Como siempre ha comentado Jarvis Cocker, escribir la letra de una canción es una modalidad creativa totalmente ajena a la narrativa literaria. Partiendo de esta base y de la absurda proliferación de músicos-escritores, enfrentarse a “Deja que te combata” cae del lado donde los narcisismos autorales se imponen a la calidad literaria necesaria para un envite con la prosa sin musicar.
No hay prueba más fehaciente de la tibia pulsión literaria de Nathy Peluso, la autora en cuestión, que el contraste con las letras de sus canciones, incluidas en el segundo bloque del libro, donde este cobra cierto sentido de lectura. No sucede lo mismo con una primera parte en la que subyace cierto ego disfrazado de aventura de superación, para el cual su agradecimiento a todos lo que queramos combatirla se traduce en una serie de sentencias hilvanadas bajo los fogones de una pasión no apta para diabéticos. Épica del costumbrismo, donde, precisamente, dicha colisión de conceptos ahoga las palabras en un río de autocomplacencia y búsqueda atropellada de admiración por sus continuos actos de superación: de cuando se ganaba la vida en Madrid rimando a partir de palabras que le pedían los transeúntes a su lucha por entrar dentro de la liturgia jazz.
En definitiva, un libro cuyo valor se diluye conforme va avanzando, y nos topamos con una verdad: la mayoría de las veces, la lírica musical es un universo ajeno al mundo de la palabra sin banda sonora. Por eso mismo, casi mejor a esperar por un nuevo duelo musical con Nathy, donde siempre tendrá mucho más que decir que en tan melifluo ejercicio de amor propio como el aquí presente.
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