"Superar barreras es el latemotiv de este álbum"
Entrevistas / Mr. Kilombo

"Superar barreras es el latemotiv de este álbum"

Alan Queipo — 09-01-2017
Fotografía — Archivo

Quizá creas que no lo has oído nunca, pero Mr. Kilombo lleva más de dos años colándose en nuestras casas: has tarareado sus canciones por escucharlas en omnipresentes anuncios o incluso cuando estabas pesando manzanas en la báscula de la frutería de tu barrio. Ahora, Miki Ramírez regresa con “Invencibles” (El Niño de la Hipoteca Records, 2016), un álbum que mantiene su perfil de cantautor inquieto, coqueteando con ritmos fusión pero dando un salto de gigante en sus textos más personales y directos hasta la fecha.


Ha cambiado un poco el contexto en el que publicas nuevo disco: con “Baile de disfraces” (El Niño de la Hipoteca Records, 2014) conseguiste una exposición mucho mayor y sonaste hasta en circuitos comerciales. No sé si eso condicionó un poco a la hora de enfrentarte a la hoja en blanco.
Creo que sí me condicionó, sobre todo desde el momento en el que decidí cómo hacer el disco. Ha sido un disco que ha salido sin filtro y que hice en un período muy corto de tiempo. Sí que es verdad que, después de “Baile de disfraces”, que me dio mucho más movimiento, paré de escribir una temporada. Y no quería enfrentarme a un bloqueo creativo, y por eso quise hacer una cosa muy inmediata. Pasé por una temporada en la que estaba tan liado y con tantas cosas a la vez que no me paré a escribir. Suele pasarme entre disco y disco que tardo un tiempo en volver a escribir; pero esta vez el tiempo que tardé en volver a escribir canciones fue mucho más largo…

¿Y eso te preocupaba?
No, no me llegó a preocupar. Antes de ponerme a grabar el disco planteé una serie de “encierros creativos” con diferentes personas, que fue algo súper interesante, y nos poníamos deberes unos a otros, sobre todo con amigos cantautores como Marwan, Funambulista, Lucas de Pez Mago, con Fran Fernández, un cantautor portugués que se llama Luis Oliveira… Hemos hecho varios, y diferentes cosas con cada uno.

¿Y ese fue el laboratorio desde donde se dieron forma las canciones o ya las tenías e hiciste una especie de “consultoría musical” con ellos?
Fue una mezcla de ambas cosas. Yo empecé a hacer esto en marzo, y en ese momento cerré la fecha que hicimos luego en Caracol el 7 de octubre. Y fue todo autoimpuesto y una manera de obligarme a acelerar el proceso: yo sabía que quería autoeditarme este disco y publicarlo en octubre; tenía muy claras las cosas que quería cambiar con respecto a lo que había hecho hasta ahora; y también tenía muchas ganas de girar. Otras veces he dado mucho más tiempo para macerar el disco, pero en esta ocasión sentía que no me hacía falta, y sí que me hacía mucha más falta tocar. Así que desde que empecé a hacerlo ya tenía la fecha, así que era como una cuenta atrás constante; y pensé que esto me iba a suponer una presión que complicaría las cosas, pero nada que ver. Sí que me costó un poco arrancar, pero desde el momento en el que vi que ya tenía un disco posible ya me relajé con la responsabilidad; y de aquel disco primero posible no quedó ni un tema, quedó lo que vino justo después (risas).

Dices que tenías claras qué cosas querías dejar atrás. ¿Cuáles son? ¿Y qué aires nuevos crees que incorporas en “Invencibles” (El Niño de la Hipoteca Records, 2016)?
Por un lado quería dejar atrás la parte más “lógica” de los textos: quería escribir con menos filtros, más directo y censurarme menos; dejar esa forma de escribir en donde todo encaja milimétricamente y seguir la línea que había empezado en “Baile de disfraces” de permitirme entrar en terrenos que no me había permitido hasta ahora porque sentía que ya estaban hechos (y me equivocaba, porque aunque haya cosas de las que hayan hablado otros, al pasarlo por el prisma de uno todo cambia). Y luego, quería perder el miedo y la vergüenza a hablar de mí, ser mucho más autobiográfico. También es cierto que el primer disco [NdeR: “El lado gamberro” (Warner Music, 2008)] era un ejercicio de estilo: no reniego de él porque me lo pasé muy bien y aprendí muchísimo, pero siento que en aquel momento tenía una idea preconcebida muy hermética sobre lo que yo tenía que ser. En “Invencibles” soy mucho más libre: me dan menos miedo las etiquetas y quería que se reflejase en la música, también. Quería hacer algo mucho más directo y más en esencia lo que soy yo; que al final, soy un cantautor: seré más divertido, más animado o más energético pero lo que yo hago son canciones, no tengo un laboratorio de “sonido loco” que otras bandas sí tienen. Sin embargo, sí tengo una manera de hacer textos muy personal y que me apetecía quitarle trabas que en el pasado le había puesto.

"Quienes escribimos canciones tenemos una carrera artística con vaivenes, momentos de euforia y de reposo, y ese momento en el que te sientes invencible es muy puntual"

¿Sobre qué “invencibles” hablas en el disco? ¿Hay una lectura reivindicativa?
Creo que es una “invencibilidad” más emocional. Quienes escribimos canciones tenemos una carrera artística con vaivenes, momentos de euforia y de reposo, y ese momento en el que te sientes invencible es muy puntual, sientes que todo está bien colocado, y yo estoy pasando por ese momento. “Baile de disfraces” era más sosegado, y no me refiero a lento, sino a tranquilo en cuanto a las emociones. En este disco me apetecía fotografiar el momento que estaba viviendo. Sí que es verdad que hay una doble lectura: me parece que mi generación ha pasado por muchas trabas, y de pronto se empieza a ordenar dentro del desorden, y empiezan a surgir movimientos de gente que empieza a encontrar su sitio, y yo me siento muy en ese punto, también.

Tiene una lectura más de “superar barreras”, entonces. Ya desde la portada que hace BALIN, con ese “abuelo Spiderman” se invita a pensar en eso…
Sí, completamente: el leitmotiv se puede decir que es ese, el de superar barreras. Hay un tema como “Invencibles” que habla explícitamente de esta sensación; otro como “Reconciliarme con el amor” que habla más de superar rupturas sentimentales; otro como “Pandora” que habla de cómo superas la necesidad de cambio; otro que habla de superar la sensación de desolación… Y no hablo de una superación en plan coach o autoayuda, sino de cómo vas pasando fases, saltando obstáculos. Dentro de esos obstáculos también está esa veta sociopolítica, pero para mí no era la fundamental en este disco.

Has dicho anteriormente que “Baile de disfraces” era el primer disco en el que “no ibas de nada”. No sé si en este disco vuelves a “ir de algo” o si sigues la filosofía del anterior.
Desde luego, después de dos primeros discos más entroncados como ejercicios de estilo, en “Baile de disfraces” creo que encontré el camino, y creo que en “Invencibles” estamos en un camino similar: hemos buscado la unidad más que la ruptura. Sí que es verdad que las canciones me han llevado para otro lado, y de pronto hay cosas quizá un poquito más personales que en el anterior; pero a nivel estilístico creo que estamos bastante cerca con el anterior.

Canciones como “Qué bien se te ve” sonaron hasta la saciedad en el anuncio de Hipercor. No sé si incluso has acabado harto de escucharla. ¿Te condicionó que canciones como esta, “Al norte” o “Por Reyes” hayan tenido tanta exposición pública en circuitos comerciales? ¿Te supuso un yugo haber dado con canciones que rompieron la barrera de ‘lo underground’?
(Ríe) Sí que es verdad que hay tres temas que sonaron en radios y yo sabía que había gente que podía llegar a esperar encontrarse con algo similar. Pero yo mismo no termino de explotar la gira de “Baile de disfraces”, casi que la corto antes de seguir estirando el chicle. Sabía a lo que me enfrentaba y que probablemente no habría un apoyo de radios comerciales como en el anterior disco. Pero por otro lado también llevo tiempo en el que las taquillas funcionan mejor, que la gente me sigue más a través de mis canales, que se aprenden las canciones como las toco en conciertos íntimos en acústico… Y es un momento raro, porque después del nivel de exposición tan fuerte que he tenido, la gente va a mis conciertos y las canta como las hago en el canal de YouTube, y no entiendo nada. Pero no tenía expectativas a ese nivel comercial, ni me importa mucho teniendo en cuenta el nivel en el que estoy. Con “Baile de disfraces” me vi obligado a demostrar que era un artista de repertorio, y en toda la promoción ponía otros temas diferentes a “Qué bien se te ve” para demostrar que no era un one hit wonder. Con este disco eso ya no me preocupa, ese trabajo ya lo hecho. Estoy contento de haber llegado a rincones que no podría haber llegado de otra manera, pero la gente que se encuentra ahora con Mr. Kilombo se encuentra con un repertorio bien empaquetadito sin un impacto tan fuerte y tan dependiente del single como el anterior.

Dices que mucha de la gente nueva que sumaste canta las canciones como en tus grabaciones de YouTube. Durante la gira, ¿no te hizo pensar que quizás a la gente le gusta ese perfil más cantautoril tuyo?
Yo no veo mucha diferencia en cuando toco la canción con banda a cuando la toco solo: llevo un tiempo haciendo producciones bastante limpias; pero es verdad que para las redes hacemos un formato más crudo, muchas veces acompañado de otros músicos, porque es un formato diferente, el videoclip funciona peor y creo que es un tipo de contenido más interesante y diferente. No acabo de tener claro cuáles son las razones por las que se acerca la gente: yo hago todo lo que me apetece hacer, y para mí tener una exposición grande está muy bien, ni me preocupa ni me asusta. Y por otro lado hacer ese contenido más cercano me parece artísticamente rico. No me he visto en la tesitura de meterme en un cajón u otro porque no me siento en ninguno de los dos.

Esto va ligado un poco a lo de que no te dan miedo las etiquetas que me decías antes. Y es cierto que en la misma semana se te puede ver tocando en el Al Rumbo para miles de personas o en un bar para 50 personas solo tú con tu guitarra. ¿Te sientes más cerca de un circuito que a otro, que tu propuesta se mueva más en una dirección que en otra o te gusta “despistar” un poco”?
(Sonríe) Si pudiera tocar todas las semanas para miles de personas en festivales lo haría: ya buscaré huecos entre medias para tocar en bares pequeños. No soy capaz de elegir ni decidir, no mando tanto. Sí que es verdad que cuando hay una temporada en la que te llaman más desde festivales y sitios grandes yo echo de menos los conciertos en acústico. Al revés no me pasa tanto, pero los cafés no lo voy a dejar de hacer nunca. Además, siempre aprovecho, y cuando voy a un sitio a tocar me busco alguna fecha en la ciudad de al lado: es algo que me divierte mucho y en la que estoy muy cómodo. Si puedo seguir compaginando las dos formas de hacer lo haré.

Antes me decías que te consideras un cantautor, aunque vistas las canciones con diferentes matices. En los últimos años han aparecido cantautores de masas como Andrés Suárez, Marwan o Pablo Alborán, por citar ejemplos de circuitos diferentes. ¿Qué es lo que crees que estáis dando los nuevos cantautores para que el género y el formato se haya reconciliado con el gran público?
Más que identificarme con la etiqueta de cantautor es que no me da miedo que me etiqueten así. Es verdad que antes, por prejuicios o por lo que sea, huía de ella aunque fuera un hecho de que estaba en el circuito. Pero es verdad que en el caso de los tres que me citas se da un tipo de canción muy emocional, con el que quizás a nivel estilístico tengo poco que ver, aunque sí tenga mucho que ver a nivel operativo porque hemos mamado de lo mismo. También hay ejemplos como Rozalén o El Kanka, que también funcionan muy bien, y no tienen casi nada que ver el uno con el otro. Yo creo que se ha descubierto el esqueleto: la mayoría son tipos que hacen canciones con la guitarra y que de pronto monta una banda. Y es algo que lleva ocurriendo muchísimo tiempo, pero quizá en los últimos años hay gente a la que le dio menos vergüenza mostrar cómo es. Y yo me siento muy identificado. Me gustan muchas propuestas diferentes de gente que ha optado por este camino. Y no hay más que escuchar un minuto a Andrés Suárez o un minuto a El Kanka para ver que hay una diferencia abismal en cuanto a estilo; pero también hay una idea común, la de un tipo que hace canciones.

A mí me suenas más cerca de lo que hacen Depedro, Jorge Drexler o Xoel López. No sé si tú tienes referentes contemporáneos, modelos de conducta con lo que compartas casi generación.
Lo has clavado: has dicho tres con los que conecto muchísimo en su forma de hacer. Sobre todo Drexler y el Depedro del primer disco me llevan años acompañando. Yo soy un friki de las versiones: llevo años grabándome versiones que luego no las cuelgo y sé que tengo que empezar a hacerlo, pero me ayudan y me enseñan mucho, y las canciones de ellos vienen siempre conmigo. Pero en realidad no soy muy mitómano aunque me gustaría serlo un poco más, no tengo un artista claro idolatrado. En estos últimos tiempos he escuchado muchas cosas, pero temas sueltos: para este disco he escuchado mucho a los Crystal Fighters, a los colombianos Camacúa, he vuelto a escuchar mucho a Sabina aunque sea imposible escribir algo ni de cerca a lo que ha hecho él…

Es verdad que hay cosas muy comunes en tu música con Crystal Fighters, aunque también me da la sensación de que a mucha gente del circuito indie le sonaría raro verte en un festival indie. ¿Sientes que tienes algunas puertas cerradas antes incluso de que te escuchen?
La verdad que no tengo ni idea. No sé si en mitad de un festival indie desentonaría o la gente comprendiese el proyecto. Pero sí que es verdad que el recorrido más natural de Mr. Kilombo es que la gente escuche primero las canciones y luego venga al show. No creo que sea algo especialmente fácil de colocar en ningún circuito concreto, y eso es una ventaja y un problema a la vez; pero no es algo que me preocupa.

"Entrar en una mercería, escuchar ´Al norte´ y que una señora de 60 años la tararease un poco me parecía increíble"

Te autoeditas el disco otra vez. ¿No se acercó nadie en estos años, sobre todo después de la expansión popular del proyecto? Quizá ahora te podías permitir poner tus condiciones…
No sé si me las puedo permitir, en realidad; no te creas. Sí que hubo algunos acercamientos, pero nada que me convenciese. Hay que ver qué es lo que puede aportarme hoy en día una discográfica: no quiero discutir su trabajo, hacen muy bien lo que hacen y cuando hay algo que naturalmente está en un ascenso muy fuerte saben cogerlo y multiplicarlo por mil, pero no era mi caso; así que antes de que lo metan en un catálogo como tantos preferí hacerlo yo, que estoy notando que pasito a pasito va dando sus frutos y va creciendo y me da mucha más libertad. Sobre todo a la hora de manejar el calendario, que es algo súper importante: no quiero depender de los ritmos de un sello, quiero poder decidir yo y tocarlo cuando yo considero que es el momento. Y yo el disco lo terminé de hacer e inmediatamente después lo empecé a tocar: esa ilusión del principio en la que no sabes qué va a pasar y estás expectante luego lo pierdes, aunque ganas en matices cuando llevas tres años tocando las canciones. Yo quería mantener la ilusión del primer día y que se reflejase en el directo inmediatamente. Y no creo que ninguna discográfica me hubiera aceptado esos timings: van siempre a mil y no tienen capacidad de hacer ese análisis sentimental que sí puede hacer un artista que se gestiona a sí mismo.

En medio del pico de popularidad de tus canciones, ¿hubo algún momento en el que te empezases a rayar con que quizás te convertías en alguien famoso y que tendrías que ir a que te entrevistara Pablo Motos?
(Risas) Nunca lo pensé. Es verdad que hubo muchos temas que pillaron mucha popularidad, pero yo como persona no. Sí que a veces me para gente porque me conoce de conciertos, pero son pocos: no me pasa todo el rato ni en todos los lugares, así que no he llegado a tener ese vértigo. Pero sí que ver que la canción funcionaba y se iba escuchando por ahí me daba mucha alegría: entrar en una mercería, escuchar “Al norte” y que una señora de 60 años la tararease un poco me parecía increíble. Y así me pasaba en muchos momentos. No he llegado a sentir que era un disparate de popularidad increíble. De momento no, al menos.

Ha habido un par de acontecimientos simbólicos en tu carrera: has sido guitarrista de Macaco muchos años, y también has vivido un año en Cuba, estudiando en la Universidad de las Artes de La Habana. No sé hasta qué punto ambos acontecimientos se reflejan en el sonido de Mr. Kilombo.
Seguro que se han pegado cosas, no habría manera que fuera de otra forma. En el caso de Cuba, estudié hace más de quince años y fue muy importante en mi vida, y aunque creo que no hay un sonido tradicional cubano muy evidente en mi música, pero sí que están las pieles y alguna manera de hacer melodías que tienen allí: no es algo que salta a la vista, pero sí que creo que queda algo ahí. Y con Macaco es diferente: hemos tocado en mil sitios durante muchos años y es inevitable que haya maneras que compartamos. Nuestra forma de hacer es diferente, yo estoy más cerca de un cantautor más clásico y él tiene una manera muy singular de hacer las cosas: no creo que estemos en la misma categoría, él es un artista súper popular y ha hecho mil hits, yo sólo dos (risas). He trabajado siete años con él y hay mucho en mi manera de tocar en Macaco que también aplico en Mr. Kilombo.

Este verano hubo un concierto en Madrid en el que os juntasteis El Canijo de Jerez, Juanito Makandé, Chiki Lora, Víctor Iniesta, Tomasito, el Gato Charro y Enriquito bajo el nombre Los Chuchos de Madriz. ¿Fue eso el esbozo de un proyecto de supergrupo al estilo del G-5 o La Pandilla Voladora o fue sólo un día puntual?
(Ríe) Fue algo totalmente casual. Éramos un grupo de artistas que se juntaba en un bar de Lavapiés para echar el rato. Surgió la idea de como Juanito Makandé estaba montando unas jam sessions en El Intruso, ir todos a acompañarlo un día. Pero era más una reunión de amigos. Ahora sería muy complicado juntarnos para hacer algo juntos, sobre todo en el caso de Juanito, que está en un momento tan productivo y rico en su carrera.

¿Qué te gustaría que pase con “Invencibles” y qué crees que va a pasar?
Creo que en este caso ambas cosas van a ir a la par. Yo con este disco quería hacer un ejercicio de exposición y contar las cosas como me estaban ocurriendo. Desde que he arrancado esta nueva etapa he intentado dar conciertos pequeñitos, y creo que voy a seguir esa dinámica todo el año próximo y sólo tocar en sitios donde la gente venga a verme a mí. Me gustaría ver que ese grupito crece un poco, algo que empiezo a notar y me da mucha alegría: hubo una temporada larga en la que me ha costado levantar las taquillas y ahora veo que está pasando y es una maravilla porque me deja hacer el show que me apetece. Creo que Mr. Kilombo hemos tenido facilidad para estar en diferentes sitios, porque es una banda fácil de colocar en una fiesta, pero nos ha costado tener un público militante, que nos venga a ver a nosotros exclusivamente. Este formato me está dejando, pero necesita gente que venga a verme. Y desde que he sacado “Invencible” veo que está ocurriendo, y para mí eso es un milagro.

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