Los discos de mi vida por Marta Jiménez Serrano
Especiales / Marta Jiménez Serrano

Los discos de mi vida por Marta Jiménez Serrano

Redacción — 30-07-2023
Fotografía — Noelia Olbés

A través de los cuentos de su nuevo libro, “No todo el mundo” (Sexto Piso, 23), Marta Jiménez Serrano ha creado un retrato certero sobre las relaciones de pareja en la ciudad de Madrid. Pero hoy la invitamos a que nos descubra algunos de sus discos favoritos.

Jorge Drexler - “12 segundos de oscuridad” (2006)

Un disco al que siempre vuelvo, que tiene un tono agridulce y lúcido que lo convierte en distinto. Es difícil cantar al amor que se acaba sin sonar a tópico (y sin renunciar al dolor). Es difícil cantar al amor que empieza sin sonar a cliché (y sin renunciar al deslumbramiento). Drexler hace aquí las dos cosas. Supongo que lo escuché por primera vez en 2006, cuando salió, y no he parado de escucharlo desde entonces: esperanzador sin ser naif, asume la falta de certeza sin ser descorazonador. Un fino equilibrio que funciona con cualquier estado de ánimo.

C. Tangana - “El Madrileño” 
(2021)

El disco reciente que más he escuchado seguramente (y que más he escuchado en formato disco, desafiando la azarosa combinación aleatoria de Spotify). Me vale para todo, para escucharlo sola y con gente, para bailar y para cantar, para escucharlo sentada o de fiesta, atentamente o de fondo. Es divertido, es tradicional y es nuevo, es refrescante y parece que llevas toda la vida escuchándolo, y tiene ese regusto a cáscaras de pipa y servilletas poco permeables tiradas en el suelo del bar que tanto me gusta.

Leonard Cohen - “Live In London” (2009)

Estuve en la gira en el concierto que hizo en Madrid, y seguramente es uno de los conciertos más emocionantes en los que he estado. Los graves de Leonard Cohen suenan a ecografía emocional, a sonido intracavernario, a que está viniendo de otro mundo para contarte qué hay más allá. Y seguramente lo está haciendo.

Franco Battiato - “Mondi lontanissimi” (1985)

Algo así como si Dante hiciera música pop, la comprensión de que lo divertido no es menos profundo, de que la melodía amable y el existencialismo pueden ir de la mano. He puesto este disco pero podría poner cualquiera de los suyos.

Chavela Vargas- “Un mundo raro” (1961)

Para sentirte automáticamente con el corazón desgarrado y un chupito de tequila en la mano, aunque estés en el momento más zen de tu existencia. Y quién no quiere sentir el corazón desgarrado de vez en cuando.

La Oreja de Van Gogh - “El viaje de Copperpot” (2000)

Este puesto se lo disputa con “Estopa” (Estopa, 1999), dos discos que escuché hasta la saciedad en mi tierna preadolescencia y que se han quedado grabados en mi cerebro con mucha más intensidad que las tablas de multiplicar. Quizá de los primeros casettes que tuve porque les gustaban a mis amigos, la primera música no heredada de mis padres. Un infalible cuando un viaje en coche se hace pesado y hay que levantar el ánimo.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.