Incontinencia. Eclecticismo. La música como salvavidas para superar miedos, inseguridades, ansiedades. Y como vehículo para denunciar exclusiones sociales. El norteamericano Shamir Bailey lleva, con este, nueve discos publicados con solo 28 años. No hay estilo al que le haga ascos. Es un músico de su tiempo. De los que escuchan mil cosas. Las deglute y las devuelve. Es lo que tiene esta era de libre acceso a cualquier discografía, por recóndita que parezca. Picotea y aprovecha aquello que le interesa. Pero sus discos suelen ser irregulares.
Este, grabado en Londres con la producción de Hoost (habitual de Rina Sawayama) y primero que publica con la histórica enseña de Olympia (Kill Rock Stars), también lo es. Aunque cuente con algunas dianas: el dinamismo contagioso de “Wandering Through” y su pimpante estribillo, el empuje punk pop de “Our Song” y “Appetizer”, tan deudor de la segunda mitad de los noventa/primera de los dos mil, el ritmo entrecortado de “Crime”, del que leo paralelismos en algún medio con Kate Bush pero yo veo más cerca de los mejores Wild Beasts (hay que ver cómo se parece su voz aguda – por momentos – a la de Hayden Thorpe) y una resultona “Without You” que no tiene nada que ver con la de Badfinger pero debería ser un hit en un mundo perfecto, a la altura de aquella versión de Nilsson, compartiendo un angst similar.
Pero luego llegan las relamidas “Oversized Sweater” y “The Beginning”, muy similares a aquel canon de canción pop anodina y algo bobalicona que tanto practicaban Natalie Imbruglia, Sixpence None The Richer, Lisa Loeb, Nelly Furtado y demás nombres de una legión que a uno no le importaría olvidar (sí, también merodeando aquel final de los noventa y principio de los dos mil), y no sabe muy bien qué pensar. Para cuando llega el blues acústico, espartano, de “The Devil Said The Blues Is All I’ll Know”, cunde la curiosidad por saber si lo suyo es ambición desmedida o simplemente desorientación. Quizá a la próxima salgamos de dudas. En dosis medidas y bien seleccionadas, aquí hay chicha. Y se disfruta. Pero requiere criba.
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