Memoria histórica
Conciertos / Bum - Bilbao Underground Musika

Memoria histórica

8 / 10
Reuben Weedianaut — 24-11-2022
Fecha — 17 noviembre, 2022
Fotografía — Reuben Weedianaut y Denas Flows

Durante cuatro jornadas de noviembre, las calles bilbaínas han sido testigos del nacimiento de un nuevo festival musical. BUM! (no confundir con el Bilbao Urban Musikaldia que nos trajo a leyendas del hip-hop como Public Enemy o Mos Def) es un proyecto que nace de la necesidad de promocionar la cultura underground musical de la Villa desde los espacios de donde surge: las salas de conciertos. Es por ello que Txarly Romero (Nave 9) y Jon Hervás (Fetén DJ), dos promotores de la escena local con el culo pelado durante años en esto, unieron fuerzas para formar una plataforma que sirva de escaparate para bandas de la escena euskaldun apoyándose en bandas nacionales para dar empuje a un evento que aspira a recuperar ese sentimiento de pertenencia y militancia que está quedando en el olvido tras la pandemia; y a hacerlo sin ningún tipo de barreras, ya sean generacionales o de género.

JUEVES (MUELLE BILBAO)
La primera de las citas era en Muelle Bilbao, sala de referencia en la capital bizkaitarra a día de hoy dada la programación de la que hace gala semanalmente y lo repleta que siempre está su agenda. Las puertas abrían pasadas las ocho en punto que se anunciaba en el cartel, y el primer concierto no empezaría hasta 45 minutos después siguiendo la máxima de “a ver si se anima más gente”. Aún así, para ser un jueves, había buen ambiente desde primera hora y junto a la parroquia habitual se congregaban artistas locales y miembros de bandas amigas (Franco, SUA, Mi Buenaventura, Empty Files, NIZE…), en un ejemplo más del tejido cultural que reivindica el evento.

Unas 60 personas contemplan cómo Álvaro (Olaetxea, Cápsula) sube al escenario para empezar con sus baquetas en solitario el ritmo monocorde cercano al motorik que da comienzo a “Untied”. El resto de EZEZEZ se unen a él para interpretar el tema con la desgana propia de unos The Jesus and Mary Chain, dando como resultado una suerte de mezcolanza entre indie, brit-pop, shoegaze y folk que sienta las bases del sonido del joven grupo. A pesar de tener sólo un LP en su haber, el reciente “When I Think Something is Funny I Smile”, el combo comandado por Unai Madariaga (conocido por su trayectoria como UNAI a secas) cuenta con veteranos como, además del citado batería, Mikel Irigoyen (bajo) y Eneko Ajangiz (guitarra y también productor del disco), y se hace notar en su propuesta en directo. “Witsifis” suena a The Beach Boys y “Movies” a The Velvet Underground o Bolan, con fans coreando las películas que pasan por sus cabezas como fotogramas. “Light//Dark” empieza como unos Nirvana soft para que el Auto-Tune transmute en glam y psicodelia vía Kula Shaker. “Run Run Run” es como si My Bloody Valentine hicieran post-punk/synth, y el Melodine en “Again & Again” suena a Kenny Hoopla y a ese pop-punk que está resucitando junto a Blink 182. Un riff que parece salido del repertorio de VULK da comienzo a “Monster”, un tanto fallona ante la ausencia de rodaje en directo del cuarteto, compensada por una presencia escénica que en “Reckless” transforma a Unai en un Cash veinteañero (¿Micah P. Hinson?) para romperse con garage como cuando a The Black Keys los producía Danger Mouse. Como si Syd Barret hubiera cantado en Sonic Youth. “They Belong To Me” estalla con el caos resultante de una Velvet comandada por Frank Black, para terminar toda la sala en un pogo con una entrada que doblaba la del inicio. Rotundos.

Lava Rosa no son otras que Irune Airu y Mona Rora, dos artistas bilbaínas que por separado junto a sus bandas practican estilos que podrían confluir en algo así como bedroom pop, pero que juntas vendrían a ser como unas Vainica Doble modernas. El paralelismo se ve refrendado con una intro que parece salir de una serie ochentera y una voz en off que, cual Jose Luis Moreno, presenta al dúo, apareciendo en escena con outfits que recuerdan a Hora de Aventuras y un círculo verde pintado en la cara para ejecutar “Principio y Final” coreografía incluida. Entre lo naíf y lo amateur (ésta era su primera actuación en directo), “Da Igual”, puede que su propuesta no me cuente entre su público objetivo, pero sus seguidoras cantan todas las letras en una pista repleta a pesar de que pasan las diez de la noche. “Puedes ser cualquier isla, tú puedes ser Ibiza”. “Noches de Verano” versiona el reggaeton original de Ms Nina & Talisto vía synth pop, y “Mi Cabeza Se Rompe” estaría entre la juventud de Marcelo Criminal y la nocturnidad de Joe Crepúsculo, mientras que “Nudes” vendría a ser La Buena Vida en tiempos de subir coreografías a Tik Tok. Con este bloque dan por terminadas las canciones antiguas, y las inéditas comienzan con una oda a su amigo Txabi, inspirada en un accidente de gaupasa con un sandwich mixto de por medio que debió marcarlas tanto como para dedicarle justo después un bertso por parte de Irune. Mona anuncia que “Sr. Well” está repleta de inside jokes, como parece estarlo toda una discografía salpicada de aparente autorreferencialidad, mordaces como Ladilla Rusa y horteras como Ojete Calor. “Seso y Piza” resulta un hitazo incidiendo en esa línea, una sintonía imaginada para un programa de televisión (“¡Magaluf, Ma-ma-magaluf!”) como las Vainica en Con las Manos en la Masa que acaba con la pareja repartiendo porciones de pizza entre el respetable cual Tortugas Ninja. Suenan a barraca, a Baraka, a polígono, de barrio como un columpio o una tarta de cumpleaños de Repostería Martínez con vela encendida. Dedican un minuto a la palabra de nuestro salvador “Jesucristo” y se van con un “Huracán”: en volandas.

SÁBADO (BILBOROCK)
El plato fuerte del festival nos citaba en Bilborock para el retorno de Anticuerpos, banda formada a finales de los 80 a caballo entre Logroño y Gasteiz por Mamen Vulpes y Pedro Cicatriz, y que llevaba disuelta desde que el batería nos dejase allá por 1995. Tal es el estatus de culto del grupo que, a pesar de vender todo el papel para la jornada, menos de un centenar de personas se congregaban para presenciar el primero de los cuatro nombres que conformaban la velada; y para cuando el último de ellos subiera al escenario, la mezcla entre punkis de cresta y tachuelas y modernos de tote y gabardina resultaba, cuanto menos, curiosa de presenciar.

Arima hacen acto de presencia 15 minutos tarde sobre el horario previsto, un retraso poco habitual en la sala dada la pericia de la que hace gala su Crew en estas lides, pero problemas técnicos han motivado que el ahora cuarteto se presente a ejecutar la intro que abre sus conciertos habiendo probado escasos diez minutos; y hemos venido a jugar. El primer tercio del setlist se resiente por esa incomodidad inevitable hasta encontrar su sonido, un sonido que, tras la incorporación de Josu (Quaoar) como segunda guitarra, ha cogido cuerpo y resulta tan compacto como la unión de juventud y veteranía sobre las tablas. Algo similar a lo que ha experimentado Gontzal en Ama Say sumando a Txap de tercer guitarrista. “Kale Grisak” es una muralla de capas de feedback tras la que se esconde, perfectamente audible, la voz de Paule; una PJ Harvey de rojo a la que se nota más cómoda interpretando al verse liberada de parte de la responsabilidad de su instrumento, aunque sólo se trate del segundo concierto que dan siendo cuatro miembros. “Orbainak” comienza coqueteando con el indie para desembocar en shoegaze que tira de la épica de su letra para sostenerse cómo lo mejor de su discografía. “Somos memoria”. En “Utopia” son MVB pero con una tendencia más ruidista (si cabe), algo así como el dronegaze de Midwife, que pasa a sonar Sonic Youth con la caja a la contra de Gontzal, siempre a favor en la dupla que forma junto al otro Josu al bajo. Se compenetran hasta el punto de haber hecho suya “Epilogoa” de Anari, como reencarnados en Abrego, Mariano y Drake acompañando a Ana Rita, elevando la tensión antes de la delicadeza de “Mugak”, casi a capella como Taylor, para elevarse en el estribillo como Pixies con un subidón que rompe fronteras. La infinita tristeza y melancolía de los Smashing Pumpkins, y de la unión del “Loveless” y Portishead sale “Non Zaude?” para recordarnos que estamos ante una de las mayores promesas de nuestra escena. “Noraezean” empieza como los Belako menos pop, trasladando la propuesta a la pista de baile sin complejos y sabiendo muy bien a dónde quieren llegar. Y llega el final y suena “Magnetismo Artifizialak”, tropicalito como los SOFA para mutar en post-hardcore vía Shellac, con la voz brillando como una luz elevándose entre lo que la “gente normal” daría en llamar “ruido”. Pero no es más que la expresión de un alma llamada Arima.

Feline toman prestado su nombre de un álbum de The Stranglers, y son cuatro gatos capaces de liarla parda con nocturnidad y alevosía, la elección perfecta para servir de puente a las generaciones anteriores que vendrán después. Quizá conscientes de la plaza, empiezan con el turbo metido en “10 Egun”, y el nervio de Eneko a la batería deja claro el por qué de su hiperactividad en la escena punk oi!, de Revertt a Puro Odio, de Arresi a Sta. Cruz. Indomable como es, en el primer parón hace saber de los problemas que tienen dentro con los monitores, para seguir camino acometiendo sin apenas pausa con “Zure Bidea”, una de las canciones que mejor define su sonido. Londres y Berlín. Buzzcocks y Bowie. Punk y glam(our). Con “Too Sad” nos llevan al New York de Warhol y la Velvet, con Baini y Rubén cómo anfitriones de su propio Studio 54. Lou y Ziggy. Ainhoa (Labana) pone la sonrisa perenne y la pericia musical que atesora su trayectoria, imponiendo unas líneas de bajo que llaman al club, sosteniendo los andamios junto a los baquetazos del bermeano. “So Alone” tiene ese punto arty de NY con el aire canalla en el que respira tan cómodo su frontman, y los teclados suman constantemente, proponiendo outfits para vestir cada canción. “Looking” empieza como un tema de los Beatles experimentando con LSD y se torna en Thin Lizzy con Ainho emulando a Phil Lynott mientras hace los coros. “Ez Dago Anfetarik” es su último single y ya se ha convertido por méritos propios en uno de los momentos álgidos de sus conciertos, entre la psicodelia y el post-punk, con acento punkarra en el caos que precede a un estribillo que pone a toda la sala a corear inevitablemente. “The Eye” pone el ojo en el UK82 y “Always” aprieta la marcha siendo uno de los temas más representativos y coreables de la banda, y para el tercio final restante ya parecen haberse librado de la bola que no les dejaba tocar tan a gusto como suelen. “I Hate You” resuena como Delirium Tremens mientras Eneko se muestra más versátil a los parches que en sus otras bandas, habiendo incorporado incluso un pad a su set, pero sin dejar de mover las baquetas como si diera puñetazos. “Ezin Zaitut” resulta AOR vía Zarama, y Baini podría ser un Roberto Moso del rock radical vasco de hoy en día. Rubén comanda “Ian eta Myra” y la hace sonar entre los XTC y El Columpio Asesino, un subidón spoken word para terminar con una versión antológica de Lou Reed luciendo como rockstars a pie de baldosa. “How Do You Think It Feels?” a pleno pulmón para irnos con la mejor de las sensaciones. Tenemos banda para rato.

Sonic Trash son unos míticos de la escena local, una constante en los escenarios y bares de Bilbo desde que ganasen el Villa de Bilbao como Ya Te Digo. Tienen más tablas que el arca de Noé, y van a tiro fijo de principio a fin, sin hacer prisioneros. Empiezan con el motorik de “Amnesia”, como unos 13th Floor Elevators o unos Motorpsycho from Mars. Lander demuestra desde el minuto cero que puede tocar lo que le dé la gana al bajo, abusivo su dominio de las cuatro cuerdas, y David exuda la clase de un Greg Dully perfectamente compenetrado s las guitarras con Juanjo tras una vida tocando juntos. “Orient Ltd” es post-punk acelerado al extremo para bajar las pulsaciones con el soul sudoroso de “Sexy Bass”. “Kamazotz” termina el bloque como unos Fun Lovin' Criminals, bailes tristes para delincuentes que son gente corriente de lunes a viernes. “Bang” restalla como Lagartija Nick, noise rock con teclados marcianos para sonar en garitos crápulas. “Cortes” suena a pocos metros de la calle que le da nombre, y huele al speed del Columpio camino de Berlín, con Ekaitz (Split 77) abandonando los sintes para darle al timbal base sin reproches. Sin corte, sacan el bardeo de “Bilbao Speed City”, un himno al producto autóctono y a una forma de entender la vida, porque Fito y Francis no son los únicos canallas que rondan nuestras esquinas. “Ahora es demasiado tarde para santos y cobardes ”. “Kalamity” abre su último disco por primera vez en euskera, reiterando su querencia por la noche, pegajosa, con los coros y pandereta de una invitada de terciopelo rojo como en una banda sonora de Lynch. “Ahoaz badoaz”. Menos Doctor Deseo y más Sonic Trash. Esto no lo verás en TeleBoina, pero lo puedes encontrar cualquier día de la semana en Gure Txoko. “Gure Nights” resulta más tranquila de lo que podría sugerir su título, como si The Black Crowes hubieran alternado con The Stooges o MC5 y David demostrando un nivel vocal encomiable. “Acelerado” como forma de vida, como chicos demenciales en un bolo de Amyl & The Sniffers. “¿Cómo me pongo así?” Terminan, y sólo puedes pensar una cosa: ¡cabronazos!

La expectación por el retorno de Anticuerpos es más que evidente desde que a primera hora empezaron a pulular un tanto desorientadas las primeras chupas de cuero por la sala, y el lleno en Bilborock resulta una estampa singular y emocionante a la vez. Punks, crusties, indies, rockers, familias al completo… “Voy a Por Ti” da comienzo a su única referencia y también al final de esta velada. “He vuelto del infierno (...) ahora me toca a mí”. Se palpa la emoción en el ambiente, y aunque suenen un tanto descafeinados, esta noche nadie se lo tendrá en cuenta. Suena “Que Todo” y Mamen es todo sonrisa y miradas furtivas a su hija y sus amigas en la primera fila. La verdad es que se nota que la banda ha hecho sus deberes, suenan como si no hubieran pasado los años y hubieran dado su último bolo la semana pasada. “El Jugador” suena al skate punk de Bad Religion y reclaman que mujeres y hombres vivan “Sin Miedo” con la zapatilla de unos Etsaiak y un doble pedal incansable. “Había que darle al hardcore”. Anuncian “Olvida la Fábrica” como el estribillo que nadie quiere oír. “¡Si ya no quedan!”, grita alguien en el público. Nos quitaron las fábricas pero nunca nos quitarán esto. La música era una excusa, sólo queríamos vivir en estos momentos con esta gente. Invitan a Bitxo de Shöck a cantar en “Estás Aburrido”, la vieja escuela y la nueva ikastola sobre las tablas y bajo el escenario. “I Hate Techno” en su camiseta como declaración de intenciones. “En la Noche” suena a Reincidentes antes de que existiera el Viña, cuando ver la vida desde nuestro balcón merecía la pena. Mamen apunta y dispara con su bajo como Steve Harris y Guille (La UVI) cabalga el mástil a su lado, como queriendo demostrar que “El Encargo” se equivoca, no todo tiene fin. “Estás más guapa callada, decía mi madre”. Cánticos para que Urko se ponga la camiseta del Erandio (¡Aúpa el Erandio!), el único pueblo obrero de la margen derecha. ¿Cuántas veces soñamos con salir de allí? Había que escapar “Una Vez Más”. Como ahora, como siempre. “La Fuerza Está Contigo”, no importa lo que digan. Una versión de “No More Heroes” para recordarnos que no quedan héroes, ni los de Bowie, ni los de Stranglers, ni siquiera los nuestros. Zoe sube a cantar con su madre junto a su “bajista favorito de siempre”, César EH Sukarra, y la melancolía con la que empieza “Ya No Estás” humedece todos los ojos presentes trayendo a la memoria tiempos en los que todo estaba bien. Hay quien grita “¡Pedrito!” al acabar la canción, pero guardan un momento especial para volver a cuando el mundo giraba con su viejo amigo a bordo. Empieza “Cuidado Burócratas” y la sala estalla con el recuerdo de los Cicatriz. Ganas de escupir y apretar el gatillo. En la recámara se queda el “Me Gusta Ser Una Zorra” de las Vulpes, según el setlist que se disputan en las primeras filas, pero me parece una decisión más que correcta no haberla tocado. Nunca fuimos de nostalgia, aunque mantengamos la memoria viva en los surcos de estas canciones.

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