First Two Pages of Frankenstein
Discos / The National

First Two Pages of Frankenstein

7 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 04-05-2023
Empresa — 4AD
Género — Pop-Rock

“¿En qué momento la consistencia se aproxima al tedio?”, reza una de las críticas que leo acerca del noveno disco de The National, en Consequence of Sound. La pregunta es más que pertinente y seguro que sobrevuela casi todas nuestras cabezas, porque las diferencias entre cada uno de sus discos desde "High Violet" (2020) son de lo más sutil. Matices, texturas, ligeros cambios de tempo, algunas colaboraciones. Poco más. En cualquier caso, son slow burners. Trabajos de cocción lenta y digestión madurada. Y al final, como por ensalmo, sin generar demasiado ruido ni advertir ninguna clase de ruptura, prácticamente todos ellos justifican su existencia como piezas autónomas de un engranaje que parece funcionar por inercia. Este "First Two Pages of Frankenstein" (2023) no es una excepción. Si en su antecedente ("I Am Easy To Find", 2019) delegaban en un puñado de voces femeninas (Sharon Van Etten, Kate Stables o Lisa Hannigan) para escapar de su propia sombra y mostrar el envés de sus divagaciones masculinas de mediana edad, en esta ocasión el bloqueo creativo y la reciente depresión de Matt Berninger han hallado en cierta renovación de su lírica, impulsada por las dos primeras páginas de la novela de Mary Shelley, el mejor revulsivo para dar continuidad a una carrera que, por primera vez en los últimos 24 años (lo dice él mismo), se veía al borde del colapso definitivo, tras la edición de su primer álbum en solitario y las producciones de Aaron Dessner para Taylor Swift o Ed Sheeran. El de hace cuatro años podría haber sido el último. Aunque es más que lícito dudarlo, por la misma razón que solo quienes viven una posición tan económicamente desahogada pueden permitirse caer en una depresión y que esta les sirva como rentable combustible creativo.

El resultado es otro álbum solvente, en el que la melancolía, la vulnerabilidad y la sinceridad (los textos, confesionales, siguen rayando alto) deparan una sonoridad cauterizadora que ofrece confort al fan de largo recorrido. Ni siquiera las colaboraciones restan protagonismo a su discurso, porque tanto los coros de Sufjan Stevens en la preciosa balada al piano que es “Once Upon a Poolside”, como la voz de Phoebe Bridgers en las serenas “This Isn’t Helping” y “Your Mind Is Not Your Friend” están ahí para acompañar más que para ofrecer contrapunto, aunque también es verdad que Taylor Swift destaca algo más al alternarse con Matt Berninger en “The Alcott”. En general, podría decirse que ninguno de sus once cortes baja del notable. Hay singles tan inapelables como “Tropic Morning News”, la auténtica palanca de cambio para que este disco viera la luz; cambios de dinámica como los de la ágil “Grease In Your Hair” o los de esa “Alien” que comienza sigilosa hasta que deriva en uno de los clásicos ritmos sincopados a lo Joy Division de los tiempos en los que aún se les comparaba con sus conciudadanos Interpol, y una forma inteligente de repartir guiños a sus héroes particulares: Cowboy Junkies y Afghan Whigs son mentados en una “Eucalyptus” que imagina el reparto de pertenencias tras una ruptura (“tengo un matrimonio saludable porque escribo sobre el abismo”, le dijo Berninger a The Guardian) y New Order comparecen como espita abierta para los recuerdos que refleja la bonita “New Order T-Shirt”. Suman y siguen. Sin sorpresas, pero también sin deslices. La línea que puede separar el bienestar del aburrimiento ya será tan fina (o gruesa) como la cercanía emocional que cada uno pueda albergar respecto a su reconocible argumentario.

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