Baja fidelidad
Entrevistas / Scout Niblett

Baja fidelidad

Half Nelson — 25-11-2003
Fotografía — Archivo

Escuchando a Scout Nibblet gritar en “I Am” (Too Pure/Everlasting, 03), uno no puede evitar pensar que su música merecería ser grabada por Steve Albini. Scout es una joven compositora británica que desnuda su alma y sus instintos protegida por una peluca rubia e integrada en un power trio en el que canta y toca la guitarra (y la batería). Encima, publica en Too Pure. ¿Alguien dijo PJ Harvey?

Mi sorpresa es mayúscula cuando abro el libreto del compacto y veo que fue grabado por Steve Albini en noviembre de 2002. “Siempre he querido grabar con Albini porque es el mejor grabando baterías, pero no creo que PJ Harvey sea una influencia para mi”, se defiende una somnolienta Scout Nibblet a través de la comatosa línea telefónica que nos comunica desde Memphis. Desde luego, los acordes iniciales y el desgarro de canciones como “No-Ones Wrong (Giricocola)” no contradicen esa afirmación, pero también es cierto que la música de Nibblet depende menos del blues y atiende más a los ritmos negros que la Harvey de los inicios.

“Siempre he querido grabar con Albini porque es el mejor grabando baterías"

Sobre todo en canciones como “Boy”, “Miss Inlove With Her Own Fate” o “Your Beat Kicks Back Like Death”. “Soy batería y siempre me han gustado los ritmos sincopados”. Lo cierto es que este “I Am” (Too Pure, 03) es ya su segundo Lp tras el subterráneo “Sweet Heart Fever” (Secretly Canadian, 01) y un split single junto a Songs:Ohia, pero su sonido continua siendo algo deslavazado y, sobre todo, extremadamente crudo: pocas veces más de un instrumento –batería, guitarra o ukelele– acompaña la aniñada voz de Scout, quien tomó su nombre de uno de los personajes infantiles de "Matar un ruiseñor" de Harper Lee. “En realidad, lo tomé de la película, no del libro. Me enamoré de Gregory Peck”. Pudiera pensarse que un disco llamado “I Am” (“Yo soy”) es un cruce entre un diario introspectivo y una carta de presentación, pero la Nibblet rehúsa entrar al trapo de una excesiva intimidad con un más que curioso punto de vista. “Es un disco afirmativo de mi vida, de mi cuerpo, de mi existencia, de que moriré algún día, pero no habla de cómo es o qué siente Scout Nibblet. Lo ha hecho Scout Nibblet porque está viva, pero tiene poco que ver con ella”. Quizás ese poco sea la letra de “Fire Flies” (“You´re so sweet on the eye / you play your instrument so well / and you’re gonna charm the world”) que es inevitable que ambos nos turbemos al hablar de ella. “Está dirigida a alguien real: un músico con mucho talento que no me hace caso, por eso la escribí. ¿Tú crees que se dará cuenta?”. Lo ignoro, pero por si acaso más le vale atender también a la descarga de punk primitivo (y algo tontorrón) de “Drummer Boy” que contrasta poderosísimamente con la cercanía de “12 Miles” (“I have this body / it means you can touch me / and I will feel it”) en la que increíblemente consigue esquivar cualquier tentación de provocación sexual. “¿Lo ves? No tiene nada que ver conmigo, es algo que podría escribir cualquiera. Todo el mundo tiene un cuerpo con el que sentir”.

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