Abriendo los brazos
Entrevistas / Sr. Chinarro

Abriendo los brazos

Redacción — 21-03-2005
Fotografía — Archivo

Ha regresado. El más carismático y personal letrista del pop independiente nacional, el más esquivo de los músicos, Sr. Chinarro (o Antonio Lugue, que para el caso es lo mismo) regresa con “El fuego amigo” (El Ejército Rojo/BMG), su flamante nuevo disco. Una obra casi alegre, sorprendente, con la que el sevillano estrena compañía y estado de ánimo.

Aunque me dejé caer por la grabación del disco, el pasado verano en Granada (unas sesiones divertidas, llenas de gente, en El Refugio Antiaéreo, el estudio de Los Planetas), Antonio contesta a mis preguntas desde Sevilla, vía electrónica, lo que no impide que haga gala de su ágil sentido del humor y de su marcada personalidad. Luque afronta su futuro sin querer mirar atrás, aunque para el que esto firma se hace raro hablar con él –incluso frente a la pantalla del ordenador- y no hacer referencia a su antiguo sello (Acuarela), con el que estuvo diez años o así y a la reconstrucción de su banda, con la que planea salir a tocar más y mucho mejor que antes. “Acuarela va a encargarse de la editorial, luchando con la SGAE. Suerte, Noemí. Respecto a la banda, Manuel Escacena toca la batería conmigo desde poco después de ´Cobre cuanto antes´ y Juan Luis Cordero no pudo grabar el bajo, no tuvo permiso en su trabajo. Pero aquí sigue. Tocamos muy bien. Estamos ensayando mucho, me encantan las canciones del repertorio, ¡qué palabra!, y acaba de salir un disco muy trabajado, muy cuidado, muy bien grabado y disponible en El Corte Inglés. ¿Cómo quieres que me sienta? ¡Más señor que nunca!”. Con un título cuyo secreto Antonio no quiere desvelar (“No puedo decirlo. Puertas abiertas; pasen y vean”) “El fuego amigo” supone el debut de Sr. Chinarro en El Ejército Rojo, el sello que, bajo amparo de una multinacional, tienen Los Planetas y que ya editó con anterioridad el estupendo segundo disco de los malagueños Airbag.

"Delante de Morente hice como que me quitaba un sombrero y lo vuelvo a hacer"

Un sello pequeño que, como Jonás, habita en el vientre mismo de la ballena. “Puedo adelantar que está prevista una entrega de medallas, a lo Bono (el de La Mancha). Me encantaría vivir más cerca de Granada y participar más de esa parte simbólica del sello. Yo creo que se trata de un sueño casi; conseguir que una multinacional se preocupe por algo más que las cifras es, más que una batalla, una guerra a la que hay que ir ebrio. Brindemos pues. Confiemos en ellos. Si todo va mal en ese negocio tendrán que pensar en algo. Que piensen un poquito en mí. Nosotros vamos a atacar creyendo en nosotros más allá de nosotros, como los pueblos de verdad, ¿no? Brindemos otra vez. Medallas ya”. Disco menos triste y crispado, con más melancolía y más humor –antes ya había bastante humor-, “El fuego amigo” es una especie de colección de cuentos urbanos, entre Carver y Edgar Neville, donde casi todas las canciones tienen un claro hilo narrativo (sin perder la capacidad de fascinación); un álbum lleno historias de amor con guiños a Rohmer, de surrealismo, dadaísmo y algún ismo más, ambientado en las bahías conocidas, en los bares llenos de gente. Este es un disco sobre ser feliz y no parecerlo. “Oír historias es lo que queremos siempre. También gusta participar de ellas, así que alguna puerta abierta dejo, por olvido o por costumbre, no lo sé”.

"Este nuevo sonido es bueno, el disco suena de maravilla y lo que compramos cuando compramos música es sonido grabado"

Llevaba tiempo intentando hacer algo más normal, más inteligible. "Más que nada para no tener que recurrir a las chuletas en público, que queda fatal. Y es que, aunque recuerdo por qué hice tal o cual asociación de ideas tantos años después, tantos años después no recuerdo las asociaciones en todo caso. Pido disculpas (por lo de las chuletas)”. La producción es otro detalle importante del disco. “El fuego amigo” tiene un sonido muy particular, de autor, debido, sobre todo, al estudio donde se ha grabado y a J, productor en solitario. Un disco en el que se fusionan el sonido nervioso –las famosas marañas de guitarras-, polvoriento de los últimos discos (“El peor poema”, “El cuadro”) con la efectividad pop de los primeros (“El rayo verde”, “Humor amarillo”), más presencias de los bajos o las cuerdas (“La cruz Verde”, “Remordimientos”) y cierta festividad inesperada, como de caseta de feria que se anega por la lluvia, y a la que sorprende el sol (“Morado”, “El rito”). “J comenzó a trabajar en el disco desde que las canciones eran sólo bocetos. Tenía muchas y de distinto pelaje y más o menos pude sospechar qué tipo de entre ellas prefería él. Con la palabra ´maraña´, referida a sonidos, tú mismo indicas que se trata de algo difícil de escuchar. Así que ´marañas no´ fue un slogan para la grabación tácitamente aceptado, nunca pronunciado. A veces yo mismo echo de menos un puntito hipnótico-esquizoide en el disco; la costumbre es poderosa, pero es fácil comprender que no era el momento. Son ya muchos discos, no es fácil no repetirse y creo que lo estamos consiguiendo. Este nuevo sonido es bueno, el disco suena de maravilla y lo que compramos cuando compramos música es sonido grabado. El trabajo de J ha sido, pues, perfecto. Sabe mucho de música y es muy práctico, sabe lo que hace. En el estudio hubo tiempo para todo, eso es lo que yo quería y lo único que me movió al cambiar. Diversión y concentración alternativamente y a la vez. Tiene mérito que yo recuerde aquellos días como días grandes, con lo duro que es grabar un disco. Es el mérito de los que estuvieron allí”. Y menudos los que estuvieron allí, Por la grabación pasaron algunos de los mejores músicos del país. Desde Pedro Sanmartín (La buena vida), que aporta unos hermosos arreglos de cuerda a “Remordimientos”, a Meritxell Ramos (Vaya dos), que convierte, con su voz, “Humor amarillo” casi en una canción de amor; del poderío flamenco de Enrique Morente (cuya magia impregna la sorpresa del disco, “El rito”, de la que luego hablaremos) al propio J o, sobre todo, Antonio Arias (Lagartija Nick) que ha grabado todos los bajos del disco. “Antonio Arias. No lo conocía, no. No me perdonaría habérmelo perdido. Lo conocía de 091 y Lagartija Nick, claro; dos grupos que siempre me gustaron. El topicazo de gran bajista y mejor persona y viceversa. Divertido, brillante, rápido; tiene un oído increíble. Todo lo que diga es poco. Igual con Pedro Sanmartín. Un lujo. Tampoco lo conocía. A La buena vida sí, por supuesto. Agudo y amante de las risas. Músico total también. Y de Morente qué puedo descubrir yo. Delante de él hice como que me quitaba un sombrero y lo vuelvo a hacer. Fueron momentos emocionantes, así, como suena. Qué no daría yo por cantar la centésima parte”. Luego están las canciones. Y vaya canciones. Accesibles sin resultar simples, terriblemente adictivas, festivas o nostálgicas, y siempre agridulces (no se sabe si reír o llorar con la bellísima “Remordimientos”, con la ironía y los juegos de palabras de “El Rrayo verde” –mi favorita- o con la desoladora “El Cabo de Trafalgar”), las nuevas canciones de Sr. Chinarro suenan líricamente rotundas y mucho más reflexivas y dejan un raro poso en el oyente, al menos en el yo oyente: cuando “Paso yo”, la última, está terminando –con ese tono fúnebre, remoto- nos parece que acaba con ella una vida, como en una de esas novelas existencialistas. Ya sabéis. “Quería cambiar porque puedo hacerlo. Para demostrarme que puedo y sin ruborizarme. Las hay en ´El fuego amigo´ más o menos fáciles y, es curioso, prefiero ´Dos besugos´ o ´Morado´, ´Paso yo´ o ´El rayo verde´, ´El cabo de trafalgar´ o ´La cruz verde´ a ´El cuadro´, ´El peor poema´ o ´Humor amarillo´, por ejemplo; estas son más duras de pelar y noto que me apetece menos cantarlas cuando ensayamos ahora, aunque son necesarias en el conjunto”. Y entre todas, sin duda, “El rito”, la pieza más sorprendente del disco y aspirante desde ya a canción del año. Una canción festiva que es una fiesta en sí donde caben, atentos, el flamenco, las rancheras y el tex-mex, losc

Un comentario
  1. Digame usted Sr. Sagaz que mis ojos no leen mentiras, se lo ilpomro!!!Deja que se entere Grenouille de lo de Stereo, se va a poner a dar de brincos....Por algun momento pense que Zimmerman nomas se les iba a aparecer a los del Detritus Defecal, ojala y se haga el milagrito de que venga, de que le pueda pedir a Greno que me haga una playera con la portada de I m not there, que espero que ya haya usted visto, si no, dese una vuelta con los raiders de Reforma que la venden bara y con una muy buena calidad. De veras que se ve linda la Blanchett como Jude Quinn.Cuidese y a ver cuando se me hace echarme unas bien heladas con usted

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