“Vetusta Morla es como un oasis en mitad del desierto: es bastante insólito que funcione”
Entrevistas / Juanma Latorre

“Vetusta Morla es como un oasis en mitad del desierto: es bastante insólito que funcione”

JC Peña — 23-12-2023
Fotografía — Archivo

El músico de Vetusta Morla firma la banda sonora de “Teresa”, adaptación cinematográfica de la obra de teatro de Juan Mayorga “La lengua en pedazos”, que dirige Paula Ortiz. Juanma Latorre también ha compuesto junto a Rocío Márquez la poderosa canción homónima.

Es la tercera película cuya música ha hecho el compositor, que nos recibe en la sala de unos emblemáticos cines del centro de Madrid. Se le ve entusiasmado con su último proyecto, y también con las posibilidades artísticas que se le abren al meterse de lleno en trabajos completamente distintos y alejados de las servidumbres del rock.

“Teresa” pone imágenes al duelo dialéctico entre la mística y gran escritora castellana y un inquisidor, a finales del siglo XVI. Además de su lado cinematográfico, Juanma nos habla de su faceta como productor y también de ese misterio llamado éxito que sonríe a su banda.

¿Cómo surge este proyecto?
A Paula la conozco desde hace bastante tiempo. Somos amigos desde hace unos cuantos años. Habíamos tenido dos intentonas de trabajar juntos en dos película que, por desgracia, no salieron y ella dirigió para Vetusta Morla el videoclip de “23 de junio”. En fin, hemos tenido mucho contacto y muchas conversaciones intercambiando ideas. Igual hace siete años que me contó esta idea de llevar esta obra a la pantalla. Y me hablaba de cómo le conectaba con algunas letras de Vetusta. Por ejemplo, con “Maldita dulzura”. Hace cuatro me dijo que estaba intentando poner en marcha el proyecto y me invitó a una lectura de una primera versión del guion con Blanca Portillo, Asier Etxeandia y Juan Mayorga.

“Cuando haces la música de una película el motor de la creación no es una necesidad interna”

¿Hace cuatro años?
Sí, la pandemia lo ralentizó todo. Aquello fue increíble. Ellos hicieron una lectura a ciegas del guion, no lo habían leído antes: tenían que interpretarlo y crear en el momento. Y tenías a todo un premio Princesa de Asturias, el autor de la obra, al lado, haciendo las acotaciones y explicando las cosas: un privilegio alucinante. Cuando salimos de allí le dije a Paula: “No sé si andas buscando músico para esto, pero creo que lo has encontrado”. Tiempo después me lo propuso en firme. Es la primera vez que hemos podido trabajar juntos, pese a llevar años hablando y de amistad.

¿A Rocío Márquez también la conocías?
No, no. Tenemos la suerte de tener una amiga común, y a través de ella entramos en contacto. Pero no, por Rocío siento admiración de seguirla. Especialmente con su último disco, “Tercer cielo”. Todo lo que ha hecho antes me encanta también, pero al no ser un experto en flamenco ni tener una sensibilidad extrema hacia el género, algo así revisado por la electrónica como ha hecho con Bronquio, con el espectáculo que hacen, me voló la cabeza. Y cuando estaba pensando en quién podría cantar esa canción, la primera opción fue ella. La letra es mía, pero me ha ayudado un poquito a terminarla. Porque la casualidad ha querido que ella también tuviera una relación especial con Teresa y la mística. Yo no sabía hasta qué punto había dado en la diana cuando la llamé.

¿No tenías ni idea?
No, yo la llamé por su voz. No tenía ni idea de que había leído a Santa Teresa, y me dijo que se le habían ocurrido algunos versos. En ese momento no tenía la letra terminada.

Es sencilla y poderosa. Muy del “Romancero”.
Totalmente. Es el enfoque. A mí esa manera de escribir, que también en Vetusta hemos probado en el último disco “Cable a Tierra”, me parece, como dices, tan poderosa… Por la simplicidad. Tiene un poder bestial por esa vía, y últimamente estoy escribiendo muy desde ahí, porque me parece, además, un pozo que no se acaba nunca. Siempre sacas petróleo de ahí.

Entiendo que llevas tiempo trabajando con esta mezcla de folclore y electrónica.
Sí, esto lo he venido haciendo con Vetusta en “Cable a Tierra”, y luego en otros trabajos en los que he participado como productor. En el disco de Sharon Bates, que es una banda de rock de Valladolid. De hecho, ellos fueron en buena medida quienes me introdujeron en este mundo. Cuando estábamos haciendo su disco hace ya unos años les pregunté qué les gustaba fuera del rock que pudiéramos explorar e incorporar como a su música como elemento distintivo. Y ellos me hablaron del folclore castellano, de los panderos cuadrados y todo esto. Lo metimos un poco en su disco y fue mi puerta de entrada a todo este mundo. Luego lo he usado mucho porque para mí es un tesoro: la sonoridad de la percusión, la manera de cantar y escribir las letras… Llevando tantos años en un contexto de rock, ha sido muy refrescante. Seguramente sea una fase que deje un poso bonito, aunque está durando mucho [risas].

“Los artistas que tienen una base sólida en el directo tienen muchos más números para calar”

Y la banda sonora completa juega con esto.
Sí. Añadiendo a ese binomio de música tradicional y electrónica un tercer elemento: la música tardo-renacentista barroca. Está representada por la viola de gamba, que toca Amarilis Dueñas, una chica fantástica que me ha ayudado muchísimo a comprender un periodo musical en el que no era experto ni de cerca. Y que además es alguien con una mentalidad muy abierta: se ha prestado a hacer improvisaciones con la viola de gamba y los sintetizadores. Lo cual es una locura y ha sido súper bonito.

Llevas ya unos años haciendo música para películas. Me pregunto qué te aporta este mundo, qué horizontes te abre como músico de rock.
Lo primero es la parte del aprendizaje. Cuando haces tus canciones –por lo menos, esto me pasa a mí–, aunque intentes darle un enfoque diferente y probar cosas nuevas, lo puedes conseguir solamente hasta cierto punto. Dentro del rock y de cualquier género. Me refiero a que hago mis canciones por motivación propia, porque quiero contar “esto”. Empiezas el proceso, intentas probar cosas nuevas, algún hallazgo haces, pero tiendes a hacerlas funcionar tirando de los recursos que controlas, porque tienes que grabar un disco y salir de gira. Puedes hacerlos ampliado con el tiempo, pero lo resuelves con lo que sabes hacer. En una película no puedes hacer eso, porque el motor de la creación no es una necesidad interna, sino ponerte al servicio de una historia en la que te tienes que pegar a la secuencia, al personaje, a un director que te da indicaciones. Estás obligado a aprender.

Entonces cada proyecto lo abordas de manera completamente diferente.
Sí, muy diferente. “La hija” de Martín Cuenca era una cosa bastante más ambient. Tomábamos sonidos de la película –del río, del ciento, de los pasos–, los manipulábamos, creábamos sintetizadores a partir de esos samples y los mezclábamos con otros instrumentos. La idea era hacer una banda sonora ambiental casi en un sentido estricto de la palabra. En “El amor de Andrea” que hemos hecho ahora, la idea era recrear un Cádiz imaginado de música de ida y vuelta, con Habaneras. Nada que ver. Y en “Teresa”, música barroca con electrónica y folclore castellano.

¿No da un poco de vértigo embarcarse en proyectos así? Supongo que tienes que estar muy cerca de cada director.
Muchísimo. La suerte que he tenido es que he trabajado con dos directores, Manuel Martín Cuenca y Paula Ortiz, y en ambos casos todo ha funcionado muy bien. Cuando me encuentre con un bloqueo bueno, igual tenemos que volver a formular la pregunta [risas]. En estos dos casos nos hemos entendido muy bien. Claro que ha habido tiras y aflojas y composiciones en falso que no han servido, pero todo se ha hecho con mucha confianza, cariño y entendimiento.

¿Tienes referentes o incluso ídolos en este terreno de las bandas sonoras?
Hay muchos compositores que me gustan. De aquí de España, curiosamente, los que más me gustan no son compositores ortodoxos. Julio de la Rosa, por ejemplo. Sus bandas sonoras son fantásticas, bestiales. Y Olivier Arson, que viene más de la electrónica y la experimentación. La música de “As Bestas” es otra maravilla. Y del mundo más mainstream me gusta mucho Hans Zimmer. Es bastante inspirador para mí porque, al igual que Ennio Morricone, no es director de orquesta: Zimmer viene del techno-pop. Vi una entrevista en la que hablaba de cómo venía de otro mundo y de cómo fue adaptándose, y me dio confianza. Porque tienes esa cosa de venir del rock y de que esto es un mundo muy grande. John Williams, Leonard Bernstein... ¡Madre mía! [risas].

¿Te ves en el futuro estrechando esta vinculación con el cine?
A mí me gustaría poder seguir haciendo esto, la verdad. Sin abandonar, desde luego, Vetusta Morla, que es mi casa y mi actividad principal. Pero ojalá pudiera hacer una película cada tanto tiempo. De hecho, Guille [Galván] y yo vamos a empezar a hacer una banda sonora juntos. Va a ser el primer trabajo que hagamos juntos fuera de Vetusta. Será la siguiente película de Paula Ortiz.

¿Se puede compatibilizar esto con el ritmo de un grupo de rock?
Tirando de agenda, sí. Es verdad que es mucho trabajo, pero muy localizado. Está muy concentrado en dos o tres meses muy absorbentes. Ahora, por ejemplo, Vetusta paramos. Si puedes liberarte esos dos o tres meses, aprovechas, como hacemos ahora Guille y yo.

En estos últimos años has estado muy activo también en la faceta de productor. ¿Qué te aporta?
Es muy gratificante, pero ahora paré un poco porque ya no me daba la vida para más [risas]. Por ejemplo, ahora acaba de salir un disco del que estoy muy orgulloso, el de Marilia Monzón. Ese disco me devolvió la fe en el oficio de hacer música, la verdad. Sinceramente, lo había perdido un poquito. Desde el punto de vista del artista en el sentido amplio. Me explico: no tanto en el ámbito de Vetusta, porque Vetusta es como un oasis en mitad del desierto. Es bastante insólito poder trabajar como trabajamos y que encima funcione. Porque cuando he hecho producciones para otras bandas, me encuentro con que los artistas se tienen que someter a una frustración enorme, a una falta de medios brutal, déficit de salas de conciertos…

Es decir, una precariedad absoluta.
Total. Y eso me estaba pesando un poco. Porque hay una dictadura tremenda de la playlist. Es terrible. En “mi época” nos quejábamos de Los 40 Principales, pero esto me parece una tiranía mayor. Mucho peor. Hay una cuantificación permanente de lo artístico. No somos ingenuos, vivimos en un mundo en el que el arte también es un objeto de intercambio comercial, pero se ha llevado a un extremo de mercantilización tan grande que los artistas sufren mucho. Se desaniman, y a mí ese desánimo me caló un poco. No es que este disco de Marilia haya funcionado mejor que los otros, sino que fue un goce hacerlo: ella me recordó que lo importante es hacerlo y vivir el proceso. Estuvimos una semana grabando en los estudios Garate y fue como reencontrarme con el proceso: “OK, lo que hacemos es esto, lo que nos emociona e ilusiona”. Esto es lo más importante. Luego, lucharemos para que lo que pase después sea lo mejor posible, pero no puedes tener eso constantemente en la cabeza porque te desconecta de lo que eres. De lo que quieres y te emociona. Producir ese disco me devolvió eso, fue un tesoro. Con otros artistas amplías los horizontes en cuanto a gente que conoces y con modos de trabajar distintos.

Sin embargo, volviendo a Rocío Márquez, hay casos por los que por algún motivo misterioso gente que no está en el mainstream conecta con un público amplio. ¿Por qué?
Así es. Yo creo que sucede y ya está. No creo que buscarle una explicación conduzca a ninguna parte. Le pasa a Rocío, nos pasó a Vetusta… Cada vez que nos preguntan cuál es el secreto contesto que si lo supiera, yo lo embotellaba y vendía a millones [risas]. Por aventurarme a buscar un punto de conexión con una posible palanca, creo que tiene que ver con el directo. Ver a Rocío es una maravilla, Vetusta nos cocimos en los escenarios y creo que esa parte de la interpretación de la música en directo como ritual de encuentro o como una experiencia irremplazable e irrepetible es clave. Creo que los artistas que tienen una base sólida en ese momento ritual del directo tienen muchos más números para calar, independientemente de modas, likes y streams.

 

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.