DeLorean, corazones rotos y música en vena
Conciertos / Rockin Race Jamboree

DeLorean, corazones rotos y música en vena

8 / 10
David Pérez Marín — 19-02-2020
Fecha — 06 febrero, 2020
Sala — Auditorio de Torremolinos, Málaga
Fotografía — David Perez Marín

Justo con la ITV recién pasada, nos montamos un año más en nuestro DeLorean y recorremos setenta años de historia para aterrizar de pleno en los efervescentes y elegantes años 50. Torremolinos se retoca el tupé y anuda la corbata de bolo, se pinta un lunar en la cara y los labios del más rojo carmín, con el mar en calma de fondo y el sol como sombrero. Entre el reflejo cromado de Cadillacs, Buicks, Mercurys y Chevrolets de época, pin-ups, cowboys y cowgirls, Marilyns, Elvis y teddy boys venidos de media Europa, se contonean a ritmo de Rock & Roll, abarrotando cada uno de los emplazamientos y actividades paralelas que, de miércoles a domingo, nos han hecho vibrar en esta exitosa 26 edición del Rockin Race Jamboree.

Nuestro recorrido particular por este Rockin Race 2020, comienza en el auditorio principal, con Anita O’Night desbordando pasión rockabilly y rompiendo una de las cuerdas de su guitarra en los primeros rasgueos. Acompañada por The Mercury Trio, ponen a prueba los termómetros con Get ready! o My way back home, pasando con la misma clase y garra por piezas hot jazz o el country más genuino.

El espíritu de Janis Martin sigue volando sobre nosotros con la legendaria Rosie Flores electrificando la velada desde que pisa las tablas, erizándonos la piel con sus seis cuerdas y voz rota, rebosante de energía y mil vidas en cada interpretación. Solo por la desgarradora Simple case of the blues que nos brinda a corazón abierto, ya cobra sentido este jueves o cualquier otro. Alcanzamos otra de las cimas reviviendo la inolvidable actuación de The Blaster de la pasada edición, con un Long white Cadillac que Rosie filtra por sus poros, haciendo saltar chispas de su guitarra y con un saxo que la acompaña como una sombra humeante. Pero el momento estelar llega a fuego lento, con un Cryng over you al que se une James Intveld (dueto mágico que se repetirá en el show del autor de la letra el sábado), parando el tiempo y proclamándose la diva texana, tras esas lágrimas inconsolables, como reina indiscutible del festival.

Rosie Flores

De leyenda a leyenda y Doug Kershaw aparece en escena como un tornado de 84 años, con un Diggy Diggy Lo en el que late la esencia de toda la música Cajun. Exprime su violín y se contonea hasta que la energía aguanta, flanqueado a la perfección por una banda de altos quilates, con Deke Dikerson al mando, que, si antes demostró su maestría al contrabajo junto a Rosie Flores, ahora hace lo propio a la guitarra eléctrica.

Paul Ansell’s Number Nine impregnan la madrugada de aroma a wéstern, con un repertorio sobresaliente, en el que destaca una Red light en la que nos hubiéramos quedado a vivir una temporada. El relevo lo toma el gran Robert Gordon que, con su traje, voz grave y dotes actorales, se mete la luna en el bolsillo en cada interpretación. Del The Way I Walk de Jack Scott, al Heart full of soul de los Yardbirds, pasando por las adictivas Lover boy, Sweet Love On My Mind o el coreado I fought the law de los Clash.

Antes de ocupar un segundo plano y acompañar a Gordon en cada movimiento desde la retaguardia, Darrel Higham abre el show, liderando un puñado de temas que dejan patente su poderío y magnetismo en vivo, con una Dark Haired Woman como bandera que aún resuena entre las paredes del auditorio.

La sorpresa del cartel viene de la mano del trío británico The Jets, con hits atemporales que van del Love makes the world go round, a You ain’t nothin but fine o un Heartbreaker que canta el auditorio al completo, sanando hasta el último corazón roto. Puro rockabilly ochentero plagado de melodías y armonías vocales, con un doo wop  a capella de cierre como guinda de una jornada inaugural memorable.

Retomamos el festival con chaqueta de lentejuelas roja y con master class de Charlie Rich Jr en su piano de cola, seguido de The Hi-Jivers, encargados de inyectarle nervio y pasión al viernes con cortes afilados como Got me wrong o Always talkin down.

Barrece Whitfield

El toque más tradicional, del country al hillbilly, lo pone hoy el combo granjero formado por Dave and Deke Dikerson, justo antes de que el Rockin Race aúlle como nunca con Barrece Whitfield, desgañitándose y sudando soul a cada paso, formando un dream team para el recuerdo con la endemoniada Mambo Jambo Arkestra. Dani Nelo y compañía soplan azufre y hacen que nuestros pies sientan en cada embestida la lava ardiente del mismísimo centro de la tierra, con un elegante Barrence repartiendo dentelladas en la madrugada desde el Bloody Mary inicial, hasta llegar a la locura colectiva final de Caveman, con el aullador de Boston (disfrazado de Pedro Picapiedra) y la Mambo Jambo Arquestra al completo quemando las naves.

Los suecos Fatboy, que ya nos dejaron quemaduras en el Rockin Race 2017, vuelven a tocar techo en esta edición, hechizándonos en cada uno de sus paisajes sonoros. De Last train home a una Bad news from pretty red lips que sigue atrapada en nuestra cabeza.

Chapamos por hoy con los portugueses TT Syndicate,  dándole Café solo a la madrugada y manteniendo la pista de baile al rojo vivo hasta el último suspiro.

James Intveld es el claro triunfador de la jornada del sábado, con ese temple y maestría que le caracteriza. De la guitarrera “Polk Salad Annie”, en la que le saca brillo a su acústica hasta deslumbrarnos, pasando por una Modern Don Juan que desemboca en el galope de la fronteriza Kermit Vale. Aparca su guitarra y, al más puro estilo crooner, termina por ganar la partida con Relentless y la esperada King Cry-baby.

MFC Chicken suben las revoluciones del festival a base de garage y rock & roll en vena, con un tributo a los Fabulous Wailers que es un canto rodante en llamas: Del Louie Louie, a Tall cool one, pasando por Rosalie o una Lucille que no deja títere con cabeza. Con aparición de Anita O’Night, echando más gasolina al homenaje de los pollos a la mítica banda de Tacoma.

The Country Side Of Harmonica Sam

El broche de oro a nuestro Rockin Race Jamboree lo sellan The Country Side of Harmonica Sam, tejiendo historias atemporales con el pulso de la tradición americana, pasando del honky town, al country más campestre, con el steel guitar de Peter Andersson y la garganta prodigiosa de Harmonica Sam en primera línea. A clásicos instantáneos suenan canciones como If that’s the way It’s gotta be, My first broken heart o una Lookout heart que vuelve a demostrar que, aunque un corazón roto nunca se suele curar del todo, la buena música es el mejor bálsamo y viento a favor para saltar de la mano a un nuevo tren en marcha, en busca de la tierra prometida, la pieza del puzzle que complete tu historia o como quieras llamarlo.

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