"Me gusta que las canciones tengan diferentes vidas”
Entrevistas / Rustin Man

"Me gusta que las canciones tengan diferentes vidas”

Marcos Gendre — 12-03-2019

Paul Webb, el hombre a la sombra de Mark Hollis en Talk Talk, ha retornado tras diecisiete años de larga espera. Tras su reinvención en Rustin Man con “Out Of Season”(02), su fabuloso disco junto a Beth Gibbons, ha hecho lo que parecía imposible: superar con creces las expectativas, dando a luz una obra de hechuras atemporal, que recobra la sensación de pop sacro con la que Talk Talk tocó el cielo con “Spirit Of Eden”(88) y “Laughing Stock”(91). Su nuevo retoño, “Drift Code” (Domino/Music As Usual, 19), no solo desafía la imbatibilidad de estos trabajos, sino que aporta un plus de voces que enfatizan una labor tan puntillosa en su elaboración como generosa en emociones. Es una verdadera lástima que publiquemos esta entrevista, llevada a cabo hace unos días, justo después de la noticia del fallecimiento de Mark Hollis, quien fuera líder de Talk Talk.

Diecisiete años desde “Out Of Season”. ¿Por qué tanto tiempo de espera?
Nunca llegué a preguntarme cuánto tiempo me llevaría hacer este disco. Tengo un estudio en mi casa. Nunca había hecho canciones con mi voz anteriormente. Y lo quería hacer para esta ocasión, lo cual me llevó a tener que empezar y parar unas cuantas veces a lo largo del camino. Y sí, al final, cuando acabé, habían pasado casi diecisiete años…

Como comentas, en esta ocasión eres el cantante principal. ¿Cómo llegaste a esta decisión, y más con el recuerdo perenne de la presencia de Beth Gibbons en tu anterior disco? ¿Fue difícil encontrar tu propia voz?
Escribí las canciones, escribí las melodías, pero lo hice basándome en personajes diferentes, con voces distintas. Y siempre me tenía que imaginar cómo debía sonar mi propia voz para meterme en esos personajes. Experimenté muchísimo. Me llevó una gran esfuerzo.

Creo que este álbum se encuentra en el mismo nivel emocional que los últimos discos de Robert Wyatt, Scott Walker y David Bowie. ¿Los tenías en mente cuando estabas escribiendo el álbum?
No es que estuvieran en mi mente. Lo que sí tenía eran voces diferentes. Pero sí que me rondó la voz de Bowie de su etapa berlinesa. Alguna gente ya me ha dicho que mi voz les recuerda en algún momento a David Bowie, al perfil más suave de su voz. También está la cuestión de Robert Wyatt, a quien también me siento muy cercano. Creo que son grandes cantantes, pero no es que los tuviera en mente, sino que se trata de las características de mi voz.

¿Qué influencia ha tenido tu actual vida familiar en la composición de las canciones?
La vida familiar estuvo muy integrada en la grabación porque tengo el estudio en el mismo sitio en el que vivimos. Es como si conviviera en el estudio con mi esposa, con mis instrumentos, y con todos los monumentos y estatuas que están alrededor de mi casa.

"Cuando estoy tocando un montón de instrumentos no me imagino que lo estoy haciendo en una banda, sino que me imagino la música que nace de visualizar ciertas imágenes"

¿Cómo percibes el nacimiento y desarrollo de canciones como “Martian Garden”?
Cuando me adentro en una canción, siempre cuento con diferentes líneas de composición. Suelo comenzar con los bajos y las guitarras. De ahí saco una primera construcción, y luego dejo que cada canción tenga su propia vida durante unos cuantos meses. Luego vuelvo a ella y extraigo nuevas líneas musicales. Me gusta que las canciones tengan diferentes vidas.

“Drift Code” es muy rico en texturas, efectos y tonos. ¿Cómo enfocas estos elementos, es algo que proviene de la improvisación o se trata de un meridiano que tienes en mente antes de empezar?
Lo primero que suelo tener son las melodías, cuando tengo que empezar a añadir las guitarras, van surgiendo agujeros en estas que tengo que ir pegando y rellenando con diferentes líneas de sonido. Introduzco mi voz y luego retorno a estas líneas. Se trata de algo que siempre deriva en un gran surtido de arreglos.

El disco suena más visual que “Out Of Season”. ¿Cómo vienen a tu mente canciones tan cinematográficas como “Brings Me Joy”?
Siempre cuento con muchos elementos visuales en mi cabeza cuando me pongo a componer música. Normalmente, es lo que visualizo primeramente antes de empezar. Cuando estoy tocando un montón de instrumentos no me imagino que lo estoy haciendo en una banda, sino que me imagino la música que nace de visualizar ciertas imágenes. El elemento visual siempre ha sido muy importante para mí.

Por otro lado, ¿qué música has tenido presente durante la composición del álbum? ¿Hubo alguna que te influyera especialmente?
Escucho un montón de música de los años cuarenta. Me encanta su lírica, la inocencia que desprende y las técnicas de grabación que utilizaban en aquella época. Aunque no haya vivido esa momento, me recuerda a mi propio pasado. Y ha sido de gran influencia para mí.

El paso del tiempo resuena con gran fuerza a lo largo de las canciones, especialmente en cortes como “The World’s In Town” y “All Summer”.
La cuestión del paso del tiempo ha sido un factor clave en este álbum. Ha pasado tanto entre canción y canción que han podido crecer unas cuantas veces durante el proceso. De ahí proviene esta clase de espíritu. Porque si hubiera tardado solo dos años en hacer el disco, no sonaría de la misma manera.

Cortes como “Our Tomorrows” y “Judgement Train” cuentan con una producción tremendamente compleja que, al mismo tiempo, suena muy artesanal. Igualmente, cada canción parece contar con un enfoque específico en este terreno.
Se trata de una cosa muy viva, incluso sabiendo que no lo había planeado trabajar como una banda. Lo que iba sacando de la guitarra fue lo que iba marcando los tempos de las canciones. Ha sido un proceso muy libre. Grabé con un montón de micrófonos, a través de los que fui construyendo el sentimiento que recorre el disco.

En la grabación, participa Lee Harris, con quien no has perdido el contacto desde los tiempos de Talk Talk. ¿Qué importancia tuvo en la construcción de estas canciones?
Lee fue muy importante porque es quien conecta con mi pasado. Además, es un batería de una gran talento. Puedo tocar de forma muy cercana a él y además puede ayudarme a grabar el disco, a trabajar en diferentes sonidos de guitarra. Trabajamos muchas cosas juntos. Desde que era joven, ha sido un músico muy importante para mí.

Con un ramillete de canciones emergiendo a lo largo de tantos años, ¿fue difícil aunar un trabajo tan disperso en el tiempo en un solo álbum?
No, porque este disco es un como un monumento al tiempo generado por el paso del mismo.

“Drift Code” suena como una isla contra el fast food musical causado por las nuevas plataformas musicales de consumo, que han derivado en un hecho terrible: que cada vez sea menos habitual escuchar un disco de principio a fin.  
Nunca me paro a pensar sobre esta cuestión. Siempre intento que mi música provenga de mi mismo. Nunca puedo adivinar lo que otra gente piensa sobre mi música, por lo cual lo único que puedo hacer es pensar cómo me gustaría escuchar mi propio disco. Y me gusta. Vivo en una colina, en medio de ninguna parte, lo cual me aísla y me ayuda a no estar influenciado por otras músicas.

De alguna manera, “Drift Code” suena como una extensión natural de “Spirit Of Eden” y “Laughing Stock”. ¿Qué importancia siguen teniendo esos discos para ti?
Son discos que siguen siendo muy importantes para mí. Fueron los primeros que hice en mi vida que no estaban influenciados por ninguna clase de música alrededor. Esa clase de disco es lo que siempre he tratado de hacer desde aquel momento.

¿Habrá conciertos para presentar el álbum? ¿Vendrás a España?
Me encantaría venir a España. En estos momentos estoy hablando con varios músicos y me encantaría llevar este álbum al directo.

¿Cuánto tiempo tendremos que esperar por un nuevo disco de Rustin Man? Esperemos que no vuelvan a ser diecisiete años…
No creo que vuelva a tardar tantos años en sacar un álbum (risas). De hecho, tengo un montón de canciones grabadas durante el mismo periodo de “Drift Code”, pero por ahora acabo de terminar este álbum, por lo cual ya veremos cómo será el próximo paso.

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