Había una fiesta
Libros / Marina L. Riudoms

Había una fiesta

6 / 10
Marcos Gendre — 21-07-2019
Empresa — Caballo de Troya

Nada más leer la nota de prensa que acompaña a esta novela, tras toparse con un término como “costumbrismo millenial”, lo primero que asoma es la sensación de estar armada en base a una coartada intelectual. Si estas dudas se hacen realidad o no lo podemos averiguar al instante, cuando nos adentramos en uno de estos relatos tan en boga en nuestros días, cortados bajo el lema de la ultranormalidad. Y me aferro a esta teoría porque lo que tenemos entre nuestras manos no es más ni menos que una nueva apología de una prosa atada a un lenguaje, exageradamente, coloquial. Incluso, forzado en los momentos más abiertos al insulto o las expresiones de dos rombos. Porque, aunque el trabajo psicológico armado por Marina L. Riudoms en torno a las cuatro protagonistas de esta novela no deja de ser brillante, su manera de exteriorizarlo resulta, por momentos, poco natural, y más cercano a una provocación con careta que a una experiencia real.

Bajo el desfile de máscaras e intenciones que subyace en cada línea de este texto, reluce un relato atado a un suceso traumático que define el paso de la adolescencia a la vida adulta. En este sentido, la banda sonora aplicada en cada uno de los capítulos refleja con precisión los ambientes descritos a lo largo de las páginas. De Kelela a Skrillex, los personajes centrales, Nadia, Jero, María y Paula, recorren la costa de Nápoles a través de un viaje que tiene tanto de iniciático como de final. Y es aquí donde las intenciones de este libro cobran valor. Si bien es cierto que su manera de hacerlas germinar están filtradas por una prosa forzosamente atemperada en un modelo menos inspirado de la brutal Virginie Despentes.

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