El fantasma en la makina de “La Ruta”
Especiales / Borja Soler, Carlos Marqués-Marcet Y Belén Funes


El fantasma en la makina de “La Ruta”

Pablo Tocino — 02-02-2023
Fotografía — Laia Lluch

Charlamos con varios de los protagonistas de “La Ruta”, serie que se acaba de coronar en los Premios Feroz al llevarse los premios a Mejor Serie Dramática, Mejor Guion de Serie y Mejor Actriz Protagonista (Claudia Salas).

“Las máquinas son muy sensibles”, dice un personaje en una de las escenas de “La Ruta”, donde también se menciona al pionero Padre Castillejo, a quien la música electrónica le “acercaba a Dios”. La concepción general sobre la Ruta Destroy se basa más en los estereotipos y en lo negativo, más en lo que ésta representaba en su decadencia que en su efervescencia (curiosamente lo contrario que se hace con la Movida Madrileña), pero lo cierto es que en su historia hay un componente muy importante de libertad, de fraternidad, de esperanza e, incluso, de espiritualidad. Esto es algo que intenta reflejar “La Ruta”, la serie de Borja Soler y Roberto Martín Maiztegui (junto a Belén Funes y Carlos Marqués-Marcet) para Atresplayer Premium.

Con banda sonora original de Pional, Álex de Lucas y La Plata, y una selección musical que va de Kraftwerk a Chimo Bayo (y en la que suenan temazos como “Nowhere Girl” de B-Movie, “Fade To Grey” de Visage, “Solidarity” de Angelic Upstarts o “Lady Shave” de Fad Gadget), “La Ruta” nos brinda secuencias en las que la música tiene un papel especial (el final del sexto episodio es una de las mejores secuencias musicales del año en ficción), pero la serie no se centra en ella, sino en la evolución mental de sus protagonistas, para quienes los beats resultan –paradójicamente– un oasis entre el ruido. Los personajes gestionan el dolor de una desgracia que les ocurre, pero también la incertidumbre de una generación que quizás no se diferencia demasiado de la actual (también bastante perdida y con una maltrecha salud mental). Y lo hacen a través de la música y la fiesta. Así que hemos querido hablar con sus protagonistas especialmente de esto, porque la salud mental puede ser un término recurrente cuando se pregunta a actores por sus personajes o por sus ideas... pero no por su propia salud mental, o sus propias experiencias con –dependiendo de su estatus o su momento– la frustración, la ilusión, la fama y el aislamiento. Si la música nos libera, quizás algo que también lo hace es compartir el dolor y la vulnerabilidad.

Àlex Monner, que tras “La hija de un ladrón” se ha reencontrado aquí con Belén Funes (“disfruto mucho currando con ella, entiende la interpretación desde un lugar muy parecido”), no tiene problemas en abrir la veda: “yo he tenido esto, otra gente habrá tenido otras cosas, pero todos los actores estamos hechos una mierda. En mi caso, he pasado un momentos muy chungos en los que lo último que me apetecía era ir a rodar, y da mucha pena sentir que dejas de hacer bien lo único que en teoría se te da bien en la vida”. El nivel de exposición y las expectativas son un factor determinante: “hay muchísima peña mirando, muchas voces... mucho ruido, tío, hay muchísimo ruido. Cuesta mucho estar tranquilo. Mira, mañana voy al estreno de 'La Ruta' y... (pausa) es que en realidad me da un palo increíble, tío. Ir ahí a que me hinchen la oreja... porque somos muy intensos en nuestro sector, hablamos mucho, tío. Es un mundo muy pequeñito en que todo el mundo se conoce, pero nadie se conoce de verdad”.

“A día de hoy si tú sueltas en una conversación ‘voy a terapia’, alguna mirada de juicio te encuentras. Sigue habiendo mucho trabajo por hacer. Y tendría que ser mucho más asequible a las economías, a familias que no pueden permitirse nada de esto”, comenta Claudia Salas, quizás la que ha tenido el salto a la fama más bestia y rápido con su personaje en el fenómeno “Élite”: “A mí en un año me vino lo que a la gente le viene, si es que le viene, en veinte... yo sin terapia no habría podido estar aquí. Sin terapia y sin la familia que yo elegí y la familia que me ha tocado, que por suerte son un regalo ambas. Agradezco mucho que nos preguntéis por esto, porque se suele pasar por alto”. Salas se lleva, eso sí, muchas cosas positivas de Rebeka (“esa forma que tenía impulsiva de enfrentarse a las situaciones a mí me ha ayudado mucho”), y se anima a elucubrar sobre el futuro del personaje tras salir de la serie de Netflix: “Me la imagino teniendo su propio local de uñas. Me gustaría que disfrutara de la vida desde un lugar bueno, que no sea de la rabia ni el enfado”.

“(Elisabet Casanovas) Se puede hablar de salud mental de muchas maneras, y ciertamente 'La Ruta' lo hace"

“Merlí” no sería “Élite”, pero también fue un fenómeno, sobre todo en Cataluña, así que Elisabet Casanovas también sabe de lo que habla. Ella, además, tuvo que lidiar con todo aquello cuando acababa de perder a su madre: “Me es imposible hablarte de ese momento sin tenerlo en cuenta. Fue muy raro, claro; yo en ese momento estaba haciendo el duelo, y había una parte de mí muy expuesta y otra parte muy íntima intentando gestionar ese duelo. Pero trabajar de actriz me ayudó muchísimo, y también he tenido mucha suerte con los compañeros que he ido teniendo en el camino”. Elisabet cuenta además que, aunque “Merlí” le abrió muchas puertas, le vino muy bien hacer teatro después, “me gusta ver este oficio como una carrera de fondo”. La actriz coincide con sus compañeros en la importancia de hablar de salud mental en ficción: “Se puede hablar de salud mental de muchas maneras, y ciertamente 'La Ruta' lo hace. Vemos ventanitas en la vida de estos cinco amigos, cómo les afecta y van gestionando el dolor a lo largo de los años”.

Y, si el salto a la fama de Salas fue el más bestia, el de Ricardo Gómez fue el más precoz: por suerte o por desgracia (seguramente ambas), siempre habrá alguien para quien siga siendo “Carlitos”, su personaje de “Cuéntame cómo pasó”. El actor cree que estos sentimientos se deben también a que la de actor es “junto a otras profesiones, una de las que tiene más conexión con la vulnerabilidad. Influyen la frustración y la gestión de expectativas si te va mal, pero aunque te vaya 'bien': el ser humano está preparado o lo hemos preparado nosotros para siempre querer más. Un buen ejercicio sería intentar estar contentos con lo que tenemos”. Parece ser su caso, porque cuando le menciono la posibilidad de ser dirigido por Sorogoyen (Caballo Films, la productora de “La Ruta”, es suya), no disimula el entusiasmo, pero siempre dentro de una calma: “Admiro muchísimo a Rodrigo, tiene un tempo narrativo y un manejo de la tensión increíble, es de los mejores directores españoles en activo... Ojalá suceda algún día”.

Quizás el personaje más complejo al respecto, el que vemos más atormentado y a la vez (música mediante) más feliz, es Lucas, interpretado con maestría por Guillem Barbosa, el menos conocido de la pandilla, y su gran revelación. Y precisamente Guillem tiene reciente eso de que responder “tirando” a los “¿Qué tal?” sea un eufemismo: “Cuando empecé la serie estaba pasando por un momento muy complicado a nivel de salud mental... Todos pasamos por un momento difícil en nuestras vidas, y a mí me tocó ahora a los veintisiete. Ha sido una lucha tremenda para poder volver a estar en contacto con el mundo y con las personas que amo, y para poder volver a ser quien realmente soy. Y la verdad es que la serie significó verme envuelto en un ambiente de trabajo formidable, en el que quise poner todas mis intenciones, y verlo como una salida de todo ese mal. Fue una manera de rescatar mi vida. De ver que por fin mi día a día no se basaba en tratar de sobrevivir, y en pensar en cosas que no estaban ahí, sino de luchar por mí y por mi futuro. En lugar de estar comiendo las sobras de mi pasado, comiendo cenizas y comiendo mierda, hacer 'La Ruta' me ayudó a coger los platos positivos que tengo en mi vida para comérmelos”.

La Ruta Laia Lluch

Hay dos pilares en este empujón para salir del pozo que le ha dado “La Ruta”. Uno es, claro, el personaje: “Lucas me ha ayudado a aceptar partes de mí que no tenia aceptadas, y, si lo piensas, es un personaje que va reviviendo, al estar contada al revés la serie. Aunque tenga oscuridad, porque no pude evitar ponérsela, porque yo la estaba viviendo... Realmente Lucas se dirige hacia la luz en su viaje”. ¿El otro? Sus compañeros (“me tranquilizaron y me abrieron sus corazones, también los que no conocía.. Yo he intentado darles también toda mi energía y todo mi amor”), que no tienen más que palabras buenas para él. “Hay una escena suya que fue improvisación y que creo que puede ser ya Historia de nuestro cine”, sentencia Claudia. “Yo por mucho que me trabaje el texto en casa no llego a lugares donde él ha llegado, lugares a los que él llega porque construye desde un lugar muy genuino y de no-juicio”.

“Nos conocemos de hace tiempo y, aunque formábamos parte de círculos diferentes, siempre nos hemos querido mucho. Cuando nos veíamos había una atracción entre nosotros, un magnetismo muy fuerte”, nos cuenta Àlex, que pone un ejemplo muy gráfico: “En el casting recuerdo que me cogió en brazos, me bajó los pantalones y los calzoncillos y me abrió el culo, ¡en el casting! Y luego rodando también. Me hacía cosas que creo que a otros actores no les habría hecho... Teníamos un juego y una confianza muy guay”. “¡Yo es que estudié con él!”, añade Elisabet, “Coincidimos en una asignatura en 1º, con dieciocho o diecinueve años. Imagínate lo bonito que ha sido reencontrarnos... Lo he sentido muy casa, a él y a todos”. Ricardo Gómez también coincide en que “verlo enfrentarse por primera vez a un rodaje profesional ha sido muy bonito. Es una persona con muchísimo talento”.

“(Ricardo Gómez) A veces si abro el disco duro y veo fotos de quince o dieciséis años con mi grupo de amigos y tal... Ves que eso que estás viendo ya no lo tienes. Tienes otras cosas, pero eso ya no”

Gómez menciona además el sentimiento de nostalgia presente en los personajes de “La Ruta” y en él mismo: “A veces si abro el disco duro y veo fotos de quince o dieciséis años con mi grupo de amigos y tal... Ves que eso que estás viendo ya no lo tienes. Tienes otras cosas, pero eso ya no”. Por eso mismo, considera tan especial la escena del grupo en la playa: “La propusimos nosotros, ¿quién no se ha bañado en bolas con sus amigos de empalme después de una noche de fiesta? Cuenta algo de esa juventud y de esa libertad”. “Sí, a mí me encantó, al final es que las escenas así son las que más te llevas de un rodaje”, se suma Claudia. “Porque, aunque la parte técnica no se olvida, digamos que no se verbaliza tanto, y hay una intimidad muy guay con tus compañeros”. “Pues a mí me dio palo, porque en el agua la polla la tenía como un cacahuete; si tienes que salir empalmado como en 'Gang' pues mira, estás en tu mejor momento, en tu mejor hora”, contrapone entre risas Àlex Monner. Se refiere al corto de Alex Sardà, que dio mucho que hablar por una escena cuyo revuelo no entiende: “La escena original era mucho más explícita y nos pajeábamos todos, pero los demás actores no querían [risas]. Hay una cosa graciosa con esto, ¿sabes que la madre de una colega del cole me llamó súper preocupada porque vio fotos mías en bolas por Internet y se pensó que me habían hackeado?”.

Además de anécdotas graciosas, Àlex también nos habla sobre su intención de ponerse tras las cámaras: “Tengo un guión que estoy empezando a pasar a productores para recibir feedback, a ver si a alguien le interesa, y quizás voy a apuntarme a algún laboratorio. Esto requiere mucha dedicación y metodología, y yo no soy mucho de metodología. Pero ojalá algún día dirija una película... Estoy convencido de que llegaré a hacerlo. El camino está lo suficientemente hecho como para echarme atrás ahora”. Si hablamos de bienestar de un actor, de crecimiento personal y de aspectos que les ayuden a reforzar su identidad, ciertamente crear una obra propia puede ser uno de ellos, así que aprovecho para sondear a sus compañeros. Elisabet, aunque tiene cosas escritas, nos cuenta que de momento no se atreve: “Aún tengo que aprender, aunque me gustaría, porque al final a mí me encanta contar historias. Es lo que hacemos al interpretar”. Para Claudia, de hecho, dar vida a un personaje cumple suficientemente con esa necesidad creativa: “Le tengo tanto respeto que nunca me atrevería, de momento me veo frente a la cámara”. Guillem no lo tiene entre sus planes, aunque no descarta dirigir una obra de teatro, y cuenta que intentó publicar un libro escrito a mano, “de más de doscientas páginas. Lo estoy pasando ahora a máquina”. Ricardo está en el punto medio: sin llegar a la parada del camino en que se encuentra Àlex, sí que tiene “un proyecto que va dando sus pasos y ojalá pueda salir... Pero me genera mucho pudor hablar de cosas que no son hechos constatados, sino sueños que espero que se cumplan”. Desde luego, se cumplan o no, algo que nos enseña “La Ruta” es que soñar acompañado merece bastante la pena.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.