La noche eterna
Cine - SeriesMichiel Blanchart

La noche eterna

8 / 10
José Martínez Ros — 03-04-2025
Empresa — Filmin
Fotografía — Cartel de la película

La película belga “La nuit se traîne”, que ahora se presenta bajo el adecuado título de “La noche eterna”, tuvo una excelente recepción en el último Festival de Sitges. Ahora se ha estrenado directamente en la plataforma Filmin; es una lástima que no haya existido la posibilidad de que más espectadores españoles, fuera del círculo de festivales, disfrutaran de ella en la gran pantalla, porque la opera prima de Michiel Blanchart es un entretenidísimo thriller que te agarra y no te suelta en sus noventa y tantos minutos de metraje.

La película es una combinación sencilla, pero brutalmente eficiente de dos de las premisas más clásicas de la historia del cine, las cuales podrían resumirse en “esta es la peor noche de mi vida” y “una persona normal en una situación imposible”. Blanchart ha reconocido abiertamente que tomó por referencias, para escribir el guion, “After Hours” de Martin Scorsese y “Collateral” de Michael Mann, y se nota.

Nuestro protagonista es un joven, Maddy (un muy convincente Jonathan Feltre, con el que resulta sencillísimo identificarse) que trabaja de cerrajero en Bruselas. Una noche como cualquier otra se dedica a resolver diversos avisos de emergencias, casi siempre gente que se ha olvidado las llaves dentro de casa. Es una noche muy agitada en la capital de la Unión Europea, puesto que la comunidad negra está protestando por la muerte de uno de los suyos a manos de la policía local, lo que nos recuerda de inmediato al Black Lives Matter del otro lado del Atlántico, pero nos da la impresión de que Feltre prefiere ignorar todo lo que sucede a su alrededor. Unos años antes, como sabremos más tarde, tuvo un percance con la ley y ahora sólo le interesa salir adelante.

Sin embargo, lo que era una noche tranquila se complica enormemente cuando atiende la llamada de una joven llamada Claire (Natacha Krief), que afirma que se ha quedado fuera de su apartamento, sin las llaves, por accidente. Mady siempre exige, por normas legales, el pago por adelantado y poder hacer una fotografía al documento de identidad de sus clientes. Pero ella alega que todo eso ha quedado dentro y ella parece tan apurada –y es tan encantadora– que el joven decide creerla. Y, a partir de ahí, todo empieza a ir mal. Blanchart es muy hábil al utilizar el contexto político que da a su historia al servicio de la trama: las manifestaciones y cargas de los antidisturbios hacen que desplazarse por la ciudad se vuelva mucho más peligroso; y, además, explica por qué un joven negro con antecedentes dude antes de recurrir a la policía cuando la situación adquiera un cariz amenazador, sin sermonear al espectador acerca del racismo institucional ni tomarlo por idiota.

La mayor parte de “La noche eterna” es una desesperada persecución por las calles, discotecas, estaciones y prostíbulos de Bruselas, en la que Mady intenta volver a localizar a Claire para salvar su vida. El cómo y el porqué se nos va desvelando sobre la marcha, sin disminuir nunca el ritmo acelerado, adrenalítico, en el que discurre esa noche sin fin. En el curso de esta, Mady demuestra que es un tipo inteligente, astuto, con recursos, pero desde luego no se trata de ningún “action hero” convencional, sólo un joven que intenta escapar de la pesadilla en la que se ha visto atrapado. Uno piensa en tantas producciones de Hollywood de puro cine de evasión con megapresupuestos, un reparto de estrellas y resultados lamentables (por ejemplo, las últimas películas de los infaustos hermanos Russo), que dan ganas de tener la oportunidad de proyectarles a los responsables de los estudios esta pequeña película belga, realizada por un debutante, y decirles: “Mirad, no es tan complicado, así se hace”.

 

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