Después de ver, reírme y emocionarme con “Riders of Justice”, cuya idea nació de la mente de Nikolaj Arcel, y sabiendo que Mads Mikkelsen volvía a trabajar con el director, no dudé en embarcarme en su nuevo proyecto “The Bastard”. Por una parte, su anterior película me pareció que, a pesar de algunas cosillas, tenía un aire fresco en su forma de narrar la unión de esa familia disfuncional, mientras que, por otra parte, Mads Mikkelsen es sinónimo de una actuación sobrecogedora. Sin embargo, me encontré con un relato con tendencia al cliché.
Situada en 1755, “The Bastard” narra la historia de un exmilitar que no logra distanciarse de su calidad de bastardo, ya que quedó fulminado por los pilares de una jerarquía social solo accesible para aquellos de clase alta. Para cambiar las tornas tiene un objetivo: cultivar en un paraje que no ha sido domado por el ser humano y ganarse el favor del rey de Dinamarca. Ahí se encuentra con el villano de la película, un noble, que le hace la vida imposible para que no pueda lograr su cometido. Aunque no está solo en su lucha contra la adversidad, a medida que avanza la película, el personaje de Mads Mikkelsen irá conociendo a diferentes secundarios que compartirán sus peripecias repitiendo el mismo mensaje que “Riders of Justice”, la familia va más de los lazos de sangre.
Como se puede apreciar, no es nada que no hayamos visto hasta ahora. Un drama de época que enfrenta clases, un personaje duro que poco a poco abre su corazón, incluso las dos mujeres protagónicas se enamoran de él para generar un triángulo amoroso al uso que reduce su presencia narrativa. Todos los elementos nos llevan a la sensación de que, por muy profunda que sea la actuación de Mads Mikkelsen, por alguna capa extra que se le da al conflicto, con todo ese tema del caos contra el orden, por muy disparatado, casi 'jokeriano', que sea el malo, esta película carece de identidad propia. Como si el guion telegrafiase todo lo que otras narrativas del género ya han explotado.
No me gustaría que el gran trabajo que hay detrás quede ensombrecido, pues la película te traslada a ese frío, a esa lucha constante que sufren el personaje y sus acompañantes. Es entretenida, bien hecha y bien actuada. Sin embargo, no resulta propositiva, no genera un diálogo con el espectador. Una lástima porque el material con el que se ha trabajado tiene potencial. Quizás, con una pequeña vuelta de tuerca en el guion se hubiera podido elevar para apartarse de lo común.
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