Liturgia pagana
Conciertos / Bell Witch

Liturgia pagana

8 / 10
David Sabaté — 05-05-2024
Empresa — Noise On Tour
Fecha — 27 mayo, 2024
Sala — Sala Upload
Fotografía — Eduard Tuset

Los directos de Bell Witch no se presencian, se experimentan. Esta cualidad atribuible, a priori, a cualquier directo, cobra en su caso niveles inauditos. Como en sus discos, el dúo de Seattle moldea en vivo una travesía sonora y visual genuina, tejida de forma lenta pero inexorable. Una continuum sonoro que aglutina desde teclados y sintetizadores a campanas tubulares o riffs sostenidos de distorsión paleolítica.

La banda presentaban su última obra, “Future's Shadow Part 1: The Clandestine Gate”, primera parte de una futura trilogía, una hora y veinte de funeral doom solemne, pesado y envolvente estructurado en cuatro movimientos que reprodujeron con aplomo de una sola tirada. Sus dos miembros oficiaron la liturgia situados a ambos extremos del escenario, cara a cara, quizás para coordinarse visualmente a tenor de sus impredecibles compases de tempo dilatado: Dylan Desmond pinzando con aplomo las siete cuerdas de su monstruoso bajo y entonando las armonías vocales limpias; Jesse Shreibman alternando guturales, percusión y pedales de órgano con sus pies descalzos.

Su puesta en escena se completó con unas cuidadas proyecciones en blanco y negro que reforzaron la naturaleza cinemática de su propuesta: cascadas invertidas, bandadas de cuervos sobrevolando bosques sombríos, formas rorschianas en movimiento, oleajes encrespados que se confundían con las llamaradas de un incendio.

Una entidad invisible, como la que protagoniza la leyenda del folclore americano de la que el grupo toma el nombre, pareció sobrevolar por momentos nuestras cabezas y rodearnos con sigilo, invocada por la corriente telúrica que emanaba del escenario. La sala Upload, entorno sacado de una glamurosa pesadilla lynchiana de luces rojas y baldosas al estilo tablero de ajedrez, ejerció de marco perfecto para adentrarnos en otra dimensión e imbuirnos de una extrañeza sensorial poco común: la música podría haber continuado sin banda tras el gong final.

La hipnosis colectiva empezó a gestarse un par de horas antes con The Keening, formación encabezada por la que fuera líder y cantante de Subrosa, Rebecca Vernon. Presentaban su primer trabajo, “Little Bird”, desigual mezcolanza de folk electrificado con violines que tanto se acerca a Pink Floyd en sus fragmentos más atmosféricos, como a Tori Amos, cuando Vernon cambia guitarra por piano, o a Katatonia en sus pasajes más melancólicos. En un momento de la actuación proclamaron un sentido “Viva Palestina libre” arrancando el aplauso generalizado. Un triste recordatorio de un drama muy terrenal en una noche negra de tormenta en la que nos asomamos a lo desconocido.

 

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