Es su tercer álbum, pero el primero que rebasa la media hora. Eva Moolchan lleva tres años desvelando un cúmulo de sensacionales ideas en forma de canciones tan breves que terminan antes de que uno tenga tiempo de pestañear, y el riesgo que podría correr – a la altura de la siempre exigida tercera entrega – es que todo eso se quede en una colección de esbozos, de buenas ideas por concretar. Por suerte, no es lo que ocurre en este "Highway Hypnosis", que expande y embellece gozosamente su paleta de sonoridades (de la mano de Carlos Hernández y Tony Seltzer a la producción) y encuentra su justa medida en los dos minutos largos que promedian sus trece cortes. Pequeño estirón, pero nada desdeñable.
Cada vez menos ligada al escuálido indie rock de bajos sísmicos a lo ESG y más cercana a un r'n'b esquelético y juguetón, en ocasiones preso de atmósferas opresivas y fantasmales, la de Washington DC igual le pega a un dub espectral (“Addis”), como a un pop minimal y seductor (“Money Don't Grow On Trees”) o a un hip hop blanquito y tan enjuto que suena como unos Beastie Boys puestos a dieta (“Suck It Like a Wistle”). En alguna otra ocasión puede recordar a la primera Claire Boucher – Grimes – , tal y como ocurre en “Ecstasy”. Y aunque la agreste “And We're Off” y la adhesiva “Hong Kong To Amsterdam” (la única producida por el veterano Jacknife Lee) sí remitan a sus albores, prevalece en todo momento la sensación de gran paso adelante, sin que esa despreocupada forma de encarar el folio en blanco – como si le importaran un bledo las expectativas y los géneros – se haya evaporado por el camino. Valor al alza.
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