"Me resisto a ser considerado como un músico de rock progresivo"
Entrevistas / Steven Wilson

"Me resisto a ser considerado como un músico de rock progresivo"

Fernando Acero — 25-02-2021
Fotografía — Archivo

Hay pocas figuras que emerjan con tanta claridad cuando mezclamos en un mismo enunciado “progresivo” y “contemporaneidad”. El veterano músico británico Steven Wilson, quien ya cuenta con más de sesenta trabajos de estudio a sus espaldas y una amplia visión sobre la innovación musical, regresa en 2021 con “The Future Bites” (Caroline/Music As Usual, 21), una obra mordaz e incisiva en la que ahonda en su faceta más pop sin perder de vista a su omnipresente horizonte experimental.

¿Cómo has vivido la pandemia a nivel personal? ¿Qué diría que has aprendido de ella?
Cuando todo esto empezó me embarqué en varios proyectos: un libro –que debería publicarse en algún punto a mediados de 2021–, un podcast [ndr: “The Album Years” junto a Tim Bowness], remezclas de nuestros directos y además estoy trabajando en nuevas canciones. Estoy más ocupado que nunca, ¡lo cual es genial! Me gusta estarlo. Ahora que va a lanzarse el álbum también ando ocupado con la promoción. Y creo que si algo he aprendido este año es sobre el hecho de que no debo estar necesariamente girando. No digo que no vaya a volver a hacerlo, pero no es algo que haya echado particularmente de menos, he tenido otras cosas creativas que hacer. He aprendido mucho de mi familia y de mis hijas, no sé si lo sabías, pero hace dos años me casé ¡y ahora tengo dos niñas! Con todo, también he tenido que aprender a ser padre. El confinamiento ha implicado que los niños tenían que estudiar desde casa, con lo que he tenido la oportunidad de conocerlas bien.

"Todos los sonidos que nos rodean a día de hoy son eminentemente electrónicos; todo lo que oímos y nos rodea es electrónico".

2020 debía ser uno de los años más importantes de tu carrera, si más no en lo que se refiere a conciertos: los shows que ibas a hacer en varios estadios europeos han tenido que reformularse en una gira por grandes salas. ¿Cuánto dirías que ha afectado esta situación a la producción de este nuevo directo?
Está claro que definitivamente será distinta. Ya sabes, cuando llevas una gran producción en estadios tienes que llenar un montón de espacio en el escenario. Desafortunadamente muchos de esos recintos ya no estaban disponibles para volver a reservarlos, suelen tener una lista de espera de más de tres años. De todos modos seguirá siendo un gran show. En “The Future Bites” hay muchas cosas que sería factible explorar en el contexto del directo, como la cuestión del consumismo, la identidad o las redes sociales. Hay muchas ideas emocionantes sobre la mesa, no saldría de gira si no tuviese grandes planes.

“The Future Bites” es muy electrónico en líneas generales. ¿Cómo dirías que se adaptará al formato de una banda en vivo? Me preguntaba cómo habías planteado temas como “King Ghost”.
La verdad es que yo tampoco estoy muy seguro de cómo lo haré (risas). Creo que “King Ghost” es la excepción en el álbum, es completamente electrónica, tal vez también “Self”. El resto tiene elementos en directo como baterías o bajos, “Eminent Sleaze” o “12 Things I Forgot”, por ejemplo. Supongo que esas partes del show tendrán que ver más con la presentación visual, dejando la parte performática en un plano más minimalista. Y eso también está bien, siempre ha habido una parte así en mis conciertos en las que quiero que el público se concentre más en la parte visual.

Hablando del sonido, me llama la atención la elección de David Kotsen (Faultline) como productor. Supongo que tiene que ver con su equilibrio entre una visión más IDM y otra más bien pop.
Diría que sí, aunque tal vez no lo diría con esas palabras. Mi idea era la de hacer un álbum que sonase muy contemporáneo, que sólo pudiese hacerse en 2020 –o 2019, que fue cuando realmente lo hice–, y para hacer un álbum así debes utilizar el vocabulario de la música electrónica, ya que vivimos en un mundo electrónico. Todos los sonidos que nos rodean a día de hoy son eminentemente electrónicos; todo lo que oímos y nos rodea es electrónico. Mis hijas no saben a qué suena una guitarra, les parece un sonido alienígena. En la música mainstream del siglo XXI no las oyes. Así que por un lado estaba esa cuestión, la de explorar ese vocabulario, algo de lo que por cierto estoy encantado, me encanta la música de Aphex Twin, Autechre, Boards Of Canada o Tangerine Dream, he crecido con ella y es una parte muy importante de mis escuchas. Pero por otro lado lo que realmente me gustaba de David que no es como uno de esos DJ’s jóvenes que sólo conoce la música techno y ya. Es alguien de mi misma generación, que ha crecido escuchando toda la historia de la música rock y pop, es alguien que conoce todas esas cosas. Pero tal y como apuntas, él también tiene este maravilloso equilibrio entre conocer esa historia y saber escribir una canción con un acercamiento innovador.

"Los pilares fundamentales de este álbum son, como te comentaba, el consumismo y la identidad, o la autopercepción de la misma".

“Count Of Unease” es uno de los cierres de álbum más peculiares que has firmado nunca.
Creo que de alguna forma sí es un regreso a lo que hago siempre, terminar un álbum con una pieza lenta y atmosférica. Lo diferente en esta ocasión es que la pieza se mantiene en el mismo mood. Si pienso en temas como “The Raven That Refused To Sing”, “Happy Returns” o “Song Of Unborn” todos tienen este clímax pomposo en el que la banda entra ¡y todo se eleva al siguiente nivel y parece como si los cielos se abriesen! Todo muy épico. Lo que me gusta de este tema es que se queda en esta atmósfera minimalista, muy bonita y trascendente. Al principio pensé en no incluirla precisamente por ello, porque tal vez era demasiado tranquila - por eso me ha venido bien descansar y no escuchar el disco durante más de seis meses, me ha permitido poder ver el trabajo en perspectiva y no pensar más en los detalles técnicos. Cuando volví a escucharla pensé “dios mío, es súper bonita, debe estar en el álbum”.

Temas como “Follower” o “Personal Shopper” demuestran una perspectiva verdaderamente artística de la potencialidad de un tema pop. Si hiciésemos una escala entre la visión más clásica del art pop de Prince a la contemporaneidad de artistas como Billie Eilish o Thom Yorke, ¿dónde situarías tu trabajo?
Me gustan todos esos nombres, al igual que Neil Young, Kate Bush o Trent Reznor. Podría añadir mil nombres a la lista. Lo que más me gusta de ellos, dejando de lado su música, es que son artistas difíciles de encasillar en un género en particular. Todos ellos han creado su propio universo musical, siento una gran afinidad con todo aquel capaz de hacerlo. ¿Cómo describirías la música que hacía Kate Bush, o la de David Bowie o Billie Eilish? Es muy difícil, fuera de esa etiqueta, muy válida, de pop experimental. Y creo que el punto es que siempre he sido alguien que se ha resistido mucho a la idea de que lo que yo hago es genérico en ningún sentido. Es uno de los motivos por los que me resisto a ser considerado como un músico de rock progresivo. Por supuesto que he hecho álbumes circunscritos en esa tradición, pero también he hecho álbumes electrónicos, ambient, pop o industriales. De alguna forma me reservo el derecho a ser considerado como alguien a quien se puede incluir en una categoría o género.

"Mi mundo es más bien el del underground, y estoy feliz de serlo, porque eso me ha permitido tener la libertad de dirigir mi carrera de una manera muy egoísta".

Debo admitir que mi primera impresión sobre el concepto me hizo pensar en el trabajo que realizaste en “Fear Of A Blank Planet” de Porcupine Tree. ¿Qué diferencias hay entre ambos lanzamientos? ¿Desde qué perspectiva cantas estos nuevos temas?
Los pilares fundamentales de este álbum son, como te comentaba, el consumismo y la identidad, o la autopercepción de la misma. Es cierto que llevo años hablando del modo en el que la tecnología afecta a estos aspectos. Ya lo hice en su momento en el tema de “Signify”, “Every Home Is Wired”. Este nuevo álbum tiene que ver más bien con cómo las redes sociales han destruido nuestra autopercepción y nuestra autoconciencia; del cómo había un tiempo en el que mirábamos al cosmos con curiosidad y nos hacíamos preguntas, y cómo ahora nos pasamos la mayor parte del tiempo mirando la pequeña pantalla de nuestros móviles, mirando cuántos likes, views y comentarios tenemos. Vivimos en un mundo en el que somos cada vez más narcisistas y ególatras, y me parece fascinante observar todo esto tanto en mis hijas como en el resto del mundo. Creo que no es una evolución particularmente buena en la historia de la humanidad.
Muchas de las canciones hablan de cómo ha cambiado nuestra forma de relacionarnos en un breve lapso de tiempo, a duras penas veinticinco años, y sobre cómo las redes nos han conducido a un comportamiento mucho más obcecado y beligerante. Todo es “o blanco o negro”, “una estrella o cinco”. No hay más que ver las reviews de cualquier producto en Amazon. Todo esto también tiene que ver con el consumismo, claro: nuestros hábitos de consumo y compra han hecho que cambie nuestra relación con lo que compramos, algo en lo que yo también me incluyo, por cierto. La mayor parte del tiempo compramos cosas que no necesitamos y ni siquiera queremos, sólo lo hacemos por el mero placer de que nos pertenezcan más que por el uso que le damos. Es fascinante, y también es divertido a su manera, a veces es divertido coleccionar cosas. Pero la aceleración que ha provocado la aparición de Internet en estas cuestiones es preocupante.

Hay algo de irónico en todo ello: tu presencia en redes sociales como TikTok o Instagram ha incrementado, a pesar de haber sido históricamente críticamente con ellas en temas como “Pariah” o el documental del álbum “Insurgentes”. ¿Tiene que ver con una cuestión de concepto o es más bien una decisión meramente personal o relacionada con tu sello? ¿Cómo te sientes al respecto?
Sigo siendo muy crítico con todo ello, de hecho no tengo redes sociales personales, sólo profesionales. Tengo una cuenta de TikTok, sí, pero si te soy sincero nunca la he visto (risas). Mi chico de redes me dijo que debía estar ahí. Sí que publico en Instagram, y de vez en cuando subo alguna cosa personal. En ese sentido creo que he cambiado ligeramente, creo que tiene que ver con la vida familiar que llevo, pero hay líneas rojas que tengo claro que no voy a cruzar. La cuestión es que si eres músico profesional en 2021 has de estar en las redes sociales. Piensa en este último año: con el Covid-19 no he podido salir de gira, no haré apariciones televisivas ni tampoco firmas de discos en tiendas, así que en realidad la gran ironía de todo esto es que lo único que me queda son las redes sociales, eso y hacer entrevistas como esta. Pero es que incluso ahora estamos usando Zoom para hablar. Todo es parte del mismo universo. Y es que a pesar de que tengo sentimientos encontrados con las redes sociales, hay cosas que me gustan de ellas, como promocionar mi música para llegar al público. Creo que al final del día “The Future Bites” es como un espejo para mostrar a la gente cuál es mi perspectiva sobre todo esto. No soy la clase de artista que va diciendo a su público qué pensar, qué votar, qué escuchar o qué creer, o al menos eso espero. Al final queda en sus manos decidir si se identifican o no con todo esto o si discrepan. Este es tan sólo mi punto de vista como hombre de cincuenta años sobre cómo han cambiado las cosas desde que era niño, y sobre cómo ha cambiado esta industria desde que entré en ella. Y por supuesto hay muchos sentimientos negativos al respecto, pero no todos ellos. Creo que hay algunas cosas verdaderamente increíbles sobre el mundo tecnológico en el que vivimos.

La fama y la ambición son tópicos recurrentes en estas letras. ¿Cuánto de ti hay en ellas? ¿Crees que tu popularidad ha afectado al modo en el que creas?
Es una pregunta difícil de responder, porque no me siento particularmente famoso. Quiero decir, sé que tengo una fanbase y sé que tengo fans muy apasionados, y creo que me va bien en líneas generales, no digo que no. Pero a la vez estoy muy lejos de lo que llamaríamos “artista mainstream”. Mucha de las personas que no me conocen no reconocerían ni mi nombre, ni siquiera me asociarían con un músico. Quiero decir, yo no la he escuchado nunca, pero sé quién es Dua Lipa. Estoy lejos de ser una celebrity. Mi mundo es más bien el del underground, y estoy feliz de serlo, porque eso me ha permitido tener la libertad de dirigir mi carrera de una manera muy egoísta. Nunca he hecho música para contentar a mis fans, y mi filosofía ha sido siempre la de sorprenderles, arriesgando y en ocasiones decepcionándoles al no hacer lo que esperaba. Pero no subestimo la suerte que he tenido por tener este tipo de carrera. Sigo muy agradecido por ello. No estoy muy seguro de que pudiese seguir esa dirección si fuese una gran celebrity mainstream, aunque a una parte de mí a la que le encantaría ser una estrella del pop. De pequeño mi héroe era Prince, era la mayor estrella de pop de los ochenta junto con Madonna y Michael Jackson. Pero no tengo ni el talento ni el carisma para ser ese tipo de estrella. Y aunque me fascina esa idea romántica sobre los artistas pop, no creo que me gustase estar en esa tesitura, sería muy difícil para mi. Me gusta ser egoísta con mi música.

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