Moverse en lo oscuro no parece tarea fácil, salvo si eres Dorian. Sin ser de esos indies que tocan mirando al suelo, nos vuelven a llevar por tortuosos recodos de la vida. Esta vez, visitaban Vitoria – Gasteiz para presentar su último disco “Futuros imposibles” en el que hacen referencia a su historia, a lo que les pasa, a las rupturas y a la gratitud. Marc lo ha presentado en varias entrevistas con mucho cariño e importancia, asociándolo como una tercera parte que sigue a “La ciudad subterránea” de 2009 y “Justicia Universal” de 2018,
En el show del pasado jueves, abrían el repertorio de la noche con “Algo especial” y ya desde el principio se notó un sonido más limpio que otras veces, más ligero, mejor… “A contraluz” se mezclaba tranquilamente con algunos de los roqueros camuflados entre las columnas de la sala Jimmy Jazz. Juntarse con Rafa Val de Viva Suecia, será de lo más conveniente que se puede hacer si te dedicas a cantar. Habita el disco de los catalanes, pero en el concierto sin él, y sin su voz más oscura que la de Marc, subrayan lo frustrante de separase, de no llegar y de echar de menos. Quedan los recuerdos que alimentan el resto de las letras del nuevo disco, y la huella de la relación sentimental entre Marc, (cantante, compositor y guitarra del grupo) y Belly, (teclista y voces de Dorian).
Con el tema “Paraísos artificiales” nos llevan a 2009, con la electrónica que nos gusta, con rayos láser que cautivan para bajar las pulsaciones después con “A cámara lenta”, “Los amigos que perdí” y “Hasta que caiga el sol”. Seguimos aceptando pérdidas y emociones bajas que se reciclan en almas unidas por el sonido Dorian. La sala se sabe las canciones, sigue habiendo fans, sigue habiendo esperanza. “Verte amanecer” es de los himnos de la vida, no diría ya ni indie, ni de festivales, ni de mayores, sino de la vida. Irresistible. Y “Una noche más”, a pesar de ser del nuevo disco, nos lleva un poco más atrás, al ¿retro pop ochentero, quizá?
Sigue una de esas canciones que parece que no, pero luego sí: “El temblor”. Viene con guiños mejicanos, mezcal y sol, de donde siempre ha bebido el grupo. Al pasar por “Elegía” volvemos al dolor y a la profundidad y llegar a “La Isla” recuerda el riesgo de las calles mientras bailas y nos unimos desde abajo con una mini coreografía que señala con las manos las 200 canciones. Como siempre que tiene ocasión, Marc no deja espacio para la homofobia y recuerda a los LGTBI y sus derechos, con “Dual”, sin reparos y sin rodeos. Y con sus “Vicios y defectos” acelerará hacia “El sur”, persiguiendo, como todos, la felicidad.
Con la aspiración de llegar a “Cualquier otra parte” o ya allí, nos quedan cuatro temas que compactan la emoción y al público diverso que siempre acude a los conciertos de Dorian. Se saben las canciones y saben que terminaran saltando en el epicentro mismo de la “Tormenta de Arena.” No hay mejor final para este concierto. Para cualquier concierto. Echamos de menos esta vez “Energía rara”, pero quizá, “Materia oscura” vaya bastante en línea como para sustituirla.
A pesar del oscurismo, del quiebro y la ruptura, pudimos ver a Belly, Bart, Lisandro y Marc con sonrisas que devuelven gratitud y esperanza ¿Puede el futurismo pop sacarnos del barro aun viniendo de lo oscuro? Pues por un momento o dos, sí.
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