Y/O
Discos / Flavio Bánterla

Y/O

7 / 10
Kepa Arbizu — 06-07-2023
Empresa — Gran Sol
Género — synthpop

Que el contexto, y por lo tanto el lugar de residencia donde uno habita, resulta trascendental a la hora de configurar la personalidad de un individuo, es algo irrefutable. Un hecho al que no son ajenas por supuesto aquellas personas dedicadas al ámbito creativo, lo que significa que igualmente su inspiración responde a los estímulos generados por un entorno concreto, de ahí que la llegada por medio de una beca Erasmus y la consiguiente decisión de instalarse en Gipuzkoa por parte de este músico italiano, suponga un elemento relevante a la hora de dibujar el rastro de una carrera que acumula diversos pasajes. Del rock con ánimo folk de Frank, al pop intenso de El octavo árbol pasando por la raigambre clásica del rock and roll visible en Lady Banana, todos ellos son proyectos grupales que han funcionado como proceso de aprendizaje de cara a engendrar una andadura en solitario, que tras su disco debut, “Mystic Pop”, presenta ahora su reválida bajo el título de “Y/O”.

A pesar de que el dicho popular sentencia, no sin razón, que uno es de donde pace y no de donde nace, cabría matizar, por lo menos en lo que concierne al compositor al que nos estamos dedicando, que también la herencia genética, culturalmente hablando, significa un insustituible elemento consustancial. Un arraigo musical, germinado durante la infancia y juventud, que es precisamente en el proyecto más ligado a su identidad cuando florece en toda su extensión. Porque si en ningún momento existe una renuncia a construir su propio universo, no es difícil ver en su constitución el legado de aquellos intérpretes italianos -ya sean Rita Pavone, Adriano Celentano o Lucio Battisti- que decoraban bajo copioso acompañamiento instrumental su impulso melódico, una ornamentación trasladada en este caso hacia un territorio donde prima la electrónica, como por supuesto el influjo capital, sobre todo expresado en la absorción de un tono místico y metafísico, de Franco Battiato.

Más allá de las virtudes estrictamente musicales que contiene este disco, y en las que no hay que obviar la importancia de los acompañantes en esta travesía (Andoni Etxebeste, Jon Sánchez o Txabeli Sierra), juega en su favor también una condición muy cercana a la de álbum conceptual, tejiendo toda una reflexión que, tal y como escenifica su titulo, trabaja con elementos antitéticos para ensalzar el necesario carácter comunitario del individuo, apostillando de esa manera aquel rotundo proverbio que nos instaba a que nada de lo humano nos fuera ajeno. Un camino por supuesto no exento de riesgos, ya que todo proceso de entendimiento y empático está llamado a registrarse bajo un recorrido empedrado pero indispensable si aspiramos a alcanzar un cierto status de plenitud.

La simbólica aceptación de nuestra propia formulación como personas más allá de una suma de elementos orgánicos realizada en “El que se vuelve nada”, se convierte en una casilla de salida donde los sintetizadores recrean ese paisaje atmosférico y espacial que se posará sobre buena parte de las composiciones. Un halo de ingravidez que ya sea a través de los inicios juguetones de “Cuando no seremos dos”, o de la mano del impulso guitarrero de “La gran espera”, propiciado por el habitual socio del italiano Oskar Benas, derivan en una épica puesta en escena. Explosividad emocional que contrasta, en ese juego constante de dobles caras, con la mucho más desnuda y recatada “Minimal”, que obedece a su nombre para presentarse sigilosa y cediendo el predomino a una voz que será de las pocas ocasiones en que se sitúe en un primer plano frente a la nebulosa sonoridad.

El uso de la electrónica como entorno instrumental no debe alejarnos de lo que es, en esencia, un disco de pop en cuanto a ese hilo melódico con que están hilvanadas todas sus canciones. Una naturaleza representada, bajo una manifestación claramente ochentera y significando uno de los momentos en los que se desprende la mayor resonancia de Battiato, en todo su apogeo en “Vuelvo por ti”, al igual que sucede con una impetuosa “Nuestro cuerpo y la luz”, decidida a abrir de par en par esas puertas de pegadiza armonía. Señales que no desparecen, simplemente mutan algo en su aplicación práctica, en una burbujeante y atmosférica “Nuevo”, pudiendo ser anclada a propuestas como la de La casa azul. Situación que se repetirá, ya sea bajo una sobria profundidad que nos induce a sacar a relucir el nombre de Dorian, en “Sólido” o alrededor de la pieza encargada de cerrar el repertorio,“NNN ZZZ”, sustentada por una orquestación clásica donde alcanzan fuerte presencia las cuerdas y que ejemplifica en sí misma ese concepto de confraternizar con el entorno, siendo interpretada en euskera.

Tratado en ocasiones, y siendo pasto de prejuicios injustificados, como un género trivial, el synth pop que contiene este álbum, sin apartarse de la propia idiosincrasia del género, resultando un atractivo artefacto confeccionado de envolventes y melódicos ritmos, supone al mismo tiempo una declamación de hondo calado reflexivo. Haciendo las veces de banda sonora para la afirmación de Amelia Valcárcel en la que expresaba que ser individuo nunca es un asunto individual, este listado de composiciones nos insta a comportarnos como humanos de la única forma que en realidad es posible, en convivencia con los demás.

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