Especial grandes discos producidos por otros músicos
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Especial grandes discos producidos por otros músicos

Sergio Ariza — 08-01-2024
Fotografía — Archivo

La figura del productor musical siempre ha sido mirada con recelo, más como un tipo que está allí para hacer dinero que para ayudar a los artistas, pero no hay que olvidar que hubo un tiempo en la música popular en la que el productor era la propia estrella y el que arriesgaba en el estudio.

Así era con con gente como Phil Spector, Lee Hazlewood, Jack Nitzsche o Leiber & Stoller. De hecho fue Brian Wilson de The Beach Boys, gran seguidor de Spector, el primero en darse cuenta que para conseguir el control definitivo sobre su música también tenía que sentarse detrás de la mesa de mezclas, aunque su trabajo estuvo principalmente enfocado en sus propios discos. Eso sí, desde entonces han sido muchos los músicos que han decidido probar suerte como productores y echar una mano a otros compañeros de profesión, estos son algunos de los mejores ejemplos de ello. Hay muchísimos más, pero esta es nuestra selección.

Lou Reed - "Transformer" (1972; David Bowie y Mick Ronson)

David Bowie se estaba convirtiendo en una estrella a lomos de Ziggy Stardust, así que no dudó en usar su recién conseguida fama para ponerse en contacto con uno de sus ídolos y ofrecerle visitar Inglaterra y producir un disco. Se trataba de Lou Reed, que había dejado The Velvet Underground un par de años antes y había sacado un primer disco en solitario con tan poco éxito que ni siquiera Bowie, uno de sus mayores fans, se había enterado de su existencia. Reed aceptó viendo una oportunidad en todo ello e intrigado por aquel inglés excéntrico. Bowie se volcó en el disco y se trajo consigo a su mano derecha de aquel entonces, el imprescindible Mick Ronson, que ejercía de capitán de las Arañas de Marte. La importancia del guitarrista sería fundamental, sirviendo de coproductor, junto al propio Bowie, además de arreglista y músico principal de “Transformer” (tocando la guitarra, el piano, además de hacer varios coros).

El resultado fue una maravilla en la que Bowie y Ronson pusieron el manto sonoro y Reed regaló las tres mejores canciones de su carrera en solitario, "Walk On The Wild Side", "Satellite Of Love" y "Perfect Day". Bowie y Ronson respondieron adornando "Transformer" con cuerdas, coros y hasta solos de saxofón hasta convertirlas en perfectas. Es el disco que mejor suena de la carrera de Reed en solitario, aunque también el que suena menos a él. Eso sí, baste escuchar el arreglo de cuerdas de Ronson para "Perfect Day" o los increíbles tonos agudos que alcanza Bowie al final de "Satellite Of Love", una de las canciones más románticas de su carrera, para demostrar el amor incondicional de estos dos ingleses por el trabajo de Reed. Por cierto, Bowie venía de producir el notable "All The Young Dudes" para Mott The Hoople, a los que dio la maravillosa canción titular, y en breve produciría el disco de otro de sus ídolos americanos, Iggy Pop, para el que produciría el mítico "Raw Power" de Iggy y los Stooges.

Elvis Costello & The Attractions - "This Year’s Model" (1978; Nick Lowe)

“This Year's Model” fue el inicio de la más fructífera de las colaboraciones de Elvis Costello, ya que fue el primer disco en el que le acompañaron los Attractions, la banda junto a la que se convertiría en el “Rey de la Nueva Ola”. Pero también estaba el imprescindible Nick Lowe, que ya había producido el maravilloso debut de Costello, “My Aim Is True”. Lowe era un veterano de la escena pub rock con Brinsley Schwarz y ese mismo año empezó su carrera en solitario con “Jesus Of Cool”, pero también había comenzado una atractiva carrera como productor donde grabó una de las primeras canciones del punk inglés, "New Rose" de The Damned, además de a Graham Parker, Wreckless Eric, The Pretenders o Dr. Feelgood. Pero puede que su trabajo más atractivo sea junto a Costello, con el que grabó sus fundamentales cinco primeros discos. El mejor del lote, con el permiso del mencionado “My Aim Is True”, es este disco en el que se comprueba su estilo espontáneo en el que había muy pocos “overdubs”, buscando un sonido directo y burbujeante. Algo que Costello y The Attractions consiguen a la perfección aquí, convirtiéndose en la versión punk “nuevaolera” de Buddy Holly y The Crickets y entregando una colección de canciones desarmantes, con gemas como "Pump It Up", "This Year's Girl", "(I Don't Want To Go To) Chelsea", "Lip Service", "The Beat", "No Action", "You Belong To Me" o "Lipstick Vogue". Por cierto a Costello también le entraría el gusanillo de ponerse detrás de los mandos en proyectos de otros y entregaría excelentes trabajos, como el primero de The Specials, “East Side Story” (81) de Squeeze o el fundamental “Rum Sodomy & The Lash” (85) de The Pogues.

Talking Heads.- "Remain In Light" (1980; Brian Eno)

La combinación entre productor creativo y artista visionario ha tenido varios grandes ejemplos a lo largo de la historia: George Martin y los Beatles, Tony Visconti y David Bowie o Martin Hannett y Joy Division. Pero en esa lista no puede faltar la dupla Brian Eno y Talking Heads. Eno ya había ayudado bastante a Bowie en su trilogía berlinesa, aunque Visconti siguiera firmando como productor, pero cuando escuchó a los de David Byrne sintió un flechazo inmediato, llegando a escribir la canción “King’s Lead’s Hat” (un acrónimo de la banda) en su honor.

Su colaboración comenzó en el segundo disco de la banda, “More Songs About Buildings And Food” (78), pero el mejor ejemplo de su colaboración es el cuarto, “Remain In Light”, donde el grupo decidió experimentar con sonidos tribales y africanos y el productor amplió su sonido usando loops y samples, mucho antes de que cualquiera de esos términos fuera conocido. Que con un sonido tan absolutamente original, David Byrne fuera capaz de que sus letras destacasen tanto como la música (como su famoso ataque a la conformidad burguesa en “Once In A Lifetime”: “Y puedes encontrarte en una hermosa casa, con una hermosa mujer, Y puedes preguntarte ‘Bueno ... ¿Cómo llegué hasta aquí? Dejando pasar los días’") da prueba de la grandeza de un disco absolutamente referencial.

The Replacements "Tim" (1985; Tommy Erdelyi)

Los de Paul Westerberg venían de grabar su mejor disco hasta la fecha, “Let It Be” (84), y comenzaron pensando en grabar su continuación con uno de sus ídolos, Alex Chilton, al que posteriormente dedicarían una de sus mejores canciones, a la producción. Pero, al final, quien se sentó en la silla de producción fue otro músico, en este caso Tommy Erdelyi, mejor conocido como Tommy Ramone, primer batería de Ramones y productor de varios de sus discos, además de principal compositor de “Blitzkrieg Bop” y “I Wanna Be Your Boyfriend”, palabras mayores, vamos. En general muchos piensan que el sonido de este disco no refleja el verdadero sonido de la banda, pero yo creo que es el mejor trabajo de su carrera y el que mejores canciones tiene, valgan "Kiss Me On The Bus", "Bastards Of Young", "I'll Buy", "Swingin' Party", "Left Of The Dial", "Little Mascara" o "Here Comes A Regular" como ejemplo. Y creo que Erdelyi supo ver la evolución de un Paul Westeberg cada vez más maduro como compositor. Este año ha tenido una excelente revisión a cargo de Ed Stasium, colaborador de Erdelyi, que se ha editado bajo el nombre de “Tim (Let It Bleed Edition)”, y que ha añadido un sonido más áspero y crudo a la mezcla.

XTC - "Skylarking" (1986; Todd Rundgren)

XTC era una de las bandas más originales de la “Nueva Ola” pero Andy Partridge y Colin Moulding buscaban sitio para dar rienda suelta a su amor por la psicodelia más sixties, así que se pusieron en las manos de Todd Rundgren, un gran músico, pero también un productor con experiencias como el debut de New York Dolls o “Bat Out Of Hell” (77) de Meat Loaf en su bagaje. La relación entre Partridge y Rundgren fue tumultuosa, siendo generosos, pero desde el momento en el que sonaba el inicio de “Summer’s Cauldron” uno veía que el resultado iba a merecer la pena, ampliando su paleta sonora con nuevos instrumentos y texturas. Rundgren desempeñó un papel fundamental en el diseño del sonido y la programación de la batería del disco, realizando cuidados arreglos orquestales y prestando una gran cantidad de equipo al grupo, incluida su SG “The Fool” con la que Clapton tocó en Cream. El resultado de su unión fue el mejor disco de su carrera, una obra unificada en la que lograron dar rienda suelta a su amor por la psicodelia de los sesenta, sin sonar a simple homenaje o parodia, sino a algo propio.

Nirvana - "In Utero" (1993; Steve Albini)

Kurt Cobain había vendido muchos millones de discos deNevermind y era la mayor estrella de rock de su tiempo, así que decidió llamar a Steve Albini para recuperar su credo independiente y entregar una furiosa e incandescente respuesta al éxito que contó con el ex Big Black como productor, o como prefiere llamarlo él, ingeniero de sonido. Albini había sido responsable del agresivo y violento sonido de discos como “Surfer Rosa” (88) de Pixies, “Pod” (90) de The Breeders (uno de los favoritos de todos los tiempos de Cobain) o “Rid Of Me” (93) de PJ Harvey. Nunca un disco que ha vendido quince millones de copias ha tenido un sonido tan visceral y cortante como “In Utero”.

Weezer - "Weezer. The Blue Album" - (1994; Ric Ocasek)

Weezer eran esos pardillos de las películas que terminan llevándose a la chica, una panda de “nerds” a los que les encantaban Kiss y “Dragones y mazmorras”. Además, a su líder, Rivers Cuomo, no le importaba dejar claro su amor por el rock de estadio de los setenta (un anatema a principios de los noventa) y los buenos solos de guitarra. Si a esto le sumamos que tenía un talento especial para las melodías pop, podríamos decir que su emparejamiento con Ric Ocasek de The Cars como productor fue un emparejamiento perfecto. En medio de solemnidad, el “lo-fi”, el pesimismo del grunge y el resto del rock alternativo, destacaban estos tipos que no dudaban en alabar al mismo tiempo a Pixies y Van Halen. Ocasek fue fundamental a la hora de hacer de su sonido mucho más “bombástico”, con las guitarras de Cuomo brillantes y a un volumen brutal, sonando como una versión actualizada de Cheap Trick en la que ya no había dos guapetones y dos freaks, sino cuatro nerds. Con “Pinkerton” se quedaron cerca, pero nunca volvieron a igualar la brillantez de este debut en el que no había canciones de relleno y, aun así, brillaban como diamantes esos tres sencillos inmaculados que fueron “Undone-The Sweater Song”, “Buddy Holly” y “Say It Ain't So”.

Fiona Apple - "When The Pawn..." - (1999; Jon Brion)

Fiona Apple no había cumplido los diecinueve años cuando apareció su primer disco, “Tidal” (96), una obra que ya nos enseñaba una inusual madurez y una compositora extraordinaria, pero que era todavía una aproximación a su propio sonido. Con “When The Pawn…” (si pusiera el título entero del disco no habría espacio para más en esta reseña), la cantante se encuentra definitivamente a sí misma, su voz, su estilo, con un poquito de ayuda de los amigos, principalmente un Jon Brion, que ya había tocado varios instrumentos en su debut pero aquí se hace también cargo de la producción y sobresale en su rica paleta y en los arreglos de cuerdas. Esta es su primera obra maestra (a partir de aquí todos sus discos lo son), conjugando sencillos tan irresistibles como “Paper Bag” y “Fast As You Can”, con canciones inolvidables como “On The Bound”, “Limp”, “Get Gone” o el emocionante final con “I Know”.

The Libertines - "Up The Brackett" (2002; Mick Jones)

The Libertines eran, básicamente, The Strokes pasados por cuarenta años de tradición de pop británico, desde The Beatles y The Kinks, hasta llegar al Britpop, pasando por el punk y la Nueva Ola, con Mick Jones de The Clash reafirmando esos lazos y sirviendo como productor. Supongo que su principal tarea fue conseguir que Pete Doherty tuviera unos pocos minutos de lucidez al día y que no se matara con Carl Barat en esos precisos instantes. Despejados ya los líos sensacionalistas y las loas exageradas del NME en su tiempo, “Up The Brackett” (y su continuación) siguen sonando maravillosamente frescos veinte años después. Una obra llena de actitud en la que la banda suena completamente caótica y refrescante. Es un desastre maravilloso, y uno agradece a Mick Jones que les dejara sonar así, con esa actitud tan rock'n'roll, a pesar de que sus canciones no eran más, ni menos, que pequeñas y contagiosas píldoras pop.

Lana del Rey - "Ultraviolence" (2014; Dan Auerbach)

Lana del Rey decidió callar unas cuantas bocas con su segundo disco, a las lujosas producciones de cuerdas y ambientes cinematográficos deBorn To Die” (12) le siguió un disco mucho más oscuro como Ultraviolence”, una obra en la que su persona/personaje era todavía más pronunciada. Con la ayuda de Dan Auerbach de The Black Keys en la producción (y la guitarra), el “sadcore” de las baladas de Lana se volvía más pasional y misterioso. Esta neoyorquina de nacimiento nos volvía a representar (a vivir) a la princesa de la Costa Oeste Americana, un personaje desvalido y “vintage”, entre Douglas Sirk y David Lynch, siempre en brazos de un hombre problemático. El disco incluía la maravillosa "West Coast", donde una sinuosa guitarra (cortesía de Auerbach) nos presentaba una canción que se ralentizaba en su acertado estribillo, rompiendo las reglas no escritas del 'mainstream', volviendo a mitificar en su letra a su adoptiva California y toda su iconografía (entre la que, por supuesto, ya hay que contar a la propia Lana). Claro que aquí también estaban "Shades Of Cool", "Brooklyn Baby", la canción titular o la irónica "Fucked My Way Up To The Top", donde demostraba que ella sería la que reiría última.

Lorde - "Melodrama" (2017; Jack Antonoff)

No podemos hacer esta lista sin el productor más exitoso de los últimos tiempos, Jack Antonoff un tipo que parece estar detrás de todo, Taylor Swift, Lana del Rey (junto a la que grabó el imprescindible “Norman Fucking Rockwell”), St. Vincent o este segundo trabajo de Lorde, el mejor de toda la carrera de la neozelandesa. El proceso de maduración del primero a este disco es sencillamente prodigioso, con Lorde demostrando que es una de las mejores compositoras pop del momento y Antonoff recubriendo las canciones de los elementos necesarios, ya sea el pop barroco de “Writer On The Dark”, los guiños al “Born To Run” (uno de los favoritos de Antonoff) en el piano de “The Louvre” o el piano house de la imprescindible “Green Light”. Antonoff dirige el proyecto Bleachers y fue miembro de Steel Train y de los fugazmente exitosos FUN.

Weyes Blood - "Titanic Rising" (2019; Jonathan Rado y Weyes Blood)

Jonathan Rado fue la mitad de esos lunáticos del retro pop que fueron Foxygen, aunque también se ha reconvertido en un productor fetichista analógico que triunfa entre cierto tipo de mentes afines como las de los Lemon Twigs (algo así como los continuadores de Foxygen), Whitney, a los que produjo su primer disco, Father John Misty, con el que trabajó en God’s Favorite Customer” (18) o, principalmente, Weyes Blood con la que ha colaborado en esta obra maestra titulada Titanic Rising. Rado ejerce de co productor junto a una cantante que es la gran estrella del show. Tanto si se trata del grandioso sintetizador que introduce, “A Lot's Gonna Change”, como del estridente sonido de cinta que subyace en el tierno desvanecimiento soft rock de la preciosa “Andromeda”, “Titanic Rising” reinterpreta a la perfección la fórmula del pop barroco con suaves toques electrónicos que acompañan a la perfección la sublime voz de Natalie Merring y sus cuidadas melodías. Un disco imprescindible.

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