La ciencia del silencio
Entrevistas / Richard Ashcroft

La ciencia del silencio

Redacción — 11-10-2002
Fotografía — Archivo

Poco importa ya que Richard Ashcroft fuera el líder de The Verve, la banda responsable del último gran aldabonazo comercial del brit pop en la década pasada. Con un disco tan a flor de piel, tan bello y pleno de significado, como “Human Condition” (Hut/Virgin, 02), huelgan alusiones a un tiempo que, según lo escuchado, queda plenamente superado.

“Un lugar en medio de ninguna parte”. Ahí, justo ahí, en un inglés que jamás podrán enseñarte en tu academia, ubica el orondo y sonrosado taxista el sitio donde Richard Ashcroft fijó su residencia hace unos años. Y hacia allí transporta, minutos después, a la recién creada delegación española, tres periodistas y la jefa de producto internacional de Virgin, en el interior de un monovolumen definitivamente gris. El chubasco inclemente, repentino, convive hoy con un sol picante y agradecido, así que nuestro cicerone encuentra con facilidad una excusa para practicar uno de los deportes con más arraigo entre los habitantes de la Pérfida Albión. Habla, brevemente eso sí, del tiempo, mientras que con su vehículo japonés emula por momentos a uno de los héroes nacionales: Colin McRae.

“Yo quisiera darle a la gente algo por su dinero. Por el mismo precio por el que suelen comprar mierda pueden comprar mi álbum y tener un buen viaje”

La pista, un lodazal abovedado por vete tú a saber qué frondosas especies, encuentra la luz en un claro sobre el que se yergue el hogar de Ashcroft, quien nos recibe en su casa, sí, pero menos. Un remolque más grande y mucho más caro que mi piso, atestado de tiradores y apliques dorados y presidido por una tele de dimensiones más que respetables en la que se juega un doble de veteranos de Wimbledon, estamos a primeros de julio, hace las veces de cuartel general de campaña promocional. Richard Ashcroft nos recibe en las afueras de su casa en las afueras de Gloucester. Y mola. Porque viajar así, por la patilla, mola. Y porque en el interior de la palaciega caravana, donde nos ofrecen galletas ricas en fibra, Diet Coke, algo de fruta y más panchitos de los que Copito de Nieve jamás soñó, uno se siente como el artista en el camerino justo antes de que se levante el telón. Cesa la lluvia y mi segunda escucha de “Human Condition”, el segundo trabajo en solitario del ex-líder de The Verve. Estiro las piernas y el disfrute de un pitillo mientras los colegas de la prensa suiza, o de la australiana, salen del pabellón anejo a la mansión, un espacio diáfano, centenario, de ladrillo visto, con planta de cruz latina y ojivas, en cuyo interior conviven sin atropello alguno, unos sillones de cuero de puta madre, una mesa enorme de algo así como metacrilato que parece ser muy cara, un equipo estéreo modular y cuatro pantallas de sonido capaces de sonorizar una rave ibicenca. Allí espera el protagonista. En su interior podría organizar torneos de cricket, pero prefiere usarlo para promocionar su nuevo trabajo. Y casi sin querer -ha habido tiempo para una escucha más y para esquilmar definitivamente el plato de galletas, ya veremos qué pasa cuando me toque ir al tigre -, llega mi turno. Richard Ashcroft, que el once de septiembre cumplió treinta y un años, no es precisamente fotogénico. En persona, su apostura se multiplica y la cálida oquedad de su voz arrulla las palabras. El componente cubista de su fisonomía se dulcifica todavía más cuando habla de las expectativas que ha creado en torno a su nuevo trabajo. Sabe que soy español, claro, así que decide empatizar desde el principio. “Lo mejor de España, de Italia, de Japón, de Alemania es que la gente escucha mi disco sin prejuicios. Se conectan con mi espíritu. A veces, estando sólo en el estudio me río y pienso que se conectan conmigo, que no pueden esperar más a comprarlo y yo quiero darle a la gente algo por su dinero. Por el mismo precio por el que suelen comprar mierda pueden comprar mi álbum y tener un buen viaje. Eso no ocurre en Inglaterra”. En nuestro país, “Alone With Everybody” (Hut/Virgin, 00), fue acogido con moderado entusiasmo y le sirvió como pasaporte a lo más alto del cartel del FIB, pero fue tratado con cierto desdén por la crítica.

“No me interesa ser un predicador, no quiero premios, no quiero multitudes siguiéndome, sólo quiero seguir haciendo mis canciones”.

Merecía más y, a día de hoy, una escucha sin prisas del mismo no hace sino confirmarlo. Él lo sabe. “Apenas termino un disco suelo sentarme sólo a escucharlo en este mismo lugar. Luego trato de seguir haciendo canciones. Con ´Alone...´ recibí muchas críticas, pero también hubo mucha gente a la que no le importaron esas críticas y que se mantuvo conmigo. Sé que esa gente todavía está ahí y mi intención no es decirles qué estilo de vida han de llevar. No me interesa ser un predicador, no quiero premios, no quiero multitudes siguiéndome, sólo quiero seguir haciendo mis canciones. Si además me pagan por hacerlo, genial, y si no, también está bien. Creo que ´Alone With Everybody´ era un buen título y a veces sigo sintiéndome así”. Atendiendo a la retórica de sus nuevas canciones (“Estoy sólo, estoy perdido, y no encuentro el camino de vuelta”, dice en “Check The Meaning”) o simplemente a los títulos de éstas (“El Milagro”, “Hombre en una misión”, “Dios en los números”, “Huyendo”, “Señor, lo he estado intentando”), no resulta difícil creerle, por muchos deportivos MG que aguarden, con las llaves puestas, en el jardín. “Cuando naces vas recibiendo información, vas recibiendo una tras otra, capas y capas de mierda, pero llega un momento en que descubres que hay más que lo que te habían contado. Entonces tienes veinte años, y ahí estás, confundido, enloquecido pero esperanzado con que las cosas cambien, como me sucedió a mí con mi esposa, que ha influido muchísimo en mí... o ahora con el nacimiento de mi hijo. Yo no puedo controlar el hecho de explorar a través de la música los sentimientos fundamentales... en realidad no quiero llegar a ningún lugar concreto, pero sí me apetece dar a la gente esperanza, hacer que se sientan bien cuando hayan terminado de escuchar mi disco”.

En lo que a mí concierne, sólo he podido hacerlo tres veces, pero intuyo que “Human Condition”, más que un disco, es un acto de contrición. Un ensayo sobre el error, el perdón y la voluntad de cambio orquestado –sin duda- a través de once canciones más negras que nunca. Para los que no nos dejamos engatusar por la marea lisérgica de “A Storm In Heaven” (Hut/Virgin, 93) -el debut de The Verve como Verve-, los que no acertamos a ver en “A Northern Soul” (Hut/Virgin, 95) -su continuación- la colección de grandes canciones que algunos prometían y los que repudiamos la condición de último clásico del brit pop de “Urban Hymns” (Hut/Virgin, 97), supone la confirmación de la existencia de un autor confeso, visceral y abonado definitivamente a la reinterpretación de los clásicos del soul y el pop. Ha tardado una década en emerger, pero ahí está. Solo, aunque a ratos muy bien acompañado. Mejor así, sin duda. “La diferencia entre ser solista o miembro de un grupo es que en un grupo estás obligado a seguir ciertos pasos, pero eso no ocurre cuando caminas solo. Como solista tienes completa libertad a la hora de elegir con quién trabajar. Sabes quién te va a dar el cien por cien a la hora de hacer el mejor disco posible. Es como dirigir una peli. Si eres el director y trabajas con tres actores que no se comprometen con la obra, la cosa se pone difícil. Estar en el seno de un grupo es muy serio, ya que hay que aprender a respetarse y darse el trato correcto. Yo no puedo hacer un disco con gente que no entiende lo que quiero hacer. A la hora de trabajar no me importa la edad del compañero, si tiene trece o setenta, si es blanco negro o amarillo, ni de dónde viene... lo que me importa es el tipo de canciones que quiere hacer”. Aunque la amistad, incluso el amor manifiesto, pueden ayudar a que el proceso creativo sea más llevadero. O tal vez no. La lista de colaboraciones y cameos de “Human Condition” supone la reafirmación de ciertas constantes en su carrera e

Un comentario
  1. aquí leyendo esto después de 11 años...

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.