Glasgow Eyes
Discos / The Jesus & Mary Chain

Glasgow Eyes

6 / 10
JC Peña — 11-04-2024
Empresa — Fuzz Club

Con su espíritu transgresor y mitómano a partes iguales, los hermanos Reid y sus The Jesus & Mary Chain resucitaron el espíritu del rock and roll, llevando a sus últimas consecuencias la combinación de acoples del infierno y melodías celestiales. Usando con furor iconoclasta el espejo de The Velvet Underground y Lou Reed, hicieron de la tormenta eléctrica y la calma acústica –las dos caras de la misma moneda– sus señas de identidad, hasta que las desavenencias personales se llevaron por delante el proyecto a finales de los noventa.

Limadas las asperezas, “Damage And Joy”, su digno regreso de 2017, les mostraba cómodos en su reencarnación. No rehuían un clasicismo que probablemente les habría dado urticaria en su juventud. Y resulta tan absurdo pedirles hoy lo que daban en aquellos caóticos bolos de veinte minutos de mediados de los ochenta, en los que tenían que salir por patas de su público –el tan añorado peligro del rock, hoy prácticamente inexistente–, como no comparar su nueva producción con su glorioso legado.

En este sentido, el juicio de este tan inquieto como por momentos deslavazado y crepuscular “Glasgow Eyes” –cuyo tono un poco experimental puede evocar la irregularidad de “Munki”– va a depender decisivamente de dónde pongamos el foco. Grabado en la ciudad de su niñez, el octavo álbum de la casa arranca convocando los fantasmas de Suicide: “Venal Joy” tiene tanto de electrónica primitiva como el tremendo single “Jamcod”, en el que derrochan ese veneno que siguen sintetizando como casi nadie. El problema es que ambos momentazos están rodeados por temas tan insípidos como “Mediterranean X Film” o “Discotheque”.

No es tanto un problema de bajas revoluciones (“Pure Poor” tiene en la lentitud su encanto), introspección (es normal que con cierta edad se haga balance) o menor presencia de guitarras, sino de falta de inspiración. Afortunadamente, la segunda cara se reserva algunas joyitas, desde el glam travieso de “The Eagles And The Beatles”: “Silver Strings” y “Chemical Animal” con sus atmósferas turbias, y sobre todo la tierna “Second Of June”, dedicada a la madre del dúo.

“Girl 71”, con su riff tan simple como efectivo, y “Hey Lou Reid” (nuevo guiño melómano en un disco repleto de ellos) ponen un cierre luminoso que evoca grandezas pasadas. Sin embargo, el álbum me deja un regusto melancólico: ni siquiera nuestros héroes se libran del poder corrosivo de los años acumulados sobre el motor creativo del rock.

 

Un comentario
  1. Manel Navarro San Lorenzo 18 abril, 2024

    Que disco más flojo, Dios. ¿Donde se han dejado las guitarras ensordecedoras, rollo muro de sonido, marca de la casa? Este Glasgow Eyes deja al criticado Munki a la altura del Quadrophenia de los Who. Deslabazado y aburrido. De hecho a veces parece más un disco tributo, de esos de bandas homenaje (con estilos "sui generis", seudotecno, shoegazer moñas, baladitas indies britpoperas rollo 90s) influenciadas por los Jesus de toda la vida que un disco oficial de la banda escocesa. Un chasco.

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