The band drinks for free
Discos / The Fleshtones

The band drinks for free

7 / 10
Nacho Serrano — 27-12-2016
Empresa — Yep Roc
Género — Rock

Con el eterno sambenito de “sus discos no están a la altura de sus directos” en la mente, pinchamos este alegato por la priva gratis pal’que toca. Una versión de “Love like a man” (por mucho que sea de Ten Years After) no parece el comienzo más atractivo. Pero el segundo corte, “Love my lover”, con una presencia vocal femenina poderosísima, es un temazo como los de antes, sin paliativos. “Rick Wakeman’s cape” es pub-rock de libro. Lo tomas o lo dejas, estás in the mood o no. “Suburban roulette” sigue el mismo espíritu pero ya no sólo te imaginas un pub, estás en él, sudando la gota gorda frente a un escenario de dos por dos con gente tirándote birra por la cabeza. El regreso a casa, borracho perdido y tambaleándote entre las farolas, queda plasmado la mar de bien en “Respect our love”, cuya épica recuerda un poco a KISS (¡!). “Living today” te sumerge en la historia aún más y ofrece un fantástico final, y entonces llega la joya del álbum, “Too many memories”, un himno tremendo al que ojalá le hubiera pillado la época pre-internet. Hubieran ganado bastante pasta con el single. “The Gasser” es desacomplejada, muy frat-rock, y poco a poco se deja dominar por un espíritu sixtie delicioso, como unos Fe Fi Four Plus Two del siglo XXI. “Stupid Ol’Sun” es puro estribillo de principio a fin, convencional, sí, pero un tema de los que perduran.

A esta altura, el disco ya casi ha conseguido que ni siquiera pienses en cómo sonará en concierto. Así también se está muy bien con los Fleshtones. Con un título como “The Sinner” se veía venir la balada, y lo cierto es que llega en el momento perfecto del álbum, cuando ya te ha hecho cómplice y sólo esperas que acabe sin estropicios de última hora. Blues de ocho compases, armónicas, pecado y redención, todo perfecto. “How to make a day”, la penúltima, anuncia con campanadas la recta final. Vuelven los coros femeninos, pero esta vez menos aguerridos, y Peter Zaremba se une a ellos con un tono impostado, casi como un predicador. Suena a pastiche de pseudo-rock cristiano. Umm… Un descarte evidente, más aún cuando le llega el turno a “Before i go”, un fin de fiesta que hubiera ido perfecto tras “The Sinner”. En fin, mientras no la toquen en directo

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