“Las letras funcionan como protesta gruñona hacia lo contemporáneo”
Entrevistas / La Joya

“Las letras funcionan como protesta gruñona hacia lo contemporáneo”

JC Peña — 16-04-2024
Fotografía — Archivo

Bajo el título de “Lower Hermosa” (Cielos Estrellados, 24) se publica el debut largo del dúo formado por Ricky Lavado (batería, voz) y Manel Moreno (guitarras). La Joya hace bandera de la pausa y lo esencial frente al frenesí moderno.

El batería de Standstill y el guitarrista de Muerte y Destrucción y Cuzin han encontrado petróleo emocional en su química desde la contención. La paradoja es que para ellos todo parece haberse acelerado desde que tocaran por primera vez en un escenario hace apenas dos años y medio: decenas de conciertos, un EP de finales de 2022 (“Mojave”) y ahora la salida de este álbum grabado en La Mina de Sevilla por Raúl Pérez (las voces fueron grabadas en Madrid por Jorge Ramos), cuyo enfoque naturalista les beneficia mucho. Santi García, otro clásico de la escena, lo ha mezclado. Manel explica el curioso contraste. “Si hemos tocado treinta veces es porque somos dos. Si hubiéramos sido tres seguramente habríamos tocado quince, por agendas y cosas. Y además, creo que estamos en el mismo punto, y eso es muy importante en un grupo. Estar en sincronía y sin fricciones hace que todo vaya rápido”. Hablando de sincronías y afinidades, la edición digital de su álbum (el vinilo es cien por cien autoproducido y puede pedirse en la web de BCore) sale con el sello de Ramón Rodríguez “por pura amistad”, según asegura el batería. “Es muy simple, somos amigos desde hace veinticinco años y le gusta lo que hacemos. Ya está. Cielos Estrellados es un proyecto que ha montado con el corazón. Sólo va a sacar cosas de gente muy cercana. Hay muy poca reflexión. Nos lo propuso y tenía todo el sentido”.

“Tenemos un pie metido en un mundo que premia la honestidad”

Sus piezas esenciales y despojadas de artificios miran al rock alternativo norteamericano vía slowcore y derivados, con abundantes referencias desérticas que casan bien con su austeridad. Las más cortas, asegura Ricky, son “las más trabajadas. Cuanto más trabajamos algo, más lo vamos reduciendo a su esencia y le sacamos las cosas innecesarias. Las más cortas suelen ser las que más nos gustan”. La faena en el local se complementa con el repaso a posteriori de las ideas que han ido grabando, para ensamblarlas o cortarlas de nuevo en el local. Ricky se encarga con gusto de esta labor artesanal, hasta que dan con la tecla. “Hay un par de chapas largas en el disco que en su momento nos gustaban y que ahora empezamos a odiar”, se disculpa riéndose un poco. Su experiencia les hace compartir los muy generalizados elogios hacia Raúl Pérez. Es el tercer disco que Ricky graba con él, así que le conoce perfectamente. “Es muy bueno en lo profesional, es un muy buen ingeniero de sonido e incluso productor. Y La Mina es un espacio muy bien pensado para grabar, en el sentido de convivir ahí, de abstraerte de la burbuja del estudio sin prisas. Hay mucha gente buena en lo técnico, pero Raúl tiene un valor humano excepcional. Es una gran persona y sabe manejar muy bien su espacio, ese sitio difuso y un poco fronterizo. Por eso todo el mundo habla bien de él y en La Mina graba gente tan diferente de todos los tamaños”.

El curtido batería, que también se ocupa de las voces en la mitad de las canciones, describe así sus textos despojados de cualquier referencia actual. “Me hace mucha gracia pensar que si el texto lo leyera una persona de hace tres siglos sabría perfectamente de qué estoy hablando. No es que sea cómico, porque no hay humor ni trato de hacer gracia, pero ese elemento no contemporáneo funciona como una protesta gruñona hacia lo contemporáneo. No me gustan los ritmos de vida establecidos ni la vida moderna”. El hecho de que la mitad del disco sea instrumental tiene que ver también con el enfoque humilde que mueve al grupo. “Para hablar y cantar mucho lo primero es saber mucho. Y creo que tampoco es el caso. En general se desperdician muchas palabras. Hay gente escribiendo muchas cosas que no van a ningún lado ni sirven de nada, y me da un poco de rabia: le tengo mucho respeto al acto de escribir. Me gusta ir a lo esencial y que las cosas queden escuetas. Que por lo menos para mí tengan sentido, o que como mínimo tengan un cierto valor, aunque sea estético. Pero todas las letras tienen un trasfondo que también se relaciona con lo que es la banda en sí. Las ideas que pululan por las letras tienen que ver con la humildad, con la sencillez, la calma y la vida contemplativa. No quiero sonar hippie, pero las letras tienen que ver con tener muy claro qué cosas son importantes y cuáles no”.

Respecto a los horizontes que se abren con este “Lower Hermosa”, Manel se ciñe a esta misma filosofía. “Nos conformamos saliendo a tocar y que haya unas garantías mínimas de cubrir gastos. Que el disco esté al alcance de cualquier persona medianamente interesada. No queremos ir mucho más lejos. Ni siquiera nos llama tocar en salas grandes, porque lo vemos como una cosa incómoda por nuestro formato. Preferimos tocar en una sala pequeñita manejando todo, las condiciones, el sonido… Intentamos controlarlo todo de primera mano”. La conclusión de Ricky es que “por suerte, o por tenerlo merecido, es justo decir que en cualquier actividad que hacemos con esta banda estamos rodeados siempre de gente muy buena. Quiero creer que nos lo hemos ganado un poquito por cómo somos nosotros. Alrededor de la banda se concentra una familia que vale mucho la pena y pone las cosas fáciles. Para nosotros todo cuadra y funciona, y tiene que ver con que orbitando alrededor nuestro (o al revés) hay un tejido real de gente a la sombra de lo comercial que hace bien las cosas. Tenemos un piececito metido en un mundo que premia la honestidad y las cosas reales, con una estricta política de cero hostias”.

 

 

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