Dreamers Are Waiting
Discos / Crowded House

Dreamers Are Waiting

7 / 10
Sergio Ariza — 21-08-2021
Género — Pop
Fotografía — Archivo

Neil Finn ha decidido que el sueño no está muerto y que ya era hora de darle a sus fieles seguidores un nuevo disco de su principal proyecto, Crowded House, tras once años del último. El mundo ha tomado un rumbo hacia las tinieblas, así que mejor aliviar las penas con nuevas canciones de uno de los mejores artesanos de canciones pop de las últimas décadas, alguien a la altura de un Paddy McAloon de Prefab Sprout o un Andy Partridge de XTC.

Siempre les han acusado de ser una banda de 'dad rock', bien pues ni corto ni perezoso Neil Finn ha fichado a sus dos hijos, Liam y Elroy, siendo 'de facto' una banda de papá e hijos, lo que no le quita ni una pizca de calidad a un disco que le vuelve a ver reunido con Nick Seymour, el bajista de toda la vida, y Mitchell Froom, el productor de sus tres primeros discos, como teclista. Es evidente que esta nueva formación ha revitalizado a un Neil Finn que ha escrito algunos de los temas más movidos de su carrera, sin perder su sello personal, siendo en los pequeños detalles, como el psicodélico final de “To The Island” o el magnífico solo de guitarra de “Sweet Tooth”, con lo que se nota lo bien que se lo han pasado grabando y como han convertido esto en el disco de una banda, en vez de ser simplemente un disco de Neil Finn con acompañantes,.

Finn no se anda por las ramas a la hora de abrir el disco y lo primero que dice en estos tiempos de pandemias mundiales es "Hey, Everybody Wants To Make A Bad Time Good". Es una de las canciones más Crowded House del disco, un medio tiempo acústico, acogedor, como una bienvenida a los seguidores de siempre, para que se sientan como en casa.,

Luego llega “Playing With Fire” que ya busca otros sonidos, es un tema más movido y optimista, (que contrasta con su letra "Últimamente he estado acostado congelado en mi cama, sintiendo que el final no está lejos"), y un estribillo glorioso que coquetea con la música lounge, con esos coros y esos vientos tan Burt Bacharach, también tiene un puente marca de la casa, con el que Finn vuelve a demostrar su rica capacidad melódica para construir canciones.

“To The Island” fue otro de los sencillos que sirvieron de presentación del disco, una canción con un ritmo marcado y oscuro, basado en batería y bajo, nuevamente jugando fuera de su zona de confort, aunque el estribillo es puro Finn, incluso metiendo una segunda melodía al final. Mientras que “Sweet Tooth” es una de las más inmediatas del disco.

“The Start Of Something” es otra gran balada a añadir a un cancionero lleno de ellas, por otro lado en “Show Me The Way” tenemos unas magníficas armonías californianas a lo The Beach Boys o Fleetwood Mac (posiblemente influido por el hecho de que Neil Finn haya sustituido a Lindsay Buckingham en su última gira). No es el único guiño a los Mac y es que es fácil adivinar que en “Real Life Woman” está hablando de Stevie Nicks. También hay un recuerdo, aunque no positivo, para Donald Trump: “Esto no está bien, este hombre es un farsante/Pero lo seguirán hasta el borde del acantilado”. Pero Finn es bastante consciente de que no va a cambiar el mundo y tampoco lo pretende, como bien dice en esa oda a Nueva Zelanda que es “To The Island”: “El mundo está más allá de nosotros, es demasiado enorme, pero, oh, la isla es perfecta, tiene el tamaño perfecto“. Nuestro acogedor pequeño rincón del mundo que dirían Yo La Tengo…

En definitiva, cuando le pides a un artesano de esta clase que te construya tu hogar no esperas que te entregue la casa de la cascada de Frank Lloyd Wright (o un “Pet Sounds”) sino un sitio sin fisuras, confortable, en el que poder pasar un rato agradable, algo que ha vuelto a cumplir a la perfección, entregado un disco que puede que no tenga una canción tan grande como “Don't Dream It's Over”, “Fall At Your Feet” o “Distant Sun”, pero que puede mirar a la cara a cualquiera de los discos de su discografía sin sentirse inferior. Aunque, evidentemente, este es un disco que tendrá más fácil complacer a los seguidores de siempre que crear nuevos incondicionales.

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