Will Spector y Los Fatus parecen haberse volcado definitivamente en el que es su tercer álbum, tras aquel estreno de título ‘Bicáberut!’ (Repetidor, 12) y la consiguiente continuación que fue ‘Arriba de Bien’ (Auto, 15). Es la sensación que queda tras la escucha de ‘La Llama’, un disco que, siete años después de la anterior entrega del grupo, ve la luz enriquecido exponencialmente con la inclusión de diferentes estilos, siempre al servicio de ese tipo de indie-pop de penúltima hornada que en la actualidad factura la banda oscense-barcelonesa.
Un total de nueve composiciones que deben su forma definitiva a ribetes de psicodelia, sonidos sixties, synth-wave, salpicaduras de shoegaze y algo de new wave. Como hilo argumental, la banda apuesta por una narrativa realista caída con frecuencia hacia irremediable pesimismo, excusa que revierten en auténticas celebraciones románticas de la propia desilusión vital. Mayoría de temas pegadizos que, independientemente de sus motivadores, invitan a disfrutarlo todo con esa generosa presencia de teclados y sintetizadores de aspecto vintage. De ahí surgen piezas con títulos tan explícitos como “Fondo de la muerte”, la noventera “Miénteme otra vez” (con ecos a los Oasis del primer disco), la apuesta post-punk de “Eternidad”, “Volcán”, la fiestera “Champagne”, o la propia “La Llama” que, con su cadencia al sonido madchester, sirve para dar título a la referencia.
A pesar de que el proyecto en cuestión iniciase su andadura hace ya más de una década, es en base a sus nuevos temas cuando Will Spector y Los Fatus pasan a jugar en la misma liga que formaciones como La Plata, Cariño, Menta, Camellos o Mediapunta, junto a las que conforman ese plantel actual que, de algún modo, está revitalizando y actualizando la escena independiente patria. Y, precisamente, de ese tipo de canción atinada, vertical y con clara obsesión por conquistar al oyente, hay caben unas cuantas en ‘La Llama’.
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