Los grandes colectivos del rap americano actual
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Los grandes colectivos del rap americano actual

Jaime Valero — 04-04-2016
Fotografía — Kendrick Lamar (Archivo)

Top-Dawg

TOP DAWG ENTERTAINMENT

Si nos ponemos estrictos, quizá nos extrañe la presencia de Top Dawg en este artículo. Al fin y al cabo, no se trata de un colectivo propiamente dicho, sino de un sello discográfico. La razón de incluirlo aquí se debe primeramente a que, al igual que otras disqueras míticas como Anticon o Rhymesayers, los artistas que componen TDE comparten una filosofía, una visión y un sonido comunes, complementarios. También se debe a que no podíamos dejar de mencionar a la factoría de la que han surgido algunas de las propuestas más estimulantes de los últimos años. Propuestas personales, arriesgadas y valientes, que han roto con la fórmula tradicional del loop de batería constante, el sampleo a piñón fijo y, ¡ea!, a soltar la perorata. Por contra, sus composiciones tienen un carácter orgánico y voluble, de forma que las canciones evolucionan, ya sea alterando el tono de los rapeados o cambiando por completo la instrumental, a lo que hay que sumar una complejidad lírica muy superior a la media. Lo más curioso de todo: que encima lo han petado en el mainstream.

Dentro de las propuestas de TDE, la primera que salta a la vista es la de Kendrick Lamar. De hecho, y aunque sus compañeros de factoría tienen personalidad de sobra, está claro que el trabajo de Kendrick les ha influido -y espoleado- en sus propios discos. Fue el fundador de TDE, Anthony Tiffith, quien se fijó en él desde sus mismísimos comienzos, cuando aún era un quinceañero con una única mixtape a sus espaldas y el alias de K-Dot como nombre artístico. Así pues, la fundación del sello, en 2004, estuvo muy ligada a Kendrick, y no tardaron en llegar los demás miembros que lo componen hoy en día, de los que hablaremos en breve. Kendrick venía de Compton, uno de los barrios más chungos y con mayor tradición raperística de Los Ángeles. De ahí surgieron los jaraneros N.W.A., con Dr. Dre y Ice Cube a la cabeza, así como numerosos solistas y grupos que, aunque no cuenten con peli propia, también aportaron su granito de arena al género: MC Eiht, The Game, Coolio, YG, DJ Quik... Kendrick ha mamado calle como el que más, y así lo ha dejado patente en sus canciones, pero con una gran diferencia: su forma de hablar de la vida en el hood se aleja de la simplona exaltación del gangsta medio y se aproxima más a la elegante poesía callejera -no falta de crudeza- del Nas de los tiempos de “Illmatic”. Así lo demostró en 2011 con “Section.80”, su primer álbum independiente publicado solo en formato digital, y lo confirmó un año más tarde con el indispensable “Good Kid, M.A.A.D. City”. Otra diferencia fundamental es el carácter conceptual con que construyó estos dos discos, compuestos por canciones entretejidas que nos dejan como resultado el día a día de un joven de clase media-baja que trata de sobrevivir en un barrio hostil, y que a veces, solo a veces, también se deja llevar por las malas influencias. Y por si ese formidable debut dejaba alguna duda, en 2015 regresó con un “To Pimp a Butterfly” todavía más atrevido y complejo. Como dijo un crítico bastante avispado, si “Good Kid...” era como una película, “To Pimp a Butterfly” era una novela. No se me ocurre mejor forma de describirlo.

 

Que Kendrick es uno de los grandes de esta década está fuera de toda duda. Miren si no cómo hasta un mero disco de descartes, el reciente “Untitled and Unmastered”, luce mucho mejor que otros elepés aparentemente más elaborados. Pero no por ello debemos olvidar a los demás artistas que conforman la plantilla de TDE. El segundo en cabeza es Schoolboy Q, quien hace gala de un estilo más agresivo, más inmediato, más de te escupo a la cara y después pregunto. Su pasado en bandas callejeras aflora habitualmente en sus letras, vertiente que compagina con su faceta de padre, un tema cada vez más recurrente en sus canciones. De hecho, cuando ambas vertientes se cruzan el resultado es una canción tan desgarradoramente hermosa como “Prescription/Oxymoron”, una de las mejores que formaron parte de su contundente debut, “Oxymoron” (2014). Previamente a este largo, Q ya se había ganado al respetable con una serie de lanzamientos digitales: “Setbacks” (2011) y “Habits & Contradictions” (2012). Además de la fuerza que desprenden, sus composiciones destacan por su honestidad y por ser el retrato de un joven cabeza loca que empieza a comprender sus errores y a intentar enmendarlos. Quizá lo consiga, quizá no, pero mientras siga escribiendo crónicas tan viscerales como las de estos últimos años, los oyentes seguiremos ganando.

Completando la primera hornada de TDE, y la composición del grupo Black Hippy, tenemos a Jay Rock y Ab-Soul. El primero siempre había dado la impresión de ser una medianía entre sus compañeros, pero a más de uno nos chapó la boca con el disco “90059” (2015). Rock, heredero directo de perros callejeros de pura cepa como MC Eiht, parecía más limitado en cuestión de lírica y estructuras, y su estilo daba la impresión de estar algo desfasado. Pero con este álbum se puso las pilas, se dejó guiar por sus productores para darle un toque más orgánico y variado, y demostró tener muy buenas dotes para el storytelling. Por su parte, Ab-Soul ejerce como el perro verde del grupo, con una apuesta algo más arriesgada en lo sonoro. Y por arriesgada me refiero a una ausencia total de límites y cortapisas, a una capacidad camaleónica para cambiar continuamente de palo, y a unas letras algo enrevesadas en las que no siempre resulta fácil entrar. Pero que no se me malinterprete: su propuesta sigue resultando interesante, propia, y cuenta también con canciones que enganchan desde el primer compás, como el “Turn Me Up” que comparte con Kendrick.

La familia TDE se amplió en 2013 con dos nuevas e interesantes incorporaciones. El primero de ellos fue Iasiah Rashad, un joven MC de Chattanooga (Tennessee) con una propuesta que, sin alejarse en exceso de los parámetros del rap de los 90, resulta fresca y satisfactoria. En 2014 lanzó su primera estocada, un EP titulado “Cilvia” que se ganó muchos pulgares hacia arriba entre público y crítica. Desde entonces se encuentra trabajando en su puesta de largo, que debería llegar este 2016. De momento, ya se puede percibir su evolución en el single más reciente que ha liberado: “Smile”. La segunda y notable incorporación a TDE en aquel 2013 fue SZA, que además de ser las siglas del trastorno esquizoafectivo, también es el nombre artístico de la cantante Solana Rowe, oriunda de St. Louis. Su voz aterciopelada y sus originales planteamientos, a caballo entre el r&b, el soul y el hip hop más alternativos, nos han dejado con muy buen sabor de boca. Su más reciente lanzamiento fue un EP titulado “Z”, que vio la luz en 2014. De sus compañeros de sello, su favorito parece ser Isaiah Rashad, con quien ha firmado canciones tan cojonudas como “Ronnie Drake” y “Warm Winds”.

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