Lógico que el gran Flying Lotus flipara cuando escuchó a Lapalux y le fichase para su sello Brainfeeder. El bueno de Stuard Howard consigue transportarnos a estancias en las que la ensoñación ambiental, cinemática, bella, líquida y sensible, es lo que manda. No en vano todo está hecho desde un lugar virtual, siempre brumoso, situado entre el sueño y la vigilia en el que todo puede suceder.
Aquí Lapalux refresca parte de ese regusto tan personal por los sonidos souleros naturalmente urbanos que gustan de adornarse con melodías viscoelásticas y demás parafernalia emo. Temas como “Sum Body”, “U Never Know”, “Puzzle” o la muy espectacular “Closure”, en la que la sensualísima voz de Szjerdene lo eleva todo a alturas capitales, tienen una capacidad de envolver y arropar al escuchante digna de notable mención. Tan diferente y agradable como necesario.
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