del sonido pop de finales de los cincuenta y principios de los sesenta. De cualquier modo, seguro que al final, para nuestro extraño gozo, le seguirá saliendo una vena mártir en la afligida voz de su alegre y torturado ser.