El último disco de Depedro, “Nubes de papel”, queda ya algo lejos. El que haya pasado más de un año desde su presentación, no es motivo para que Jairo Zavala deje de llenar, cada vez que vuelve a su casa, su sala fetiche. Doblaba la cola de entrada a Caracol la esquina de la manzana, donde se empiezan a intuir las cundas madrileñas, cuando Lucas, escudero desde hace tiempo en la banda del señor Zavala, presentaba su faceta ‘Café Libertad’, con algunos temas sentidos y complementarios para una noche como esta. Sin tiempo para la lágrima, iniciaba Depedro el despegue con “Chilla que tiemble”, de manera solitaria, enganchando a ellos y, sobre todo, a ellas. Es Jairo un tipo que tiene las manos peladas de tocar, lustro tras lustro, en diversos grupos, varias teles y tropecientos lugares. Ahora, por esas cuestiones que a veces se escapan a la razón, obtiene el reconocimiento en forma de público. Y se traslada al México más árido para regalarles “Llorona”. No le hace falta cantar a Jairo: el público le suple en “Nubes de papel”, en “¿Qué puedo hacer por ti?” o en “Equivocado”. Para “Don’t leave me now”, mejor dejar a su autora la interpretación: Amparo Sánchez aparece y borda el medio tiempo. La comparación con Caléxico hace tiempo que dejó de ser necesaria: tiene Depedro clase propia. Latinoamérica, en las venas; Tucson en las seis cuerdas; el Foro, en el corazón.
¡Menudo fotón!