ATAQUE DE ÉXITO
Entrevistas / David Gray

ATAQUE DE ÉXITO

Redacción — 02-10-2000
Fotografía — Archivo

"WHITE LADDER" (DRO, 00; AUNQUE EDITADO ORIGINALMENTE EN 1998), ÚLTIMA OBRA DEL CANTANTE ESCOCÉS DAVID GRAY, SE CONSAGRA COMO UNO DE LOS DISCOS PARA TODOS LOS PÚBLICOS MÁS INTENSOS Y APASIONANTES DE ESTE AÑO EN FASE DE CIERRE. LA VIVA DEMOSTRACIÓN DE QUE TODAVÍA ES POSIBLE COMBINAR CALIDAD Y COMERCIALIDAD.

La suerte existe, pero hay que buscarla. Caprichosa hasta lo indecible, la industria musical sólo tiene orejas para aquellos que han invertido hasta el último segundo de su vida en la búsqueda indiscriminada de un poco de fortuna. Son aquellos que estaban en el momento adecuado y en el sitio adecuado porque nunca se movieron de ahí, conscientes de que una ligera perdida de terreno conlleva el adiós definitivo. Y el escocés David Gray es, indiscutiblemente, uno de ésos. Tres discos no le sirvieron prácticamente para nada, y cuando todo parecía indicar que el cuarto sería incapaz de cambiar su situación, el negocio de la música dio un golpe de timón que le ha elevado al estatus de artista revelación. Su "White Ladder" fue publicado, fue recibido, con poco entusiasmo, más adelante alguien quiso que el álbum fuera reeditado por East West, promocionado... y el resultado, numerosas ventas en Inglaterra y, sobre todo, Irlanda."Bueno, son cosas que pasan en el mundo de la música. Cuando peor me sentía por mi situación, llegó Christian Tattersfield (responsable del relanzamiento de "White Ladder") y me hizo recuperar la confianza que estaba empezando a perder". Pero si alguien tiene la culpa del éxito de "White Ladder", ése es el propio David Gray. Su principal habilidad, lo que confiere de verdad y ambición al disco, es el hecho de bascular con elegancia de golfista entre el gran público y el circuito alternativo. Gray logra convencer a dos sectores que tienen una concepción de la música aparentemente opuesta. "Yo quiero vender cuántos más discos me sea posible. Y eso no implica necesariamente venderme como artista. Tengo muy claro qué es lo que debo hacer y lo que no he de hacer. Pero yo no me incluyo en la escena alternativa, porque yo en ningún momento renuncio a nada". Y "White Ladder", magnífico punto de encuentro de beats programados, guitarras acústicas, pianos de alcoba y estribillos melancólicos,

"Yo no me incluyo en la escena alternativa, porque en ningún momento renuncio a nada"

abraza con magia, brillantez y destellos de genio una propuesta que halla acomodo entre lo mainstream y lo indie. Todo amenizado con un aroma insoslayable de tristeza contenida. "Lógicamente, es un disco melancólico. Lo es por mi forma de cantar, por la música y, sobre todo, por las letras. La mayoría de canciones hablan de situaciones emparentadas con el amor y el desamor, y eso es algo que siempre dota de melancolía a la música. Pero yo no diría que "White Ladder" sea un disco triste, ya que dentro de esa melancolía cohabita un sentimiento de optimismo, de vida, de energía positiva". Es cierto. Quizás ahí resida el principal foco de distancia entre la música de Gray y las propuestas de artistas que podríamos situar cerca del galés. Pero lo que aleja a Gray de nombres como Dylan, Tracy Chapman o Jeff Buckley es su falta de escrúpulos ante la electrónica. Todos ellos se amparan en la tradición folk-rock, cierto, pero Gray lo hace a través de esa electrónica que tantos rehuyen. "Es que me gusta tratar con ambas cosas. Me gusta la forma tradicional a la hora de componer, pero también me gusta emplear elementos electrónicos para enriquecer ese sonido. No es algo que haya inventado yo, ni mucho menos, porque Beck lleva haciéndolo desde hace tiempo, y, como él, otra gente. Lo que ocurre es que todavía hay gente que no se atreve a introducir ese tipo de ayuda en su música". Todo ello aleja el mensaje de Gray del de Chapman u otros artistas con etiquetaje cantautor y le acerque a nombres como los de Radiohead o Perry Blake. "Me agrada que me digas eso, porque yo también me veo de esa forma. Las bandas que he estado escuchando últimamente son Flaming Lips, Radiohead, Orbital o Massive Attack, y de ellas me gusta precisamente eso de lo que te hablaba: su naturalidad a la hora de mezclar formas tradicionales con formas contemporáneas, su capacidad por crear música de gran belleza y emoción". Y se trata de una manera de entender la música que se está instaurando en el Reino Unido. Porque desde el apabullante éxito de Radiohead, las nuevas bandas inglesas se están olvidando del hedonismo macarra del brit-pop y están abrazando unas texturas apegadas a la melancolía, a la emoción pura, libre, verdadera. Hablamos de David Gray y Radiohead, pero también de Travis, de Coldplay, de Unbelievable Truth, de Doves... "Hum, pregunta difícil (risas). No sé que contestar a eso. La verdad es que yo no soy muy bueno para este tipo de preguntas. ¿Qué ha cambiado: la mentalidad del público o la de los grupos? Pues quizás es un poco de ambas cosas. Me gustan Radiohead, Travis, y el disco de Coldplay me lo compré el otro día y me parece muy bueno. Sí que es cierto que entre todas ellas hay un nexo emocional que las separa de bandas como Oasis o Blur, aunque no sé muy bien a qué es debido. Supongo que la gente necesitaba otro tipo de bandas".

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