Vamos a hacer las cosas bien
Libros / Rosa Ponce

Vamos a hacer las cosas bien

8 / 10
Raúl Julián — 09-09-2021
Empresa — Libros Walden

Rosa Ponce –conocida por su pertenencia a grupos como Tigres Leones, Ramona o Petróleo– debuta como escritora con el presente “Vamos a hacer las cosas bien”. Un estreno que sorprende por la clarividencia de la autora a la hora de plasmar, en veintiocho relatos cortos, otras tantas situaciones costumbristas, las mismas que dan lugar a aquellas historias, tan breves como intensas, que pueblan de arriba abajo esta referencia.

Una empresa que Ponce completa focalizando ese tipo de encanto y fascinación a todas luces agridulce que late tras lo mundano, el mismo que suele pasarse por alto en el día a día y que la andaluza tiene a bien pararse a observar y compartir. Es la base sobre la que se levanta la trama una y otra vez, incansable en su misión de intervenir esa inhabitual visión de los acontecimientos. Capítulos todos ellos autónomos entre sí, que admiten indistintamente trazos de humor o de drama pero que, ante todo, muestran una especial habilidad cuando se trata de que los protagonistas motiven empatía en el lector.

Es así como se suceden mascotas, citas a ciegas, chándales y mercadillos, vecinas molestas, flores, fiestas de disfraces, la web Idealista, piscinas o la tan temida ansiedad. El tratado sugiere que podría tener bastante de autobiográfico, al menos como punto de partida desde el que desarrollar todos esos argumentos que resultan cohesionados gracias a un trazo sencillo y que, a su vez, ayuda en esa conexión inmediata con la obra. Es una de las virtudes del libro, al enganchar inmediatamente para justo después potenciar interés con el desarrollo y terminar de convencer gracias al desenlace. Todo, en el corto espacio de tres o cuatro páginas que exprimen al máximo el jugo del asunto.

La siempre interesante editorial Libros Walden es la encargada de publicar este pequeño y manejable volumen capaz de cundir exponencialmente a lo largo de sus ciento treinta páginas. Una lectura que, gracias a su naturalidad y ausencia de pretensiones insanas, se disfruta ininterrumpidamente tras devorar la serie formada por esas pequeñas anécdotas sitiadas en cada uno de los capítulos. Un tomito que, además, abre el apetito de cara a una presumible y ya ansiada segunda entrega.

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