Warm
Discos / Jeff Tweedy

Warm

8 / 10
Kepa Arbizu — 14-12-2018
Empresa — dBpm/Anti
Género — Folk Rock

Exista mayor o menor intencionalidad de por medio, la incidencia que tiene en el resultado final de una obra concreta su contexto artístico y personal más cercano -aunque sea en busca de revertirlo- suele resultar determinante. En el caso del nuevo disco en solitario del alma máter de Wilco, “Warm”, sería recomendable no desligarlo de sus directos antecedentes para reconocer y comprender ciertas características que lo definen. Así, la huella que dejan su trabajo predecesor “Together At Last”, en el que repasaba parte de su cancionero de una manera totalmente desnuda e intimista, y la reciente publicación de su autobiografía se hace palpable sobre todo en la ejecución de un sonido sobrio, casi artesanal, y por encima de todo en el tono confesional que domina el conjunto.

Resaltar esas citadas directrices sin agregar ningún tipo de matiz más podría inducir a imaginarse un tipo de ambiente que no se ajusta con exactitud al que realmente late en el álbum. Mucho más clarificador resulta, a la hora de trasladar las sensaciones que contiene, el título escogido para bautizarlo. Porque aunque sea evidente ese cariz reflexivo en el que se imbuye el compositor norteamericano, influenciado por momentos realmente traumáticos (la muerte de su padre o la enfermedad de su mujer) al igual que reflejando un entrono social caótico, éste es tratado, sin miedo a desvelar las fracturas ocasionadas, bajo una complicidad y empatía que deviene casi en una terapia colectiva.

La posibilidad de alcanzar esa percepción en su máxima plenitud será también gracias por supuesto a la elección, e interpretación, de una sonoridad que hace de su concreción y naturalidad una herramienta esencial para tal meta. Una travesía que como es habitual en los episodios en solitario del estadounidense comparte con Glenn Kotche, Tom Schick y su propio hijo Spencer. Poco va a importar para la definición del disco si las composiciones adoptan estructuras más reposada o menos, ya que el contexto genérico por el que discurren tiene unas constantes tan definidas que siempre alcanzan, con sus recovecos particulares, ese predominante acento afectuoso y cercano. Una cuestión que no impide la clara existencia de preceptos musicales marcadamente intimistas, como el susurro casi rasgado con el que se expresa en la vaporosa “From Far Away” o en la esplendorosa “Bombs Above”, donde exhibe esa sobresaliente manera de interiorizar la tradición americana que el autor ha demostrado poseer a lo largo de su carrera, la cual despliega con espíritu onírico en el tema homónimo. La pelea que lidia ese dramatismo perceptible en cada uno de los surcos del álbum por transformarse en ejercicio de superación desembocará en alguna pieza cercana al minimalismo de Bill Callahan o Mark Kozelek (“How Hard It Is For a Desert to Die”) o en la más oscura “Some Birds”, que sin embargo formalmente fluye libre y despreocupada.

Que no se observen alteraciones sustanciales en la propuesta que ofrece el álbum lo que demuestra es la alta y excelente tolerancia de ésta al (relativo) incremento en el despunte de la electricidad o en el tempo de los ritmos, como los que guían un “Don’t Forget” que no abandona ese poso melancólico que alcanzará un preciosista estado en la excelente “I Know What It’s Like”. “Let’s Go Rain”, siendo una cuidada gamberrada musical, en el sentido que se le puede otorgar a ciertos ademanes de los Beatles, resulta también un excelente desengrase al tono imperante, siendo otra composición marcada por la distorsión, aquí en una expresión más retorcida y turbia , llamada “The Red Brick”, la que se presente con un recorrido más angustiosa y retorcido.

En infinidad de ocasiones las canciones han servido para exponer los monstruos y/o miedos consustanciales a su creador, no con la ingenua esperanza de sanarlos, pero sí cuanto menos de encaminarlos hacia un proceso de asimilación. Jeff Tweedy en “Warm” se libera y deposita en su contenido buena parte de esas tormentas particulares, mostrándose dolorosamente sincero pero igualmente, y aquí está lo sorprendente y encomiable de este conjunto de temas, empeñado en tejer un hilo de comunicación -que circula a través de un cálido rock americano- con el oyente definido por la camaradería y la búsqueda de entendimiento y solidaridad. En esta ocasión, esas heridas persiguen la única cicatrización posible, la de elevarse hasta un contexto global, convirtiéndose en una inquietud universal y, todavía más allá, en el posible primer paso para su evaporación.

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