Nada ni nadie
Discos / Quentin Gas

Nada ni nadie

7 / 10
David Pérez — 03-07-2021
Empresa — Autoeditado
Género — indie español

Quentin Gas sigue su metamorfosis continua sin nada ni nadie que pueda lastrarlo, libre como la brisa, sin añoranzas ni penas, como si a cada nuevo trabajo le precediera una “boda roja” en la que sacrifica con sus propias manos y sin titubear a su Ziggy Stardust particular. Quemar las alas y volar en el siguiente parpadeo con otras nuevas. En esa estamos con “Nada ni nadie”, dejando claras las cosas desde el mismo título.

Tras mudar la piel de The News y Los Zíngaros, con estelas de remarcada electrónica y psicodelia aún dibujadas entre las nubes de su trabajo anterior, “Sinfonía Universal Cap. 02”, el camaleón de Lebrija da una vuelta de tuerca más a su duende y nos deja tocados en poco más de veintiún minutos, aliándose a Enzo Leep y reinventándose en siete pistas que van del soul pop futurista de la “Demo” inicial y la central “Ya no estoy por ti”, al hipnótico r&b empapado de electrónica en “Hype”, reflejando cicatrices y la fugacidad del amor en un tema que sería la banda sonora perfecta para más de un episodio de “Black Mirror”.

Lo que queda claro es que para Quentin, como para todo gran artista (parafraseando a Miguel Hernández) el corazón manda. De ahí, de esos nuevos latidos y de otras heridas necesarias para llegar a donde estamos, nace esta libertad a quemarropa de “Nada ni nadie”. Así, lloramos y giramos con los ojos cerrados bajo la bola de espejos de un “After” lynchiano, nos revienta el pecho en el jungle de “Buyaca” o nos ofrece un triple mortal de trap y r&b en “Tyler”.

Se atreve a deconstruir el compás flamenco del “Hola mi amor” de Junco, minándolo de beats, filtrando cada verso por sonidos urbanos y jugando con el tiempo hasta el infinito, para terminar de fluir a corazón abierto en la sorprendente “(No) Estoy bien”, con cambios de ritmo y una aceleración final que dispara las pulsaciones y te despega del suelo.

No sabemos dónde irá en el siguiente movimiento, la única certeza es que hará lo que le manden sus adentros, es decir, lo que le dé la real gana. Bravo, la autenticidad escasea y estaremos ahí para celebrarlo. Sin ir más lejos, justo antes de que salga esta reseña, Quentin nos regala en plataformas digitales un tema suelto en el que, sin perder vuelo y experimentación, retoma sus raíces flamencas, rescatando muy acertadamente “Sentencia”, joya de su debut “Big Sur” (16), una explosiva bulería en inglés en la que Jack White se funde con el Lebrijano. Arropado por su familia y con el desaparecido Curro Vargas Carrasco cerrando por martinete. Otro volantazo que descolocará y conquistará al que abra bien los oídos.

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