Habitualmente para hacer una crítica y transmitir una opinión coherente y parcial acostumbro escucharme el disco el mayor número de veces posibles y en distintas situaciones. Con el disco de The Script no he podido llegar a conseguirlo.
La razón es clara, cuando un disco no te gusta no puedes darle demasiadas oportunidades. Un álbum puede ser complicado, denso, difícil de escuchar o que la voz no te guste, pero mis argumentos sobre este disco se alejan bastante de estas razones. Por una parte, el mérito es claro para Danny O’Donoghe y sus dotes vocales. El problema es que su voz favorece que todo suene demasiado melódico y aséptico al mismo tiempo. Las líneas de guitarra, además, delatan sencillez. Favoreciendo la asequibilidad del disco, comparable a otros grupos de soft rock juvenil. Estamos ante un disco que se distancia de nuestros gustos, que busca formar parte de las listas de éxitos mainstream o de la banda sonora de alguna película romántica. Y es que hay temas que no tienen salvación. “We Cry”, el que fuera single debut de estos irlandeses, toma ritmos pseudo-reggae que subrayan aún más su comercialidad. Con “Rusty Halo” ocurre lo mismo, y puestos a encontrar relaciones imposibles recuerdan a una mezcla entre The Killers y el Sting más influido por la música jamaicana. En definitiva, un disco ideal para radiofórmulas.
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